CREYENTES Y DISCÍCPULAS: La fe de las mujeres del Evangelio
2 noviembre de 2012![CONFER](https://lh4.googleusercontent.com/-aiv0OGw_oPI/UJN7BQMfDAI/AAAAAAAB3j4/KpgHpBZ4-kY/s288/image003.jpg)
En el Año de la FE, María Dolores nos habló de la Fe, concretamente de la Fe de las Mujeres del Evangelio.
Con su habitual hondura y claridad nos brindó una extraordinaria jornada de formación, humana, bíblica y espiritual. Partiendo de una pregunta de aparente sencillez, ¿cómo vivimos la fe?, fue exponiendo la necesidad de tener experiencia de Dios, del Dios que nos sostiene en sus brazos como a un niño pequeño, sintiendo la seguridad y la confianza de que no nos va a soltar.
Para darse esta experiencia, añadió, se necesita silencio:
• abrirnos al Señor Jesús para que nazca dentro del corazón su Palabra.
• callarnos, para que Él pueda adentrarnos en su Misterio.
Poco a poco, tanto por lo que decía pero aún más por cómo lo decía, fuimos entrando en un clima sereno de reflexión y contemplación.
Clima rico en nutrientes del espíritu, propicio para la primera de las actitudes de la fe: Recibirle, recibir al Señor Jesús que viene, al Dios que se acerca y ungirle como María de Betania, hermana de María y la pecadora que ya no lo era.
Estas mujeres, dijo, podemos ser cada una de nosotras y también cada creyente… es como si ellas saltaran del relato, se instalaran dentro y las dejáramos “vivir”.
La reflexión sobre la unción a Jesús, nos llevó a una comunicación rica, fluida y muy participada en la que se puso en común, sentimientos y experiencias gozosas y también algunos miedos que podrían, hoy, dificultar la vivencia de la fe y la nueva evangelización.
Por la tarde continuó María Dolores internándonos en el camino de la fe que recorrieron las mujeres del evangelio: RECIBIERON a Jesús, le ESCUCHARON, le SIGUIERON, le TOCARON, le SIRVIERON, le UNGIERON y le ANUNCIARON.
Con imágenes bellísimas y con sus palabras, no menos bellas, las cien religiosas participantes, unas setenta de Jaén y unas treinta de Córdoba, nos fuimos sintiendo integradas, viviendo la intercongregacionalidad con hondo sentido de comunión y comunicación, gozando por sabernos hermanas y fortaleciendo nuestra fe.
Agradecemos a María Dolores Aleixander su presencia, la calidez y sabiduría de sus palabras y la sencillez en sus relaciones.
En la Eucaristía, Misterio de nuestra fe, dimos gracias a Dios por su Pan y su Palabra.
Salimos fortalecidas y animadas a seguir buscando respuestas para la pregunta del principio ¿cómo es tu vida de fe?
Hna. Isabel García Ruiz, hcr