Teilhard de Chardín. Una apologética para el siglo XXI

1 octubre de 2023
Teilhard de Chardin, Pierre (1881-1955), Jesuit philosopher and paleontologist. (Photo by Prisma/UIG/Getty Images)

Hace cien años Teilhard de Chardin escribía “la Misa del Mundo”[1], el mundo es la Hostia definitiva y real en la que Cristo desciende poco a poco hasta la consumación final. Dios sigue ordenando el mundo, cada vez más intensamente, a medida que avanza la evolución, hasta el advenimiento glorioso de Jesús al final de los tiempos (parusía). ¿Puede este mensaje tener eco  en un mundo marcado por la técnica y la ciencia? Comenzamos aquí una serie de artículos donde daremos respuesta a esta pregunta, y lo haremos guiándonos, o mejor inspirándonos en ese científico, filósofo, teólogo y místico que fue Teilhard de Chardin.

Pierre Teilhard de Chardin nació el 1 de mayo de  en Sarcenat, cerca de las ciudades gemelas de Clermont-Ferrand y murió en Nueva York en 1955. Su obra filosófica y teológica no fue publicada hasta después de su muerte. Su publicación   causó un gran impacto,  probablemente  en el decenio 1955-1965 fue el personaje científico sobre el que más se escribió, de hecho llegó incluso a hablarse de “el fenómeno Teilhard”[2]. La realidad hoy es muy distinta, el pensamiento de Teilhard comenzó a declinar a partir del final de la década de los 70 del siglo pasado quedando, en palabras de Olegario González de Cardedal, en una especie de silencio respetuoso [3]. Afortunadamente hace algunos años hay signos de que esto está cambiando y sus grandes intuiciones siguen manifestando una gran potencialidad para  inspirar  la filosofía, la teología, y la espiritualidad actual.

  Para comenzar a hacernos idea  de quien fue Teilhard basta hacer referencia a los comentarios de dos de sus  principales intérpretes. La obra de Teilhard, afirma el teólogo Henry de Lubac, no es más que la vida del hombre Teilhard[4].  Por su parte el científico Paul Chauchard lo define como un testigo de Jesús en un mundo científico, y un testigo de la ciencia en el mundo eclesial[5](2).

Sobre la carrera científica de Teilhard, sobre todo en paleontología, basta ver el libro de Barjon y Leroy La carrera científica de Teilhard[6].  Aquí, sin embargo, nos interesa más su obra fenomenológica y las implicaciones filosófico-teológicas de su pensamiento. Si nos centramos en la importancia que tiene para el diálogo entre la ciencia y la fe hemos de afirmar que Teilhard fue el primer autor cristiano que expuso su fe en términos accesibles y sensatos al hombre de ciencia agnóstico; por primera vez en el siglo XX, los más agnósticos y ateos  dedicados a las ciencias podían saber de lo que habla un cristiano[7].

En Teilhard podemos distinguir varios planos distintos, pero no separados, la obra técnica del paleontólogo, la síntesis científico-filosófica, su visión del mundo, y finalmente el pensamiento teológico. Su cosmovisión se fundamenta en lo que la ciencia le fue desvelando y esto le obligó a repensar el cristianismo.

El pensamiento de Teilhard es un pensamiento unitario que busca integrar en una grandiosa Welthanschaung (cosmovisión) lo que conoce por la ciencia y lo que cree por la fe.  Para ello opta por dar una interpretación del mundo manteniéndose dentro del fenómeno o sea de lo que aparece y se ve. Lo que ve es un mundo en evolución, no un mundo de esencias estáticas; un mundo donde materia y espíritu no son dos sustancias heterogéneas sino los dos polos, dos estados de una misma trama cósmica, una trama donde Dios se transparenta, se hace diáfano. En Teilhard el científico está injertado en el místico y el profeta.

Él mismo no se propuso crear un sistema cerrado, ni un cuadro definitivo de la verdad, sino  desvelar los ejes de progresión que  descubren  el significado profundo de  un universo en evolución. Él se esforzó por abrir uno de los caminos convergentes que conducen a Cristo, quizás uno de los mejores en un mundo marcado por la tecno-ciencia, y por qué no decirlo, en un mundo donde el pesimismo cósmico y antropológico parece adueñarse del alma humana. Él era   consciente de que solo trazaba un camino que esperaba que otros rectificasen, por lo tanto reprocharle que es incompleto  no es más que  una perogrullada y  creerle completo un contrasentido.

La vida y la obra de Teilhard van totalmente unidas, de hecho, no debiéramos decir que ha escrito decenas de ensayos, sino un ensayo que ha comenzado múltiples veces hasta su último día[8]. Después de todo en todos los niveles de investigación no proseguido más que una sola investigación: la búsqueda de Dios percibido en su plena realidad por transparencia en el corazón de la materia, gracias a su conocimiento previo por la fe[9]. Veamos pues a lo largo de los siguientes capítulos la gran síntesis que nos propone Teilhard donde la ciencia, la razón y la fe se aúnan.

 Juan Jesús Cañete Olmedo
Sacerdote diocesano y Profesor de Filosofía


[1]  P. Teilhard de Chardin, Himno del Universo, Trotta, Madrid 2004, p. 28-40.

[2] E. Colomer prólogo a la obra de C. Cuenot  Teilhard de Chardin, Labor, Barcelona, 1973, p. 7.

[3] Olegario González de Cardedal ,  Fundamentos de Cristología , B.C.A., Madrid 2006, p. 217.

[4] H. De Lubac, La prière du Père Teilhard de Chardin, Fayard, Paris 1964, p.15.

[5] P. Chauchard, El pensamiento científico  de Teilhard de Chardin, Taurus , Madrid 1967, p. 226-227.

[6]  L. Barjon, P. Leroy, La carriere scientifique de Pierre Teilhard de Chardin, Rocher, Mónaco 1964.

[7] M. Eliade, El vuelo mágico, Siruela, Madrid 1995, p.221.

[8] C. Tresmontant, Introducción al pensamiento de Teilhard de Chardin, Taurus, Madrid 1966, p. 7, 69.

[9] P. Chauchard, El pensamiento científico  de Teilhard de Chardin,  p. 259.  

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