Plan Cuaresmal 2017- Semana primera de Cuaresma: Escucha

«Escucha»: esta es la propuesta para la primera semana de Cuaresma. Porque la Sagrada Escritura nos relata las maravillas de Dios.

Es necesario que la Palabra se celebre, se conozca y se difunda. Por eso nosotros, siguiendo la indicación del Papa, haremos esta semana un compromiso a favor de la difusión, el conocimiento y la profundización de la Sagrada Escritura. Este domingo primero de cuaresma será nuestro domingo de la Palabra. Y durante la semana la escucharemos atentamente con la experiencia de la lectio divina.

En nuestras comunidades parroquiales hacemos juntos este domingo un compromiso con la Palabra de Dios: queremos estar en escucha permanente de la Palabra, sobre todo con la fórmula de lectio divina, que nos va a acompañar, además, a lo largo de las cinco semanas de Cuaresma. Fomentemos con ilusión las asambleas cristianas y pongamos en el centro de nuestras reuniones y de nuestros corazones la Sagrada Escritura.

Vicaría de Evangelización

El reto de escuchar la voz de Dios

Como la mayoría sabéis, desde el Miércoles de Ceniza los cristianos nos sumergimos en un tiempo precioso y propicio donde volver la mirada a nuestro Creador, el tiempo de Cuaresma es tiempo de hacer una parada en el camino y ante todo preguntarse ¿Dónde pongo mi esperanza?, o mejor dicho, ¿En quién pongo mi esperanza y mi vida?

En este primer Domingo de Cuaresma la Iglesia nos propone escuchar y meditar el Evangelio tan conocido de las tentaciones de Jesús (Mt 4,1-11) acompañado del relato de la creación del ser humano y el pecado de Adán y Eva (Gen 2-3). Por último el Apóstol Pablo a través de su carta a los Romanos nos presenta el maravilloso don de la gracia en la persona misma de Cristo que rompe con la dinámica del pecado que nos oprime y esclaviza.  Con introducción me gustaría compartir alguna reflexión personal (y que creo puede servir de ayuda a alguna persona) para terminar este Domingo, día del Señor, y vivir esta primera semana de Cuaresma con intensidad.

Vivimos en un mundo rodeado principalmente por una atmósfera de «indiferencia». El Papa Francisco nos hacía recapacitar en esta realidad al iniciar el Año de la Misericordia en diciembre de 2015. Caer en la indiferencia, ponernos esas gafas oscuras que no dejan ver al prójimo, es caer en la destrucción propia del ser humano. Cada persona es imagen de Dios, nunca olvidemos esto, y como imagen suya guarda una dignidad y valor único. Pienso esto porque las líneas del Evangelio de Mateo, se nos dice que Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu. El desierto es el lugar donde tomar decisiones, es el lugar de la opción personal, es el momento de la Libertad entre ser fuertes y vencer al maligno con la Palabra de Dios o dejarnos seducir por su aparente verdad, que lleva a las falsos dioses (tener, poder, prestigio). ¿Cuáles son los falsos dioses de hoy en día que borran la dignidad de la persona? ¿el egoísmo? ¿la falta de escucha? ¿el consumismo? ¿el utilitarismo?… éstos son solo unos cuantos falsos dioses, cada uno de nosotros sabe bien qué nos aleja de Dios. Y por ello hoy el Señor nos enseña que nuestros momentos de desierto personal, nuestras luchas interiores y sequedad, nuestra incomprensión, nuestros falsos dioses son una oportunidad para decir Sí al Señor, volver la mirada a Él y darle gracias porque quiso asemejarse a nosotros y ser testimonio para vencer el mal.

Escuchar la voz de Dios es abrirse a su misericordia y dejarse sorprender por Él. No hacen falta grandes esfuerzos y metas que pueden incluso perderse en el camino, sino sentir que en los pequeños momentos la vida está Él susurrándome al corazón que me quiere.

Hemos sido creados por Él, nos hizo de arcilla, de barro que experimentamos que es frágil. Pero nos hizo para ser sus hijos, que es el regalo más grande. Este tesoro es el que llevamos en vasijas de barro y que a veces la debilidad humana nos hace cuestionar tantas cosas. Adán y Eva, en los cuales están representados toda la humanidad, quisieron ser como dioses por sí mismos, ocupar el lugar de Dios, ésta es la tentación más grande que se nos presenta, entonces ¿dónde dejo que Dios actúe en mí si soy yo el que con mis fuerzas quiero ser como Dios? No son nuestros méritos lo que nos asemeja a ser hijos de Dios, sino los méritos de Jesús Resucitado que ya ha vencido el mal y nosotros, por el Bautismo, gozamos de la suerte de ser

Hijos de Dios.  Dios a través de su Hijo Jesús nos dice: eres de barro sí, pero para ser dar testimonio de que en la debilidad reside mi fuerza, que donde abundó el pecado más sobreabunda la Gracia, que por la Cruz se llega a la Victoria.

Hermanos, abracemos estos días la Palabra de Dios. Que la ESCUCHA sea nuestra motivación y reto para prepararnos bien la Pascua, la Resurrección del Señor. No olvidéis que Dios es el Dios de las sorpresas. Puedes buscar cada día un momento donde leer el Evangelio de la Misa y darle gracias a Dios entre los ajetreos de la vida.  Que Dios os bendiga.

Pepe Navarrete
Seminarista