Atrio de los gentiles en la Escuela: crónica de una experiencia educativa
26 junio de 2018Cuando la algazara y la vida desbordante de los Colegios e Institutos se sumerge en el letargo de la canícula. Cuando las aulas se van quedando vacías y grises a la espera de los nuevos torrentes de color y esperanza. En este tiempo veraniego quiero hacerme eco, y reflexionar, sobre una experiencia educativa.
A comienzo del curso académico, que ahora concluye, desde un colegio de Jaén me propusieron que diera unas clases de filosofía a chicos y chicas de 4º de ESO. Para mí era un auténtico reto, hasta entonces mis alumnos siempre habían sido mayores, muchos de ellos con diplomaturas o grados universitarios. Lo cierto es que la idea me sedujo. La educación supone siempre un riesgo, pero es un riesgo bello. Un proceso en el que a través de la comunicación, el diálogo, la pregunta, la duda y las posibles respuestas nosabrimos continuamente a lo imprevisible.
El sociólogo y economista Pareto propuso la llamada “ley universal de prioridades”. La idea central que sostiene es que un número de prioridades bien establecidas supone un gran impacto en la mejora de los resultados que se pretenden. Las prioridades se centraron en ayudar a pensar de modo crítico y con una dimensión de profundidad a unos chicos bombardeados por informaciones de todo tipo que no llegaban a digerir, que se movían en la superficialidad de las cosas y que estaban llenos de tópicos que configuraban su pensamiento, domeñaban su voluntad y condicionaban sus sentimientos.
Tengo que reconocer que también me motivaba el poder servir como cauce que propiciase un encuentro con lo transcendente, eso sí, sin ningún tipo de adoctrinamiento ni manipulación. Cada vez tengo más claro que a Dios le cuadra exactamente el epigrama griego: “Tomemos la dirección que tomemos, siempre nos taremos con Él en el camino”. Con esta idea en la mente pensé que si se generaban lo que Ramsey llama “disclosuresituation”, situaciones de desvelamiento, los chicos tendrían que llegar a plantearse las grandes cuestiones sobre el sentido de la realidad y de la vida, sobre la verdad de las ofertas seductoras que más que liberar esclavizaban, sobre lo auténtico y lo falso, sobre la felicidad, sobre la muerte y la eternidad, etc. Llegados a estos grandes interrogantes existenciales de modo natural surgiría la gran cuestión sobre lo divino. Como dijo Oscar Wilde Dios habita en lo profundo.
A lo largo del año se desarrollaron todos los temas curriculares propuestos por la Delegación de Enseñanza. No pretendía elaborar un curriculum paralelo, al contrario, se trataba de ir profundizando, desde los temas propuestos, para que el alumno fuera más allá y llegase a un estadio en el que se plantease sus propios interrogantes. L a idea era acompañarle en el descubrimiento de sus propias potencialidades para que fuese generando una mirada propia sobre la realidad circundante y sobre sí mismo. Desde aquí podría propiciarse ese encuentro hierofánico (un encuentro con lo sagrado). Sé por experiencia propia que en el hondón de la realidad y del propio ser se puede vislumbrar la luz divina. Señalaré algunas de las líneas clave fueron vertebrando el curso:
En primer lugar el tono y la metodología fueron socráticos. Se comenzaba reconociendo y poniendo en duda las nuestras ideas previas sobre un tema para ver su consistencia o inconsistencia. Poco a poco fue constatándose que muchas de las certezas que se tenían no pasaban de ser meras opiniones heredadas y con poco fundamento.
Un segundo aspecto fue desvelándose como algo fundamental, había que transitar de la pura tolerancia a lo“di-verso” (“di” en latín significa oposición), al con, de “con-versación”, al diálogo (“cum” en latín indica reunión, compañía). Algo que es esencial en nuestra sociedad cada vez más plural. El diálogo nos enseña que la clave no está enla defensa a ultranza de las propias ideas sino en elmestizaje, un mestizaje de ideas, de reflexiones. Todos aportamos, todos compartimos, todos buscamos conjuntamente la verdad. Parafraseando libremente a Antonio Machado: Ni tu verdad, ni la mía, busquemos juntos la verdad.
Un tercer aspecto fundamental fue, utilizando la expresión del Nobel, Daniel Kahneman, el de intentar transitar de “pensar rápido a pensar despacio”. Al hablar de pensar rápido nos referimos al modo de pensar que se ahoga en lo espontaneo, un pensar automático imposible de desconectar a voluntad. Un pensamiento dominado por tópicos, intuiciones, emociones, impresiones. Lleno de prejuicios, buscador de caminos cortos y fáciles, fuente de errores de percepción y de juicio. Frente a éste hay que enseñar a pensar despacio, sin prisa, sopesando la cara y cruz de las cuestiones. Ese pensamiento que se pone en marcha cuando uno cuestiona aquella intuición que le parecía más sólida, cuando va rectificando errores y cuando comienza a dejarsellevar por los argumentos más que por los intereses, las ideas preconcebidas o las autoridades. Sigamos la argumentación a donde quiera que nos lleve como decía Platón. Es el pensamiento crítico tan necesario y tan escaso en esta sociedad donde preferimos escuchar al creador de opinión de turnopara saber qué es lo que tenemos que opinar sobre cualquier tema (eso sí, siempre al gusto del consumidor de derechas, de centro, de izquierdas, vertical u horizontal…permítaseme la broma) antes de pensar por nosotros mismos.
El cuarto fue el de ir comprendiendo que eran fundamentales las informaciones y los datos que adquiriésemos; que la ciencia, el pensamiento y la reflexión eran esenciales; que a la hora de reflexionar sobre el sentido de la vida y sobre lo que quisiéramos y deberíamos conseguir y construir, hacía falta una voluntad fuerte; que también el corazón era muy importante. Pero que todo eso no era suficiente pues somos limitados, contingentes, o sea no nos bastamos a nosotros mismos. Precisamente cuando descubrimos esto se nos hace evidente que tenemos un anhelo profundo e insaciable, un anhelo de plenitud, de felicidad colmada, de ser. Un anhelo de eternidad. Esa realidad nada ni nadie podrá colmarla sino Dios, un Dios que nos salga al encuentro. Podremos abrirnos aÉl y penetrar en su Misterio, o podremos negarlo porque excede nuestra comprensión y nuestro entendimiento, o simplemente porque consideramos que no existe. Al final cada uno tendría libremente, y desde lo más profundo de su ser, que decidir. En tiempos líquidos como dice Bauman, tiempos de superficialidad y banalidad esta decisión puede parecer secundaria en el orden de prioridades, pero no, todo lo contrario, se trataba de hacerles ver que esta decisión era la más importante de toda la vida.
Como ustedes comprenderána lo largo del curso la expresión “estoy rayado” fue bastante habitual en el aula; no fue tampoco fácil romper con los esquemas del“ cómo va a ser el examen, del ¿ entra en el examen o no?, de esto es complicado o dime lo que tengo que poner, del ¡somos adolescentes!¡UFF!”Acompañado de ojos abiertos al estilo del búho quinceañero, puedo asegurar que esa especie existe…la verdad es que fue divertido. Muchos de ellos compartieron con sus padres algunas de sus dudas, sus pensamientos y las reflexiones de las clases; y desde luego algunos de ellos empezaron a pensar “de profundis”.
Al finalizar el curso una de las alumnas me entregaba una foto enmarcada en la que aparecían todos los que participantes en esta aventura filosófica. Es una de las fotos que acompaña este texto. Lo más importante venía escrito en el reverso y no me resisto a compartirlo:
“Con mucho cariño de tu alumna…Más que un profesor, has sido alguien especial en este curso, por enseñarnos VALORES, por cuidar y preocuparte de nosotros y por venir siempre a clase con una…Espero que nunca olvides esta experiencia y que sea algo especial para ti.
Eres una pieza más en el puzle de nuestra vida”
Esta nota me hizo recordar uno de los comentarios de texto que les puse al principio del curso, en él se narraba lo que había supuesto para un joven el encuentro con su profesor de filosofía. Desde luego estas palabras pueden aplicarse a multitud de maestros y profesores que plantaron la semilla del Espíritu en el espíritu de niños y jóvenes, una semilla que de seguro dio frutos maravillosos, y en muchos casos inesperados. Desde luego que la enseñanza es un riesgo muy bello.
No puedo cuantificar el éxito del proyecto, si más o menos, eso sí el camino fue muy interesante, y al menos quedó clara la verdad de aquel aforismo latino que decía así: Per aspera ad astra, — pero esto ya lo dejo para que lo traduzcan e interpreten.
A mis chic@s de 4 de ESO del Divino Maestro:
Juan Jesús Cañete Olmedo
Sacerdote y Profesor de Filosofía