El Obispo celebra, con las Hermanas de la Compañía de la Cruz, la fiesta de su fundadora, Santa Ángela de la Cruz
7 noviembre de 2016El pasado sábado, y coincidiendo con la fiesta de Santa Ángela de la Cruz, el Obispo de la Diócesis, Don Amadeo Rodríguez Magro se desplazó hasta el Convento que las Hermanas de la Compañía de la Cruz tienen en Linares para celebrar, con la comunidad de religiosas, la festividad de su fundadora.
Después de un encuentro con las religiosas de este convento, el Obispo presidió una Eucaristía acompañado del capellán del convento, D. José Antonio Balboa y de su secretario personal, D. Miguel Lendínez.
En su homilía, Don Amadeo quiso resaltar el ejemplo de Santa Ángela de la Cruz como un testimonio «maravilloso y universal para todos los que buscan al Señor y buscan vivir su fe con fidelidad al Señor». En este sentido, dijo a la comunidad de religiosas de la Cruz de Linares, que «la última motivación del carisma de las Hermanas de la Cruz es siempre la fidelidad a Dios y sobre todo la gracia de tener un corazón que se siente profundamente amado por el Señor».
El Obispo jiennenses quiso resaltar en sus palabras la misión que Cristo encomendó a Santa Ángela de la Cruz, «Lo más maravilloso que le sucedió a Sor Ángela de la Cruz fue la llamada del Señor desde muy niña. Fue poco a poco descubriendo los caminos que el Señor tenía preparados para ella. Pronto atendió la llamada de Cristo que le pedía que fuera servidora de los más pobres, más humildes y necesitados a través de la Compañía de la Cruz. El Señor dotó a Santa Ángela con el carisma muy especial, que es el carisma de la cruz, para dedicarse a aquellos que viven en la cruz de Cristo».
Por último, Don Amadeo alabó la labor que a lo largo de su vida realizó Sor Ángela de la Cruz, que es semilla de las actuales comunidades de la Cruz, que viven el carisma de entrega a los más necesitados sembrado por la santa sevillana, «Santa Ángela de la Cruz dedicó su vida a los que más necesitan el amor de Dios, la cercanía de Dios y a los que más necesitan el amor humano y el servicio; especialmente las personas enfermas, solas, abandonas y aquellas que tienen el corazón herido, todo ofrecido desde un profundo amor a Cristo crucificado».