Filosofía y mística I. Mística del hombre ordinario
14 octubre de 20221.- Mística y Filosofía, pero ¿qué tienen que ver?
Comenzamos una serie de artículos bajo el epígrafe Filosofía y Mística. Pero ¿qué tiene que ver la filosofía con la mística? Si le preguntáramos a Ortega y Gasset diría que ambas se encuentran en las antípodas, si nos dirigiéramos a María Zambrano, por cierto una de sus discípulas, su respuesta sería distinta, diría que la mística abriría el camino para penetrar en las profundidades del alma permitiéndonos tocar aquello en lo que toda la realidad se fundamenta y que en conceptos teístas llamamos Dios.
2.- La racionalidad y la experiencia al hablar de Dios.
En un espacio como el del atrio de los gentiles reflexionar sobre la mística como un camino hacia la verdad cobra un interés especial. Cuando hablamos de Dios nos surgen de inmediato una serie de problemas filosóficos, por ejemplo el tema de su existencia, ¿existe Dios o no?, ¿qué argumentos podemos dar a favor o en contra? Al mismo tiempo nos encontramos con creyentes para los que la existencia de Dios no les supone ningún problema. Son aquellos que dicen haber tenido una experiencia de Dios, un encuentro con Él. De hecho, estos pueden albergar dudas sobre aspectos de la divinidad, pero no de su existencia, como nosotros no podemos albergar dudas sobre la existencia de nuestra familia o de la piedra con la que tropezamos[1]. Los que no son conscientes de experiencia alguna en la que pudieran haberse encontrado con Dios consideraran generalmente que no la han tenido porque Dios no existe, y que Dios es producto de algunas imaginaciones supersticiosas. Al tratar este tema el teísta y el ateo o el agnóstico parecen vivir en mundos distintos. ¿Es posible establecer algún tipo de diálogo entre ambos? Ciertamente en el ámbito teórico podemos dar nuestras razones, pero la cuestión se complica extraordinariamente cuando hablamos de nuestras propias experiencias. ¿Cómo hablarle de la experiencia de Dios a alguien que no la tiene?, ¿cómo reflexionar y poner en palabras comprensibles a todos algo que parece tan subjetivo?
3.- Importancia de la cuestión.
La cuestión es aún más relevante pues, en nuestras sociedades secularizadas, de la capacidad humana de tener esa experiencia de Dios depende el devenir del propio cristianismo. El teólogo Karl Rahner se expresaba en este sentido de un modo contundente al afirmar que el cristiano del futuro o sería un “místico”, es decir, una persona que ha “experimentado” algo, o no será cristiano. Porque la espiritualidad del futuro no se apoyará ya en una convicción unánime, evidente y pública, ni en un ambiente religioso generalizado, previos a la experiencia y a la decisión personales[2].En definitiva, en nuestra sociedad de poco servirán las razones a favor de la existencia de Dios si finalmente no se propicia la experiencia. Pensar sobre esta experiencia y la realidad que nos muestra es hablar de filosofía y mística.
4.- ¿Qué entendemos por mística?
Para muchas personas los místicos son gente excepcional, un poco rara y muy escasa, sin embargo aquí entendemos la mística como una experiencia directa de Dios que está al alcance de todos. La mística, en este sentido, no alude al poder de algunas personas especiales dotadas de un conocimiento inmediato de Dios mediante experiencias religiosas extraordinarias, como visiones o audiciones, sino que se haya inscrita en el día a día de todos los hombres y mujeres de este mundo[3]. En este sentido al hablar de mística nos referimos a una forma particular de conocimiento del yo (de uno mismo) indisolublemente unido al conocimiento del fundamento de ese yo, algo que en términos filosóficos llamamos el Otro, el Misterio o lo Absoluto y en términos religiosos llamamos Dios. La tradición mística llamaba a esto la “cognitio Dei experimentalis” es decir “conocimiento experiencial de Dios”[4]. Se trata de la forma mística de conocimiento que, a diferencia del conocimiento experimental, está caracterizada por el hecho de que se realiza de forma inmediata, sin mediaciones, de forma intuitiva y no reflexiva o discursiva. Por ejemplo, cuando alguien afirma que ha tenido una experiencia de Dios no habla de que ha tenido un conocimiento experimental de Dios como el que se tiene cuando observa un árbol o una montaña, sino que en lo más íntimo de su ser ha “experimentado a Dios”, Dios le ha conmovido, ha tocado su corazón y le ha hecho vibrar en lo más íntimo. Esa experiencia va íntimamente unida al propio autoconocimiento.
No solo unos cuantos elegidos tienen a su disposición esta forma de autoconocimiento, sino cualquier persona, dotada de conciencia, tiene a su alcance la autocerteza en forma de encuentro con uno mismo y con Dios. Es en la intimidad del alma, opaca para muchos por la superficialidad en la que vivimos, donde encontramos a Otro (Dios) que está en uno mismo y, al mismo tiempo, está fuera de uno mismo y por encima de uno mismo. Como afirmaba San Agustín: “Interior intimo meo, superior summo meo” (más interior de lo más íntimo mío y lo más superior de lo más supremo mío)[5]. San Agustín se preguntaba sobre qué quería conocer y se respondía que solo deseaba conocer a Dios yal alma[6], y resultaba que esos dos tipos de conocimiento eran inseparables, el conocimiento de la propia alma solo era posible por la luz otorgada por Dios, y el conocimiento de Dios solo era posible penetrando en el hondón del alma.
5.- ¿Quién es místico?
Las personas sensibles a lo Sagrado y al Misterio (la mayoría personas muy sencillas)lo que hacen es desvelar algo que en el fondo todo ser consciente vive, lo sepa o no: la unión entre su yo (su autoconciencia) con el fundamento de su yo, Dios, pues nadie se fundamenta a sí mismo. De alguna manera podemos decir que la persona con sensibilidad religiosa saca a Dios de su anonimato y le da un nombre. Toda persona de fe, lo haya pensado y categorizado o no, ha experimentado la unión con Dios en la autoconciencia por eso podemos hablar de la mística de gente corriente[7]. Los grandes místicos desvelaron lo que ya eran porque lo somos todos: alguien unido con Dios sobre el fundamento de sí mismo, es decir, imagen de Dios en la realización de la propia vida de cada uno, y esto lo vivieron de un modo extraordinario. Pero esta experiencia no se circunscribe solo a ellos, sino que en el hondón de todo ser humano (creyente o no), en lo más íntimo de sí, se encuentra lo que realmente es y que en términos bíblicos llamamos imagen de Dios. No olvidemos que Dios habita en lo profundo y todos, en principio, tendrían acceso a esa experiencia si rompen las ligaduras del propio ego y de la superficialidad.
6.- A modo de justificación.
Así pues la experiencia de Dios va íntimamente unida a nuestro propio conocimiento. Esta experiencia posibilita que nos veamos, y veamos, de una manera más profunda y auténtica, permitiéndonos percibir los distintos niveles del alma y de la realidad que nos alberga. Utilizando la expresión de Teilhard de Chardin[8] hablaríamos de diafanía, todo se hace más transparente. Dios no solo se revela (epifanía) en el mundo que nos circunda sino que hace transparente todo el universo, con su luz nos permite ver todo lo demás[9]. Este conocimiento intuitivo que nos ofrece la mística justifica esta serie de artículos que ahora comenzamos. Sobre sus méritos o deméritos ustedes juzgarán.
Juan Jesús Cañete Olmedo
Sacerdote diocesano y Profesor de Filosofía
[1] Sobre la problematicidad y aproblemiticidad del teísta A. MacIntyre, Dios, Filosofía, Universidades. Historia selectiva de la Tradición Filosófica Católica, Nuevo Inicio, Granada 2012, pp. 19-24.
[2] K. RAHNER, «Espiritualidad antigua y actual», 25 en Escritos de Teología, Taurus , Madrid 1969, p. 13-35.
[3] Saskia Wendel, “Gott in mir, ausser mir, über mir. Zum Verständnis christlicher Mystik“, Geist und Leben, 84 (2011), páginas 15-27. Un extracto de este artículo puede encontrarse en Saskia Wendel “Dios en mí, fuera de mí, por encima de mí. Una nueva comprensión de la mística cristiana”, Selecciones de Teología El número 202 (volumen 51) de 2012; Un comentario a este artículo en Dolores Prieto Santana, la mística del siglo XXI impulsará la solidaridad, https://tendencias21.levante-emv.com/la-mistica-del-siglo-xxi-impulsara-la-solidaridad_a11608.html.
[4] Aunque la traducción literal sería experimental y he traducido experiencial por las connotaciones personalistas que tiene este concepto.
[5] San Agustín, Confesiones III, 6, 11.
[6] San Agustín, Soliloquios 1.7.
[7] Dorothee Sölle hablaba de que la mística es “algo para la gente corriente”, Mystik und Widerstand – »Du stilles Geschrei«. Hoffmann und Campe, Hamburg 1997.
[8] P. Teilhard de Chardin, El Medio Divino, Trotta, Madrid 2021.
[9] C. S. Lewis, ¿Es la teología filosofía? en El diablo propone un brindis, Rialp, Madrid 2017, p 98.