Palabras del Obispo en la Asamblea Diocesana 2020. El servicio de la caridad
22 junio de 2020Buenos días a todos y a todas. Un año más, nos encontramos para celebrar nuestra asamblea diocesana, en la que actualizamos nuestro plan diocesano de pastoral, el que estamos recorriendo en estos tres últimos años con “Caminando en el sueño misionero de llegar a todos”.
Hemos asentado nuestra vida cristiana en la comunión; luego entramos con ilusión en un rico periodo de misión y acabamos de ahondar en nuestra vida interior, en la escucha de la palabra, en la oración, en la vida sacramental y en la búsqueda de la santidad.
Ahora, como aún estamos bajo la amenaza de la pandemia del coronavirus, utilizando este medio de video conferencia, celebraremos nuestra asamblea anual, como hacemos cada año, para poner en común lo que ya hemos reflexionado en nuestras parroquias y arciprestazgos. En esta asamblea queremos concretar, para el cuarto periodo de nuestro plan de pastoral, “el servicio de la caridad”.
Hemos buscado para que nos acompañe en esta asamblea al mejor maestro posible; al señor obispo que en la Conferencia Episcopal Española acompaña la acción de Cáritas, don Jesús Fernández, obispo auxiliar de Santiago de Compostela, y desde hace unos días obispo electo de la histórica diócesis de Astorga. Él nos dará las pautas desde las que vivir la caridad en la iglesia a cuantos caminamos en esta iglesia diocesana de Jaén – sacerdotes, religiosos y laicos – como discípulos misioneros de Jesucristo, en quien creemos y al que amamos y anunciamos, caminando unidos como una iglesia sinodal.
Como pastor de la diócesis, quiero acentuar lo esencial de lo que a lo largo del próximo año pastoral nos ocupará especialmente; pero advierto que todo esto lo haremos sin que decaigan ninguna de las otras expresiones de nuestra vida cristiana; sino que, por el contario, se verán enriquecidas, justamente, por el testimonio de la caridad.
En esta asamblea queremos concretar interiormente y en nuestra acción cómo vivir para servir. Cuando decimos servicio, no estamos buscando un bonito soporte para que suene mejor nuestro objetivo pastoral. Servicio es la expresión de nuestra identificación con Cristo servidor, el que vino a servir e hizo de su vida una donación, aún siendo como era el maestro y el señor. El servicio marca el estilo, la forma y la relación de un cristiano con todos los que le rodean, especialmente con los pobres.
Es un servicio, sobre todo en la iglesia de este tiempo, más bien institucional, organizado, planificado y a veces, incluso, un tanto burocratizado; por eso quiero recordaros que el servicio es, ante todo, una actitud mística con la que un cristiano ha de sentir y vivir. Recordad que la vida de un discípulo del Señor se mueve entre dos pasiones: la pasión por Cristo y la pasión por los pobres. Si no se tiene esa actitud interior, nacida de la fe profesada, orada, celebrada y entregada, es mejor que nos quitemos del medio; porque, si no servimos desde la fe en Jesucristo, a veces podemos obstaculizar que sea vea que todo lo que somos y hacemos transparenta la imagen de Cristo servidor.
Sobre la caridad, permitidme que os diga que no es la marca de calidad de una ONG. Caritas es manifestación del amor de Dios por los pobres de la tierra. Es la preocupación básica de Dios en la construcción de su reino, en el que la opción fundamental de su corazón son los pobres. “El amor —«caritas»— es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz. Es una fuerza que tiene su origen en Dios, amor eterno y verdad absoluta. Cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto que Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente: en efecto, encuentra en dicho proyecto su verdad y, aceptando esta verdad, se hace libre (cf. jn8,32).” (Caritas in veritate, 1).
Situar nuestro plan de pastoral en el servicio de la caridad, como veis, significa mucho más que pensar juntos en objetivos y acciones a realizar el próximo año en nuestra diócesis, sobre todo en la acción de las Cáritas. No obstante, por mi parte deseo que tenga la mejor organización, que cuente con los mejores voluntarios y los mejor formados, que se haga con el mayor rigor posible. Para eso, os pido que rompamos con las inercias que nos llevan a hacer siempre lo mismo, a pensar lo mismo de las pobrezas de la gente e incluso a desconfiar lo mismo de parte de los que acuden a nuestros lugares de acogida. «La intervención de la Iglesia se deforma cuando la técnica social es lo único que inspira su actuación. La comunidad cristiana expresa el amor de dios de múltiples modos. Por ello es preciso cuidar la motivación y finalidad de su acción.» (Conferencia Episcopal Española, la caridad de Cristo nos apremia, 38).
Tenemos que cambiar y renovar nuestra acción en su estilo más genuinamente cristiano, poniéndole a nuestra caridad imaginación espiritual y fraterna. Quiero y pido que hagamos todo con el espíritu que nos decía San Juan Pablo II cuando nos invitaba a la imaginación de la caridad. «Es la hora de un nueva «imaginación de la caridad», que promueva no tanto y no sólo la eficacia de las ayudas prestadas, sino la capacidad de hacerse cercanos y solidarios con quien sufre, para que el gesto de ayuda sea sentido no como limosna humillante, sino como un compartir fraterno» (novo millennio ineunte, 50).
Yo os propongo hoy y para todo el año pastoral: no hay mejor camino, para una acertada imaginación de la caridad, que la santidad de todos nosotros y de un modo especial la de los que ponen su vida al servicio de los demás. No olvidemos que el servicio de la caridad siempre fue en la historia de la iglesia cantera de santos. La primera que hace de su vida una donación de amor es la Virgen María. Hoy, fiesta del Sagrado Corazón de María, pongamos bajo su protección nuestro profundo deseo de ser una Iglesia que vive la caridad.
+ Amadeo Rodríguez Magro,
Obispo de Jaén