Gran fruto de la Pascua, Minetu María se encuentra con Cristo resucitado en los Sacramentos

31 mayo de 2022

Mi nombre es Minetu María Fernández Guzmán y el pasado día 1 de mayo recibí los tres sacramentos de iniciación cristiana.

Desde hace varios años tenía claro que quería formar parte de la comunidad cristiana, tenía claro que necesitaba saber más de Dios y del camino que hizo para conseguir todo lo que consiguió. Vengo de una familia católica que desde pequeña ha inculcado en casa la palabra de Dios, lo que ha hecho que mi fe aumente con el paso de los años. Cuando menciono a mi familia, me refiero a mi familia adoptiva, la cual ha sabido inculcar todos los valores necesarios para ser una buena cristiana sin influenciarme ni obligarme a elegir el camino de la fe, sino dejando en todo momento libertad a la hora de decidir qué camino quería coger. Camino en el que me he sentido totalmente arropada por todos los componentes de mi familia, pues es una suerte tener cerca a personas que han vivido con la misma intensidad y emoción que yo el gran paso que me unió a la vida cristiana.

No fue una decisión tomada de un día para otro, fue una decisión premeditada y que llevaba mucho tiempo queriendo tomar. Recuerdo perfectamente aquel miércoles en el que me decidí bajar a la parroquia de mi barrio, San Juan de la Cruz para hablar con el párroco, D. Francisco y comunicarle la situación en la que me encontraba y el paso que deseaba realizar. Fui con toda la seguridad y emoción posibles, pero no tuve suerte ese día y no pude comunicarme con él. En ese momento decidí comentar a mis padres mi intención de recibir los tres sacramentos, expresándoles como sentía la fe en mi interior. Recuerdo con todo tipo de detalles la indescriptible reacción que tuvieron. Nuca se me olvidará ese momento y las caras llenas de emoción con las que me miraban cuando les daba la noticia. Al día siguiente, volví a bajar a la parroquia, esta vez acompañada de mi madre, que quiso estar a mi lado durante todo el camino. En esta ocasión si contactamos con D. Francisco, que nos recibió con los brazos abiertos y me comentó que estaba tomando una decisión importante en mi vida que me iba a llevar a un nuevo camino lleno de fe y amor.

Empecé a seguir todos los consejos que me dio el párroco y comencé a ir más a menudo a misa. Él fue quien me unió a la persona que me ha guiado en este camino, mi catequista Doña Pilar que, con su trato desinteresado y todo su cariño hacia mí, me ha hecho entender todo lo relacionado con la fe y porqué este era el mejor camino que podía haber elegido. Resolvió todas las dudas que tenía consiguiendo que creciera cada día más mi amor por Dios, acercándome a Él cada vez más. Nos veíamos una vez por semana y cada vez que estaba con ella terminaba con la sensación de que tenía que haber tomado esta decisión antes.

Cada día que pasé con Doña Pilar fue muy interesante a la vez que lleno de emoción, aprendizaje y crecimiento personal, pues me explicó todo lo relacionado con Dios, la fe y la Iglesia. Me impactó el poco interés que tenía en usarme, ya que yo veía a la Iglesia como una institución que buscaba captar gente para sacar el dinero, pero lo único que percibí de ella fue una mirada de cariño. Me demostró que me quería por cómo era y no por lo que pudiera sacar de mí. Gracias a esos días de catequesis, me di cuenta de que nada tenía más sentido que creer que lo que dice la Iglesia es verdad.

Antes pensaba que la fe era limitadora y opresiva. A día de hoy, y tras la experiencia vivida, puedo afirmar que estaba totalmente equivocada. Me he dado cuenta de que es extremadamente liberadora. Saber que todo se perdona hace que me sienta absolutamente libre, no porque piense que ahora pueda hacer cualquier cosa, sino porque sé que no importa mi procedencia o el camino que haya tenido anteriormente, no tengo que llevar ésa carga conmigo pues me siento tan acogida como una cristiana más.

El día que recibí los tres sacramentos de iniciación cristiana tenía los sentimientos y emociones a flor de piel, pero tengo que resaltar la paz interior que sentí durante toda la ceremonia y sobre todo la alegría y emoción con la que me recibieron la Iglesia y toda la comunidad cristiana presente en ese momento para acompañarme en mi entrada al pueblo de Dios. La emoción que sentí al comulgar por primera vez hizo que me sintiera completa y en paz. Gracias al cariño y el amor con el que Mons. Don Sebastián Chico Martínez, Obispo de Jaén dirigió la de ceremonia puedo decir que fue un día que jamás olvidaré. Un día en el que tuve la mayor fortuna posible a mi lado, mi familia.

Mantendré la luz de la fe que representa la llama de la vela que recibí en mi bautismo y la trasmitiré a mis futuros hijos, guiándoles por el camino en el que me acabo de iniciar. Sin duda alguna puedo decir que Dios me ha guiado y enseñado la libertad para amar, eso es lo que he encontrado recientemente en la fe y el bautismo.

Palabras de una experiencia que perdurará en el tiempo.

Minetu María Fernández Guzmán
Neófita

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