Testimonio: “Aprender a orar para aprender a vivir” taller de Oración y Vida en Villargordo Jaén
11 abril de 2022Cenando con unos amigos, nos dijeron a mi marido y a mí que comenzaba en Villargordo un taller de Oración y Vida del Padre Ignacio Larrañaga. Enseguida noté una fuerza dentro de mí, era el Señor que me invitaba a participar.
Siendo yo adolescente, asistí al taller y en este momento se inició mi camino de oración. Recordaba solo pequeños detalles, sin embargo, no olvidé nunca como descubrí a un Dios cercano que me amaba tal y como soy, y que apostaba por mí. El Señor me sedujo y me dejé seducir.
Esta experiencia que en este momento reviví, me empujó muy ilusionada a decir que sí a esta nueva invitación y a arrastrar a mi marido, que no dudó en acompañarme en esta decisión, me había escuchado varias veces como el Padre Ignacio me inició en mi vida de oración. Mi marido no se creé aún como pudo decir sí sin pensarlo…, aunque sin duda ahora sabe el por qué.
No es fácil expresar con palabras que ha significado el taller para mí. Me siento atrapada por el Señor. Necesito de Él, dejar que me hable a solas en silencio y entrar en lo más íntimo de su corazón cada día en la Sagrada media hora.
Sesión tras sesión, a través de nuestro guía y las palabras del Padre Ignacio, con la fuerza y la pasión que ambos me transmitían, hacían emocionarme, cuestionarme, zarandear mi alma hasta dar forma a aquello que experimentaba encontrando la paz y la serenidad interior.
Cada modalidad de oración un descubrimiento. La oración de elevación, la de contemplación, la oración de acogida, meditar los salmos en el espíritu de Jesús y María, me hacen sentir la Presencia Viva de un Padre que me ama. Experimentar su Amor provoca en mí destellos de entrega y servicio a los demás, siendo mi vida una prolongación de todo lo que hace sentir Él dentro de mí.
Y junto a cada modalidad, una vivencia. ¡No puede ser más perfecto! Primero el espíritu del Señor me envolvía con su gracia inundando mi alma y después me lanzaba a actuar, a hablar, a pensar…, cómo Él mismo lo hacía. “Hágase”, “Padre yo también te amo”, “Padre, también yo los amo”, “Creo, pero aumenta mi fe”, “Qué haría Jesús en mi lugar” …, vendrán conmigo para siempre, serán un punto y seguido en mi vida de fe, porque estoy experimentando en pequeños detalles como Él me va transformando.
He tenido el gran privilegio de vivir esta inolvidable experiencia junto a mi marido, ¡Tengo un tallerista en casa! Esto me llena de gozo y de satisfacción. ¡Me siento tan amada por el Señor!
Nosotros pertenecemos a un Movimiento de matrimonios cristianos, Equipos de Nuestra Señora, cuyo carisma es la espiritualidad conyugal: buscar juntos a Dios para alcanzar la santidad. La práctica de la oración personal y la oración conyugal son dos puntos fuertes. Imaginaros que riqueza cuando los dos compartimos nuestra fe y nos ayudamos el uno al otro a ser imagen y semejanza de Dios reflejado en Jesús Resucitado. Donde no llego yo, llega él, y el yo y el tú se convierte en nosotros. Dos almas unidas bajo la mirada del Padre: “Somos uno, somos tres”.
Y qué puedo decir de la comunidad de talleristas. Hemos formado una gran familia, mis hermanos en Cristo. Juntos hemos vivido momentos muy intensos. Hemos compartido lo más preciado y profundo de nuestro ser. Se han formado entre nosotros lazos tan fuertes que nos mantendrán unidos para siempre, y aunque esté lejos y no nos veamos, en cada sagrada media hora estarán presentes. Cada miércoles será un día especial que siempre recordaré junto a cada uno de ellos. Momentos inolvidables vividos, recuerdos imborrables.
Han pasado varias semanas desde que finalizó el taller. Quería contaros mi experiencia, pero sin precipitarme a hacerlo lo primeros días tras la clausura. Necesitaba meditar, saborear cada momento vivido, echar de menos cada encuentro con nuestro “guía” Alfonso y los demás talleristas, y darme cuenta que en verdad ha cambiado mi vida.
Y cuando mi oración desfallezca, siempre tendré la oportunidad de volver al taller, y será, sin duda, un nuevo impulso para seguir caminando por senderos que me conducen hasta el Señor.
“Y te buscaré deseándote, te desearé buscándote. Amándote te encontraré. Encontrándote te amaré. Tu Rostro veré”.
Chon Andrés Blanco
Tallerista