El Obispo preside la Eucaristía del VI domingo de Pascua en la Catedral
18 mayo de 2020Expectación ante las celebraciones eucarísticas de este domingo, el primero en el que se celebran cultos con público después de que los Templos de toda la Diócesis hayan permanecido cerrados a los fieles durante casi dos meses.
Con aforo limitado y guardando cautelosamente las medidas de seguridad e higiene, las tres Eucaristías de la Catedral ocuparon todo el aforo permitido y los fieles guardaron, escrupulosamente, las nuevas normas establecidas para el interior de los templos.
El Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro, presidía la Santa Misa de las 12 en el VI domingo de Pascua. La celebración estuvo concelebrada por el canónigo, D. Emilio Samaniego y las lecturas participadas por los acólitos de la Catedral.
Don Amadeo comenzó su homilía afirmando que estaba convencido que ninguno de los presentes «había dejado de seguir la Misa dominical a través de los Medios de Comunicación y Redes Sociales, y vivir el tiempo litúrgico que nos ha tocado en este tiempo de confinamiento, en el que concluimos la Cuaresma, vivimos la Semana Santa y la Pascua».
En este sentido, el Prelado jiennense afirmó que «la Iglesia había estado absolutamente creativa para que no nos faltara de nada para vivir con intensidad y profundidad el misterio cristiano, obligados a vivirlo de otro modo por el sentido de la responsabilidad».
En referencia a la Palabra proclamada, el Obispo incidió en la idea «la fe es un vivir de Cristo en nosotros. Nos habla del Espíritu Santo, porque conocer a Jesucristo es más que tener una idea o noción de Cristo, es dejar que Cristo viva en nosotros y mantener una relación con Él. Que nuestro corazón se deje amar por Cristo». Don Amadeo explicó que en el Evangelio de este domingo, «Cristo habla del amor: si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Porque el que cumple los mandamientos, ama a Cristo». De este modo, el Obispo jiennense animó a amar a Cristo «que es la presencia de amor en el mundo y trabajad por un mundo que sea manifestación realmente del amor de Dios. Esa es nuestra tarea y nuestra misión».
Asimismo, Monseñor Rodríguez Magro reflexionó sobre lo que la pandemia había hecho en nosotros, «en medio de las dificultades y dolores, en medio de estos días tan tristes, hemos descubierto que Dios estaba con nosotros, sufriendo con nosotros. Ese amor de Cristo lo convirtamos en motivo de esperanza y ojalá nosotros seamos capaces de dar, en este momento, razones para la esperanza».
Después, siguiendo las nuevas normas, se suprimió el gesto de la paz y la Comunión se recibió en la mano. Al finalizar la celebración se pasó la colecta en la puerta del templo. Nueva normalidad con nuevas normas que eviten, en la medida de lo posible, el contagio y la propagación del Coronavirus.