Profesores de Religión de la diócesis de Jaén, presentes en la Beatificación del Año de la Fe
17 octubre de 2013
¡Sean dadas gracias al Señor porque su Amor no tiene fin y se ha mostrado grande con nosotros… por ello estamos alegres!
El día de después de la Gran Beatificación de 522 mártires de la Persecución Religiosa del S. XX, entre los cuales, siete de nuestra Diócesis como bien es sabido, hoy día 14 en la fiesta de San Calixto, Papa y Mártir, San Cipriano en su Tratado a Fortunato y refiriéndose al martirio, nos dice: “En la Persecución se cierra el mundo, pero se abre el cielo; amenaza el anticristo pero protege Cristo; se inflige la muerte pero, sigue la inmortalidad”. San Cipriano nos da el sentido del martirio que unos 30,000 cristianos hemos festejado el domingo, Día del Señor, 13 de octubre. El Papa Francisco, al iniciar el acto litúrgico, nos decía: “Imploremos la intercesión de los mártires para ser cristianos concretos, cristianos de obras y no de palabras; para no ser cristianos mediocres, cristianos barnizados de cristianismo pero sin sustancia, ello no eran barnizados eran cristianos hasta el final, pidámosle su ayuda para mantener firme la fe, aunque haya dificultades y seamos así fermento de esperanza y artífices de hermandad y solidaridad” .
Han asistido y participado en la peregrinación y diversos actos, principalmente el litúrgico, un buen número de Profesores de Religión, tanto de infantil-primaria como de secundaria, profesores sacerdotes y seglares de nuestra Diócesis, junto a más de 550 jiennenses. Serán nuestros profesores, en sus clases de Religión y en las reuniones con los compañeros, quienes harán vivir en toda la iglesia diocesana, nuestra gratitud a Dios y a su Iglesia por estos siete nuevos beatos: Manuel Basulto Jiménez, obispo; Francisco Pérez Portela, Francisco Solís Pedrajas y Francisco López Navarrete, sacerdotes; Manuel Aranda Espejo, seminarista, José María Poyatos Ruiz, seglar, y Victoria Valverde González, religiosa.
Jaén ha estado bien presente, el legado del Papa Cardenal Amato, en los 15 minutos de homilía, ha mencionado varias veces al que fuera nuestro Obispo, a los sacerdotes, al Seminarista (“dos de Tarragona y uno de Jaén”) “al joven laico de Jaén”. Emocionaba escuchar estas referencias. En el gran mural que se descubrió aparecían nuestros Siete Nuevos Beatos ¡Gloria a Dios! Jaén estaba presente, pues nuestro Obispo Don Ramón, concelebrando y en primera fila, solicitaba la beatificación de los mismos y el Delegado para las Causas de los Santos, como responsable de la Causa Mons. Basulto y V Compañeros, recibía de manos del Sr. Cardenal la Carta Apostólica firmada en Roma, “Apud Sanctum Petrum” por el Papa Francisco el día 4 de octubre de 2013, primer año de su pontificado (Litterae Apostolicae). Cuatro seminaristas asistieron al servicio del Altar, dos fieles participaron en la procesión de Reliquias, uno dio lectura a la última petición, otra comulgó de manos del Sr. Cardenal; unos treinta sacerdotes diocesanos concelebraron… En fin, se podía canturrear “se siente, se siente, Jaén está presente”.
La Diócesis de Tarragona nos acogió con generosidad; sabemos que las autoridades de la Autonomía, de la Provincia y de la Ciudad colaboraron bien. Cualquier defecto, puede quedar en anécdota si se mira en todo el conjunto. El voluntariado, ejemplar, amables y alegres por su servicio.
Pero lo que permanecerá es la experiencia vivida, el sentido eclesial: la Iglesia Celestial a la que se incorporaban, oficialmente, 522 nuevos mártires. La Iglesia que camina por este mundo, “militante”, con Cardenales, la totalidad de los Obispos de España, muchos venidos de América Latina y de otros lugares, muchas Congregaciones Religiosas, unos 1200 sacerdotes concelebrando y, unos 30,000 fieles.
Podemos hacer llegar a nuestros alumnos un mensaje de fe: tenemos nuevos intercesores en el Cielo, muchos de ellos eran educadores de profesión; entre los de Jaén, el obispo y los sacerdotes educadores por su misión; los jóvenes seminarista y seglar en período de formación; la religiosa educadora… todos podemos y debemos imitarlos. Desde ahora, públicamente y en nuestras asambleas, dirijámosle una oración para que intercedan ante Dios, dador de todo bien, por el profesorado y alumnos; por las instituciones educativas; por este mundo al que Dios ama y por el que ellos también dieron la vida.
Antonio Aranda Calvo, Delegado Episcopal para la Causa de los Santos