El Obispo preside la celebración de la Muerte del Señor en la Catedral de Jaén
18 abril de 2017La mañana del Viernes Santo comenzaba en la S. I. Catedral de Jaén con el rezo de Laudes, presidido por el Obispo de la Diócesis, Don Amadeo Rodríguez Magro, y concelebrado por miembros del Cabildo Catedralicio y el Rector del Seminario.
Por la tarde, el primer templo diocesano acogía, la celebración de la Pasión y Muerte del Señor.
Dicha ceremonia desprovista de toda ornamentación y caracterizada por su austeridad, fue presidida, igualmente, por el Obispo. Así, comenzaba en silencio y con el rito de la postración.
Homilía
Durante su homilía Don Amadeo insistía en la necesitad de interpretar la Muerte de Cristo como cristianos. “Después de haber abierto el corazón y haber estado atentos al misterio que estamos celebrando, la Santa Madre Iglesia nos propone a cuantos estamos reunidos que busquemos la interpretación de la Pasión, de la Muerte de Cristo, para nuestra propia vida”.
Asimismo, quiso hacer hincapié en la Pasión del Señor, según San Juan, y el sentido que le da el Evangelista. “Acabamos de escuchar la Pasión del Señor, según San Juan, es una de las diversas interpretaciones de la Pasión de Cristo según los Evangelistas, pero ninguna contempla el misterio de la misma manera. De un modo especial San Juan lo contempla como testigo, como un testigo que la Pasión misma. Experimentó el amor infinito de Dios, en la persona de su hijo, y guardó todos los detalles del misterio en su corazón y buscó el significado más profundo de la Muerte de Cristo. Juan interpreta en la Pasión, no el dolor o la amargura, sino la glorificación de Jesucristo, hijo de Dios”. Y subrayaba que “de todos modos la exégesis de la Pasión, tiene otros matices, sobre todo para nosotros”.
Igualmente, hizo referencia a las lecturas. “En la primera lectura, el profeta Isaías había interpretado anticipadamente y maravillosamente el acontecimiento. Interpretó el dolor y el sufrimiento de Cristo, pero sobre todo, el dolor redentor y el sufrimiento redentor de Cristo. Porque ese siervo que sufre es el que nos da, el que nos ofrece, el que trae la salvación de todos nosotros. Por eso, según el profeta Isaías, hoy es un buen momento para descubrir cada uno de nosotros que somos redimidos por Cristo”.
“Y también en la Carta a los Hebreos que hoy hemos meditado en profundidad nos ha hecho descubrir a Cristo sacerdote, que ofrece sacrificios y es víctima. Que fue sacrificio redentor por todos nosotros y que este sacrificio lo ofrece por amor, por un profundo amor, porque era encarnación del amor del Padre. Tanto amor dio Dios al mundo que entregó a su propio hijo”, continuaba.
Finalmente, animaba a los asistentes a meditar sobre la Pasión. “Vamos a hacer ahora unos momentos de silencio para que cada uno de nosotros meditemos cómo la Pasión salva, nos redime y nos hace participar en ella, para participar también en su gloria”.
Oración universal y adoración de la Cruz
Tras la homilía, se realizaba la oración universal por la Santa Iglesia, por el Papa, por los ministros y por los fieles, por los catecúmenos, por la unidad de los cristianos, por el pueblo judío, por los que no creen en Cristo, por los que no creen en Dios, por los gobernantes y por los atribulados. Posteriormente, se procedía a la adoración de la Cruz y se comulgó con el pan consagrado en la Misa del Jueves Santo.
La celebración culminaba con la oración sobre el pueblo, la bendición de los asistentes con el Santo Rostro y la veneración de la Reliquia.
Finalmente, como es tradición, el Obispo procedió a la bendición del pueblo diocesano con el Santo Rostro, desde los cuatro puntos cardinales a través de los balcones del templo catedralicio.