La misión y la humildad: dos días en torno a P. Pío en la Merced

3 octubre de 2022

En la noche del pasado jueves, 22 de septiembre, el Grupo de Oración Padre Pío de Jaén, celebró en la capilla del Santísimo de la parroquia de Ntra. Sra. de la Merced, una vigilia para recordar el 54º aniversario de la muerte de San Pío de Pietrelcina. Esta vigilia celebrada por numerosos grupos de oración en Italia, ha sido celebrada por primera vez en el grupo giennense, y probablemente también en España. A las nueve de la noche dio comienzo la vigilia que en esta ocasión estuvo dedicada a pedir por la paz, siendo el lema escogido: “Juntos para invocar la paz”. La celebración estuvo presidida por el director espiritual del grupo y párroco, D. Juan Jesús Cañete Olmedo. La vigilia dio comienzo con una monición de entrada en formato de audio, que respondía a la pregunta de ¿quién es el P. Pío? Seguidamente se expuso el Santísimo Sacramento, y se rezó la estación. Tras orar por las intenciones del Santo Padre, se celebró la liturgia de la Palabra y tras la proclamación del Santo Evangelio D. Juan Jesús realizó una breve reflexión: “Tengo que tener presente lo que celebramos, al P. Pío y tener presente al P. Pío es tener presente al Señor. Tener presente a un modelo de seguimiento de Jesús caracterizado, como muy bien se ha dicho en la monición de entrada, por la oración y el sufrimiento, pero un sufrimiento oblativo ¿Qué significa eso? Un sufrimiento por los otros, que se ofrece por los otros. Una cruz como la del Señor que se ofrece por nosotros. Los últimos papas nos embarcaron en la misión. El sentido de la Iglesia es la misión. No vivimos nuestra fe para nosotros mismos. Había un catecismo del P. Ripalda que fue muy famoso, quizás os suene, que comenzaba diciendo algo así como: “Salva tu alma”. El P. Pío te diría: “no, salva tu alma no, salvarás tu alma si te conviertes en un instrumento de salvación de las almas de los demás”. Porque si salvo yo mi alma egoístamente no entro, no me convierto en instrumento de sanación y de salvación de los demás, como hizo él. La misión, ¿por dónde empieza la misión? La misión empieza por convertirnos ¿no? Por cambiar. Padre Pío es una imagen de Jesús, una imagen viva. El Señor nos lo pone en el camino para que tengamos un modelo que podamos palpar, que podamos ver, que podamos conocer. Por lo tanto, la misión comienza con una conversión, pero en esa conversión es fundamental algo que nos enseña el P. Pío, la oración. No haremos ninguna misión en la Iglesia sino se nutre de una continua oración. Cuando él dice: “yo soy un fraile que ora”, qué sencillo ¿eh?, un fraile que ora. Me recuerda a mí ese texto de los hechos de los Apóstoles cuando Pedro dijo de Jesús que “pasó haciendo el bien”. Fijaros lo que dijo de Jesús, ósea que el hijo de Dios hecho hombre, del altísimo, dice “pasó haciendo el bien”, qué sencillo. Pero no dice todo. Un hombre, un fraile que reza. El cristiano es un hombre o una mujer que reza. Sin oración, podemos estar bautizados, pero no podemos vivir cristianamente. Nuestro espíritu se seca no podemos dar nada. La misión comienza con la oración. Este grupo del P. Pío tiene que rezar por la misión, la fuerza sale de aquí, la fuerza sale de un sagrario ¿me entendéis? Esa oración es la que nos transforma y transforma al mundo. Una religión se caracteriza por la calidad que tenga su oración y la calidad de la oración depende de la calidad del orante, que el orante se pone ante Dios. Deja que Dios hable porque a veces hablamos demasiado. Lo primero es escuchar a Dios y después le damos gracias, le pedimos y ponemos nuestra alma en sus manos. Señor hazme, haz de mi un instrumento tuyo. El P. Pío entendió eso. Desde el Padre Pío, desde toda esa comunidad que genera él, esos grupos de oración es de donde surge la fuerza, la gracia que mana para la misión. Hoy os encargo eso especialmente, la misión. Porque podemos hacer muchas cosas hermanos, pero no haremos nada si no sacamos la fuerza de Él. Nosotros vamos a poner nuestra oración continua, eso es el Padre Pío, eso es la fuerza del P. Pio. Y también nuestros dolores, nuestros sufrimientos. Poner nuestros sufrimientos y ofrecerlos por la misión que la misión es los hermanos, por la salvación de las almas, por la salvación del mundo, por eso están aquí, no para que seamos más en número sino para la salvación del mundo. Fijaros: la sanación de un mundo enfermo y la salvación de un mundo necesitado. Nuestra oración, nuestro sufrimiento y eso es lo más grande que podemos hacer, identificados con el Señor como lo hizo el P. Pío que se convierte en un auténtico modelo para nosotros”.

Tras esta bella reflexión se dio lectura al discurso pronunciado por el P. Pío, en 1966 con motivo del décimo aniversario de la inauguración del Hospital Casa Sollievo. Posteriormente, se realizó la oración de los fieles y la oración propia de los grupos de oración. Después de la bendición y reserva del Santísimo Sacramento, todos los fieles encendieron una velita para desfilar en procesión hasta el altar mayor de la parroquia, donde se situó un altar especial con la imagen de P. Pío para conmemorar su tránsito y dies natalis. Con la iglesia en penumbra, a los pies del altar se diseñó con cera el nombre de P. Pío y la Tau franciscana, y para concluir se dio lectura del testimonio del P. Pellegrino Funicelli que relata los últimos minutos de vida del santo capuchino.

Fiesta litúrgica
Al día siguiente se celebró con esplendor en la parroquia de Ntra. Sra. de la Merced, la fiesta litúrgica del Padre Pío, declarada memoria obligatoria por San Juan Pablo II en 2002, y que coincidió con el segundo día del triduo de su titular mariana. Tras el rezo del Santo Rosario, con meditaciones propias del Padre Pio, dio comienzo la Solemne Eucaristía presidida por el párroco y director espiritual D. Juan Jesús Cañete. En su homilía destacó: “Tenemos a la Virgen María, bajo la advocación de la Merced, tenemos a San Pío, Padre Pío. ¿En qué coinciden? Quisieron servir al Señor. Nosotros podemos querer servir al Señor, pero ¿qué nos impide hacerlo? Queremos servir al Señor porque lo amamos. Servir al Señor tiene escollos, dificultades. La principal dificultad que tiene seguirlo es el yo, el ego. Jesús dijo un día yo soy el camino. ¿Pero qué pasa? Queremos seguir al Señor, servir al Señor, pensando en que nosotros somos “ego sum via”[…] No el camino que es el Señor, sino el que nosotros somos el camino. Sí Señor tú quieres esto, pero mi voluntad es otra, mis intereses son otros, mis egoísmos son otros y al final en ese pulso gana el yo, pero no el yo del Señor, el yo nuestro. En esto el P. Pio y sobre todo la Santísima Virgen María nos ganan. Solo sé que soy muy poca cosa, que soy un poco de barro espiritualizado pero que, si me creo algo, si me creo Dios, no soy nada. Nos enseñan el P. Pío y la Santísima Virgen María el camino del seguimiento de Jesús: la humildad. Qué difícil es vivir el camino de la humildad. Ya no soy yo es Cristo quien vive en mí ¿Quién puede decir eso? El P. Pio lo padeció y la Santísima Virgen lo vivió. En el P. Pio fue por la gracia que lo fue transformando. […]Te doy gracias Padre porque has revelado esto a los sencillos. Decía Grignion de Monfort, uno de los grandes predicadores de la Virgen María: “la humildad es el imán de la gracia”. Y vamos a pedir en esta celebración, aprender esa humildad que María la tiene por naturaleza. No sois nadie sin Dios. La humildad es el camino de la santidad, y esta es vivir en cristiano los momentos de nuestra existencia. El P. Pío lo hizo desde su convento, orando. Nosotros lo haremos en las circunstancias cotidianas que nos ha tocado vivir. Primera enseñanza la humildad. Si nuestro ego crece nuestro espíritu decrece. Segunda enseñanza. La cruz, el camino de la cruz. Os pregunto ¿habéis vivido alguna vez agobiados? Dice el Señor, venid a mí que soy vuestro hospital de campaña. Venid a mi cuando os sintáis cansados y agobiados que yo os aliviaré. ¿Cuántas veces sintió la fuerza de Dios el P. Pío? La Virgen María constantemente. Hoy en el dies natalis del Padre Pío y en las vísperas de la Virgen de la Merced, busquemos el camino que nos lleva a la santidad. El camino de la santidad es una cuestión de matemáticas: v = V = S. Cuando “v” minúscula que es nuestra voluntad, se identifica –es igual a- “V” mayúscula, que es la Voluntad de Dios, eso da como resultado –es igual a– “S” la Santidad. Eso lo decía S. Maximiliano Kolbe, franciscano. Humildad, cruz, pero siempre desde la fe. Aprendamos del Padre Pío sigamos las enseñanzas de la Virgen María”.

Durante la comunión se repartieron decenas de hojitas que contenían la oración de postcomunión que compusiera el P. Pío: “Quédate Señor conmigo”. Finalmente, más de un centenar de fieles que se congregaron para recordar al capuchino italiano, entonaron la Salve a Nuestra Sra. de la Merced. Como obsequio de tan venturoso día, el grupo de oración entregó más de 150 rosarios y estampas conmemorativas de la fiesta del P. Pío. Durante la mañana del 23 de septiembre, los devotos del P. Pío vivimos con especial emoción la publicación del tweet del Papa Francisco: “La caridad animada por la fe tiene el poder de desarmar a las fuerzas del mal. San Pío de Pietrelcina luchó contra el mal durante toda su vida con humildad, con obediencia, con la cruz, ofreciendo el dolor por amor”.

Sergio Ramírez Pareja
Vice-jefe G. O. Padre Pío (Jaén)

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