El Obispo inaugura el nuevo curso en los Seminarios diocesanos y el Centro de Formación Cristiana «San Pedro Pascual»

23 septiembre de 2019

El pasado sábado, 21 de septiembre, fiesta de San Mateo, se celebró la apertura de curso de los Seminarios Mayor y Menor y el Centro diocesano de Formación Cristiana «San Pedro Pascual».

La mañana se inició con la celebración de una Eucaristía, presidida por el Obispo, Don Amadeo Rodríguez Magro, y concelebrada por el Vicario General; el Rector, el Vicerrector, otros formadores y miembros del claustro del Seminario diocesano; el director del Instituto de Ciencias Religiosas y el director de la Escuela de Fundamentos cristianos.

Estuvieron presentes, además, los seminaristas y otros miembros de la comunidad del Seminario, algunos alumnos del Centro de Formación, miembros de la curia y familiares y amigos de los seminaristas.

Homilía
El Obispo comenzó agradeciendo su presencia a todos los asistentes y continuó haciendo hincapié en la imagen del Corazón de Jesús que presidía la celebración eucaristía. “Esta capilla en la que hoy el Señor nos ha convocado, la preside el Corazón de Jesús, al que tenemos siempre que mirar y contemplar, porque nuestra vida y, especialmente, la vida del sacerdote, no tiene otro camino y otro horizonte que el de identificar su corazón con el corazón de Cristo”.

Asimismo, Don Amadeo se dirigió a los seminaristas que  “al fin y al cabo, sois los protagonistas de este acto que estamos celebrando”. Y les recordó que la formación es un tiempo largo en que hay un proceso de trasformación y de cambio. “Es un tiempo para el fortalecimiento de la vocación. Lo importante es que nuestra vida se vaya transformando hasta una identificación con Cristo. Que nuestra vida vaya creciendo, madurando y fortaleciéndose hasta que tenga la estatura de Cristo. Este es el camino y el objetivo para nosotros, sacerdotes y seminaristas”.

Les explicó, además, que “el Seminario os ofrece un camino de crecimiento, de desarrollo, de fortalecimiento de vuestra fe, con un itinerario que os pide, desde el principio, que descubráis que sois discípulos del Señor. El discípulo es aquel que abre, su corazón, su vida y que es todo disponibilidad para acoger y para escuchar con confianza”.

El Prelado quiso mostrar, también, su alegría por la incorporación de cinco nuevos seminaristas. “Este año el grupo ha sido enriquecido con cinco nuevas vocaciones que han iniciado su itinerario de formación. Dejaos acompañar, porque es un camino de acompañamiento y hay que estar abiertos. Y, también, es un camino de discernimiento, que tenéis que hacer en sintonía con la Iglesia”.

“Que San Mateo, que hoy se nos ha presentado, en su fiesta, como modelo de una llamada, de una elección, de una transformación y de un cambio de vida, sea para vosotros ejemplo del gozo y la alegría de haber sido llamados. Le pedimos, también, su intercesión para que, como él, seáis dóciles a la acción de Dios y a la acción del Espíritu, a través del ministerio de la Iglesia”, culminó Monseñor Rodríguez Magro.

Acto Académico

Tras la Santa Misa, y ya en el salón de actos, tuvo lugar la sesión de apertura del curso académico 2019-2020.

En primer lugar, tomó la palabra el Rector del Seminario, D. Juan Francisco Ortiz, para dar la bienvenida. Quiso, igualmente, manifestar la ilusión y la alegría de la comunidad del Seminario en el inicio de este nuevo curso “en el año en el que se cumple el 450 aniversario de la muerte de San Juan de Ávila, el 125 de su beatificación y el 50 de su canonización”.

Don Juan Francisco hizo hincapié, también, en la incorporación de los nuevos seminaristas, a los que quiso dar la bienvenida, para, a continuación, centrarse en la importancia de la espiritualidad en el Seminario. “La espiritualidad del sacerdote diocesano hoy día está muy definida, gracias a Dios y a la gran influencia del  maestro San Juan de Ávila y es uno de los pilares de la formación del seminario. El cuidado pastoral de los fieles, tarea para que debe preparar el Seminario, exige que el presbítero posea una sólida formación y una madurez interior, nos recuerda la Ratio. La espiritualidad del Seminario, como la de toda comunidad cristiana,  tiene su fuente y su culmen en la Eucaristía, que cada día centra la oración, el estudio, la convivencia, la formación y todas las actividades. Así como en la liturgia de las horas, la oración personal, etc”.

Haciendo referencia a la carta pastoral del Obispo «San Juan de Ávila, pregonero de la gloria de Dios», el Rector recordó que “se dice, con razón, que el Maestro Ávila creó, a través de la Universidad de Baeza, una preciosa tipología sacerdotal, la del clérigo reformado, austero en sus costumbres, predicador enardecido por el estudio de la Escritura, hombre de recia oración y reconocible a simple vista por su porte externo. Así eran los presbíteros que se inspiraban en el Maestro Ávila, que son conocidos como escuela sacerdotal avilista”.

Y finalizaba poniendo el Seminario bajo la intercesión de San Juan de Ávila. “Así pues, en esta tierra que vio al santo patrón del clero español poner en marcha esa gran obra reformadora de la formación de los sacerdotes, pongamos bajo su intercesión a nuestro querido Seminario y bajo la guía y el cuidado de nuestro Obispo y Pastor”.

A continuación, el Jefe de Estudios, D. Juan José Cañete, procedió a leer la Memoria del Curso 2018-2019 tanto del Seminario como del Centro diocesano de Formación Cristiana.

Lección Inaugural
La lección inaugural corrió a cargo del profesor de Lección inaugural a cargo del profesor del seminario, D. Francisco Javier Díaz Lorite, con el título «San Juan de Ávila, luz para la cultura y sociedad actual».

Con su exposición el Díaz Lorite pretendió presentar a San Juan de Ávila “como una luz imprescindible para la sociedad y cultura actuales. Una sociedad que se encuentra en un proceso de cambio de era, que busca caminos de realización, pero con frecuencia equivocados, pues cree que sólo el hombre se basta a sí mismo para llegar a su plenitud”.

El profesor aseguró, además, que “el Apóstol de Andalucía, adentrándose en la vivencia del misterio del amor de Dios, se convierte, así, en modelo de creyente y de teólogo que ilumina con su vida y su enseñanza el camino de la evangelización y humanización plena en las actuales circunstancias”. Y culminó: “podemos decir, por tanto, con todo rigor, que San Juan de Ávila, conocido como el Santo Maestro, es, sin duda, no sólo un gran Doctor de la Iglesia Universal, sino un gran Maestro para la sociedad y cultura actual. Desde el Evangelio vivido y predicado, ha contribuido, y sigue haciéndolo, a sembrar y expandir, junto a otros grandes hombres y mujeres de la humanidad, la cultura del amor”.  

Posteriormente, se homenajeó al profesor emérito, D. Enrique Cabezudo Melero, que se mostró muy contento y agradecido por todo el cariño recibido. Así, utilizando una de las frases del templo de Delfos, Cabezudo dijo que “las cosas hermosas son difíciles, pero ha merecido la pena ser ambicioso de ser coherente, de seguir hacia adelante y decir lo que dice el Salmo: “Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad”. Y ahora toca mirar hacia adelante”. El profesor emérito terminó su discurso con un emotivo “Gracias”.

Tras esta distinción, el Obispo de Jaén inauguró oficialmente el curso en el Seminario. Además, tuvo unas palabras de felicitación y agradecimiento a D. Enrique Cabezudo. Y, también, quiso mostró su gratitud a D. Francisco Javier Díaz Lorite.

Finalmente, la jornada concluyó con un aperitivo fraterno.

Galería fotográfica: «Apertura del curso de los Seminarios y el Centro de Formación Cristiana»

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