El Viernes Santo, los jiennenses miran a la cruz, de donde procede la salvación
31 marzo de 2018Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena, en la que expiró Jesucristo. Cada Viernes Santo se rememora la Pasión, Muerte de Cristo. Con una Catedral en penumbra, se celebró el segundo día del Triduo Pascual. Primero, la Liturgia de la Palabra, que fue leída por el pueblo fiel. Después, la Pasión Muerte del Señor, fue cantada por los seminaristas y uno de los canónigos.
Ya en la homilía, el Obispo diocesano, Don Amadeo Rodríguez Magro, comenzó sus palabras pidiendo a los fieles que miraran a la cruz: “Llamo la atención para que miréis la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo. El protagonismo de nuestra fe y de la vida de la Iglesia lo tiene la cruz salvadora de Cristo”. Para seguir afirmando, “Jesucristo está siendo para nosotros sacerdote y víctima. Está cumpliendo una misión. La cumple sufriendo y obedeciendo. Porque obedece en el sufrimiento se convierte en causa de nuestra salvación. Una lectura necesaria hay que hacer: en la Cruz, Jesucristo comenzó el camino de su elevación. En la cruz empezó a recorrer el camino final de su vida y alcanzar el éxito. Sufriendo en la cruz, nos trajo la salvación”. Para concluir, Don Amadeo, explicó que “La cruz de instrumento de tortura, se convierte en árbol de la vida”. A la vez que interpeló a los fieles congregados en la Seo jiennense, que si Cristo ha muerto por cada uno de nosotros, debemos preguntarnos, ¿Qué he hecho yo por Jesús, qué hago por Cristo, y qué haré por Él?.
Al finalizar la homilía y tras la oración de los fieles, se llevó a cabo la adoración de la Cruz. Un gran crucifijo, sostenido por uno de los diáconos fue expuesto ante los fieles que lo besaron en un clima de silencio y respeto.
Después, se dio la Comunión de la reserva del Jueves Santo y se finalizó con la bendición con el Santo Rostro por los balcones de la Catedral, impartida por el Obispo diocesano.