Experiencia misionera en la Colonia Nueva San Juan de Honduras

17 septiembre de 2019

Ya llevaba muchos años soñando con este momento, muchas horas buscando destinos y la manera de poder realizarlo. Y es que, desde Jaén, no encontraba los medios para poder hacerlo. Así que, el año pasado decidí ir sí o sí con un amigo de misión a África. Pero, el sacerdote de mi parroquia, D. Germán García Aguilera, al enterarse me recomendó hablar con la Hermana Izaskun, misionera del Sagrado Corazón de Jesús y de María y con los miembros de la Delegación de Misiones. Y, a partir de ahí, empecé a comunicarme con ellos durante varios meses hasta que por fin se hizo realidad.

Me ilusionaba bastante poder realizar este servicio misionero hacia los demás y el salir de España para conocer otra cultura, otras costumbres. Además, poder servir es algo que me hacía y me hace feliz y es una parte de mi felicidad que necesito cubrir. Creo que el Señor me ha encomendado muchas tareas en esta vida y una de ellas es ser misionera/voluntaria, así lo siento y así lo creo, porque ayudar a los demás desde mi propio entorno es algo que tengo muy presente en mi día a día. Creo que la misión que el Señor quiere que cada uno de nosotros abordemos empieza en nuestra casa con nuestra familia, continúa en nuestro entorno, con nuestros amigos y nuestra comunidad parroquial y así, va subiendo eslabones hasta llegar al mundo entero.

Me doy cuenta de que antes de irme a Honduras la palabra Honduras, valga la redundancia, era una más en mi vocabulario pero ahora no, después de este intenso mes allí trabajado y vivido me doy cuenta de que al escuchar HONDURAS florecen en mi interior muchos sentimientos que no sabría cómo definir con palabras. La situación de este país no puede seguir así, es una pena ver la falta de humanidad entre la mayoría de las personas. En ningún lugar del mundo debería de existir tanta violencia, miedo a la vida, falta de necesidades básicas, de cariño entre la propia familia, de educación por parte del gobierno y un largo etcétera. Tengo totalmente claro que todo eso es fruto de no conocer a Jesús, de no conocer su palabra y mucho menos de seguirla. Honduras es un país precioso con muchas riquezas naturales pero la más grande de todas es su gente y, por ello, tienen que vivir felices y en condiciones normales.

Desde mi punto de vista, NOSOTROS, LOS JÓVENES, tenemos el deber de intentar cambiar el mundo: los pensamientos malos y negativos, hacernos fuertes, escuchar la palabra de Dios, evangelizarla a todo el mundo, ser conscientes de la realidad e intentar ir cambiando poco a poco tanta injusticia, porque todos somos iguales y nos tenemos que ayudar y amar sinceramente los unos a los otros.

En la vida, todos buscamos la felicidad, a veces es difícil encontrarla o la encontramos en cosas que realmente no nos hacen felices, por ello, nuestra misión como cristianos católicos es dar a conocer el mensaje del Señor y seguirlo. Así, desaparecerían muchas injusticas, maldades y sufrimientos de los que las personas somos los únicos responsables.

Siento que mi FE se ha fortalecido mucho más como fruto de las vivencias de esta misión y sé que me está ayudando a ver las cosas de otra manera y a afrontar los malos momentos de injusticia y de impotencia con más entereza, confiando en el Señor y sacando el lado positivo de las cosas. Un mes en Honduras te puede hacer cambiar muchas cosas en tu vida, tú vas a servir y ayudar a los demás y puede que sin darte cuenta también te estés ayudando a ti mismo, mejorando como persona principalmente entre otras cosas.

Hoy sigo dándole gracias a Dios, por haberme dado esta gran oportunidad no solo de hacer misión con los más necesitados, sino por poner en mi camino a las hermanas de esta congregación y a los voluntarios, que son personas maravillosas de las que, desde mi silencio, también he aprendido mucho. A veces me parece mentira todo lo que he vivido, pero no, es real y me siento muy afortunada por todo ello.

En conclusión, para mí personalmente, un cristiano siempre tiene que sumar y aportar en positivo y nunca restar. Siempre en búsqueda de la felicidad y el bien común como forma de vida. Una nueva misión acaba de nacer en mí.

María Carmona Delgado
Misionera en la Colonia Nueva San Juan de Honduras

Galería fotográfica: «Experiencia misionera en Honduras»

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