Celebración eucarística de Todos los Santos en la Catedral
2 noviembre de 2017La Catedral de Jaén acogió la celebración de la Eucaristía en la solemnidad de Todos los Santos. Presidida por el Deán y acompañado por algunos miembros del Cabildo Catedral, fueron muchos los fieles que quisieron participar en esta celebración.
El encargado de proclamar el Evangelio de las Bienaventuranzas, fue el canónigo y párroco de Cristo Rey, D. Juan García Carrillo. A continuación, en la homilía, el Deán y Vicario General de la Diócesis, D. Francisco Juan Martínez Rojas, quiso enfatizar que «En esta solemnidad de Todos los Santos, celebramos la fiesta de esos amigos de Dios, que son también amigos nuestros, los santos, hombres y mujeres de todos los siglos, razas, lugares y condiciones diversas. Ellos forman esa muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos, de la que nos hablaba San Juan en la primera lectura. Ellos son los que acogieron la invitación de Jesús a ser perfectos como el Padre celestial es perfecto, y llegaron a ser santos, como Dios es Santo».
En este sentido, el Deán quiso explicar que la santidad siempre está guiada por el Espíritu Santo, y recordó que la vida de aquellos que alcanzaron santidad «fueron modeladas por el Espíritu, y ellos, hombres y mujeres de barro, se dejaron guiar y trabajar por el Espíritu, sin echar en saco roto la gracia que Dios otorga a quien lo busca con sincero corazón. Ellos son los que descubrieron que el camino de la auténtica y verdadera felicidad son las bienaventuranzas».
En el día en el que la Iglesia celebra la fiesta de todos aquellos que han llevado una vida acorde al Evangelio, y por ello han alcanzado la santidad, quiso poner a todos los santos como ejemplo de vida para todos los hombres de hoy: «Los santos, con sus vidas, nos dicen que ser santos no es una utopía, sino un proyecto posible y que vale la pena. Y a poco que nos preguntemos cuál fue su secreto, descubrimos que sus vidas fueron vidas intensamente eucarísticas. En la Eucaristía se nos ofrece todo el amor de Dios por nosotros».
Para concluir, el Deán hizo referencia al terremoto de Lisboa, que tuvo lugar un día como ayer, pero en el año 1755, sobre las 9:30 de la mañana, y cuyo temblor llegó también hasta la Catedral de Jaén, y pese a algunos desperfectos en el Templo, no tuvo consecuencias para los fieles que en ese momento participan en Misa. Desde entonces, cada 1 de noviembre, se da la bendición con el Santo Rostro, como recuerdo de aquel fatídico seísmo. En este sentido, y en alusión al Santo Rostro de Jaén, recordó que son los santos los que contemplan, en la Gloria, el rostro de Dios, «Los santos son los que han vivido con tal radicalidad la vida divina, que como el Padre han sido misericordiosos, y por ello ven a Dios, lo contemplan en la gloria del cielo. Contemplan ese rostro de Cristo»
Al finalizar la celebración, los fieles fueron bendecidos por el Santo Rostro, para recordar el cuidado providente de Dios sobre Jaén y sobre esta Catedral, el 1 de noviembre de 1755.