El Santo Rostro bendice a todos los jiennenses desde los balcones de la Catedral
10 abril de 2020La sobriedad ha marcado la celebración de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor en este Viernes Santo. Daba comienzo, en la Catedral de Jaén, a las cinco de la tarde. El presbiterio sin flores, ni ornamentos, la mesa de altar límpida, todo el templo con poca luz, la que han dejado las tinieblas, que a la hora nona han cubierto la faz de la tierra, porque Cristo ha muerto en la cruz para redimir al mundo.
El Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro, ha presidido la celebración en la que han concelebrado el Deán y Vicario General de la Diócesis, D. Francisco Juan Martínez Rojas, y el Guardián del Santo Rostro, D. José López Chica.
El relato de la Pasión y Muerte de Cristo lo ha proclamado el diácono, Jesús Llopis.
El Obispo ha dado comienzo su predicación dirigiéndose a los fieles, que lo seguían la celebración por las Redes Sociales, recordándoles que “el Viernes Santo es el día de la donación, del silencio, el día de la interioridad de los hombres y mujeres de fe, de aquellos que buscan al Señor”. Después, el Obispo ha llamado la atención sobre el Santo Rostro, ese regalo que llegó a Jaén y que es, según la tradición, uno de los dobleces del paño con el que la Verónica enjugó el rostro de Cristo, camino del Calvario. Para continuar dirigiéndose a las personas enfermas por el Coronavirus: “El Santo Rostro es un regalo para aquellos que están solos en sus casas, confinados en su habitación, quizá presintiendo la muerte, y sienten el rostro compasivo de aquel que los cuida. ¡Cuántas verónicas hay en este momento atendiendo a Jesús y cuántos cirineos que están haciendo este servicio a la sociedad en estos momentos!, ha afirmado Don Amadeo. Para añadir, “Pero no haríamos bien si hoy solo pensáramos en nosotros. En estos días se ha despertado la generosidad de muchos corazones para hacer el bien a favor de los demás. Yo os invito a que hoy contemplemos a quien es el amor divino para todos nosotros. Y lo hemos de contemplar en la cruz. En una cruz que enamora, porque todo aquel que conoce a Cristo, su vida se transforma”.
El Prelado jiennense ha animado a los fieles a contemplar la cruz. “La presencia en nuestra vida de la cruz, la señal del cristiano. Una cruz que no nos asusta, porque significa un modo de vida. Lo vemos en los enfermos, en los que experimentan la cruz y que vemos cargar con alegría con su cruz de cada día. Por eso, quizá en este momento, debemos besar la cruz, porque la cruz es el beso de Dios a todos nosotros”, ha concluido Monseñor Rodríguez Magro.
Adoración de la Cruz
Desde el coro, el diácono ha llevado hasta el presbiterio la Cruz para ser venerada por los presentes, llenos de unción y de amor, agradecidos por el amor que mostró Cristo al derramar su sangre por la humanidad: “Mirad el árbol de la cruz donde estuvo clavado la salvación del mundo”, ha proclamado tres veces. El Obispo ha pedido que, desde los hogares, sea adorada también la cruz, y se dejara acariciar por Él, sobre todo por los que están sufriendo la enfermedad del Coronavirus. A continuación se ha dado la Comunión de la reserva de ayer.
Antes de finalizar la celebración, el Obispo ha anunciado la bendición con el Santo Rostro, hacia los cuatro puntos cardinales, para que el Señor proteja y bendiga a los habitantes de Jaén. Bendición desde los balcones exteriores de la Catedral, costumbre inmemorial de cada Viernes Santo. Y han pedido que salgan los fieles a los balcones a aplaudir al Santo Rostro. Y así ha sido, los vecinos de la Plaza de Santa María aplaudían al salir el Obispo con el Santo Rostro para dar su bendición, con la que ha concluido esta celebración del Viernes Santo.
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