La luz vence a las tinieblas en esta noche santa: Cristo ha resucitado
31 marzo de 2024La Vigilia Pascual ha reunido en la noche santa a numerosos fieles en la Catedral de Jaén, para celebrar que la luz ha vencido a las tinieblas; que nuestro Señor Jesucristo pasa de la muerte a la vida.
Debido a las inclemencias meteorológicas, en el interior del templo, junto a la puerta del Perdón, se encontraba el brasero que contenía el fuego nuevo que bendecía el Obispo, Don Sebastián Chico Martínez. Posteriormente, tras la incisión de la cruz, del alfa y el omega y de los otros signos en el Cirio, incrustó los cinco granos de incienso, en recuerdo de las llagas del Señor. Culminaba el rito encendiendo el Cirio Pascual, símbolo de la vida y la resurrección.
Con el Cirio encendido, el Canónigo y Rector del Seminario, D. Juan Francisco Ortiz, encabezó la procesión hasta el presbiterio, con el templo totalmente a oscuras. Lo seguía un seminarista con el báculo, el Obispo, algunos Canónigos de la Catedral, los seminaristas, los ministros y los niños que iba a recibir las aguas del bautismo, junto con sus padres y padrinos. Cerraba la comitiva los fieles reunidos en esta solemne celebración.
De camino hacia el altar mayor se entonaba tres veces «Luz de Cristo», mientras se levantaba el Cirio. En el primer canto, el Obispo encendía su candela. Tras entonar el segundo, uno a uno, todos los congregados encendieron las suyas. Una vez en el presbiterio, se pronuncia el tercer «Luz de Cristo», mientras se encendían algunas luces del templo y el Cirio Pascual se instalaba junto al ambón.
El Canónigo D. Emilio Samaniego fue el encargado de cantar el pregón Pascual. Le siguieron siete lecturas, con sus salmos. A continuación, con el canto del Gloria se encendieron todas las luces del templo y varios miembros de la Cofradía de la Buena Muerte vistieron la mesa del altar. Después, las campanas volteraron, anunciando que Cristo ha resucitado. Tras la lectura de la Epístola, se ha entonado el Aleluya. Y, finalmente, D. Emilio Samaniego proclamaba el Evangelio de San Marcos.
Homilía
El Obispo quiso comenzar su predicación recordando que hemos acompañado a Jesús en la soledad y el dolor de su pasión. “El camino del Calvario es el itinerario de su fidelidad y de su amor. Un camino que cruza los sufrimientos de este mundo hasta alcanzar la gloria de la resurrección”.
Asimismo, Don Sebastián subrayó que el sábado santo es “el símbolo de algo que vivimos intensamente en el mundo de Dios. Tanto en los días de éxito y de alegría, como en medio de las grandes catástrofes, Dios calla y espera. En este silencio de Dios hay muchos que dudan de la verdad de la fe, otros que se alejan resueltamente, otros muchos que sufren y esperan”. Para añadir: “Os invito a que, en este proceso de discernimiento sobre la conversión pastoral que estamos realizando en nuestro Plan Pastoral diocesano, vivamos esta noche especialmente cercanos a los alejados, a los desconcertados, a los incrédulos, a los cristianos decepcionados. Vamos a rezar fraternalmente por los que no conocen la verdad de la Iglesia o por tantos que crecieron en ella y hoy están lejos de nosotros, porque se han afincado en la incredulidad, de los mesianismos efímeros y vacíos que ofrecen los ídolos modernos”.
Del mismo modo, el Pastor diocesano recordó que, también, nosotros necesitamos “que nos ilumine y nos conforte el esplendor de la resurrección. Nuestra fe necesita fortalecerse con la aparición gloriosa de Cristo Resucitado”. “Como ese fuego nuevo que hemos encendido al comienzo de esta Vigilia, tiene que nacer una vida nueva en nosotros, en nuestra Iglesia entera”.
“Que esta noche marque para nosotros, como marcó para los discípulos y para las santas mujeres, el principio de un gran amor, de una vida diferente, libre de los poderes de este mundo, sostenida por la presencia cercana del Resucitado, renovada por la acción profunda de su Espíritu. Cada vez más parecida a la vida de los santos en el cielo, hecha de amor verdadero a Dios y a los hermanos. Esta es la nueva creación. Como la Virgen María, acojamos al resucitado con fe y alegría”, culminaba.
Sacramento del Bautismo
Al término de las palabras del Prelado, D. Juan Francisco Ortiz portó el Cirio Pascual hasta la pila bautismal, donde Don Sebastián bendijo el agua. Allí se bautizó a los dos pequeños: Martín y María de la Vega.
A continuación, los fieles que estaban participando en la Vigilia Pascual renovaron las promesas bautismales. Y, con las candelas encendidas, al igual que el día de su Bautismo, el Obispo fue asperjando a todos los presentes.
Las ofrendas fueron presentadas ante el Obispo por los familiares de los dos niños que acababan de ser bautizados.
Además, Martín y María de la Vega subieron al Presbiterio, junto a sus padres y padrinos que rezaron por ellos el Padre Nuestro. Su primera vez como hijos de Dios.
Tras la bendición final, el Obispo ha querido desear una feliz Pascua de Resurrección a los fieles y felicitar a las familias de Martín y María de la Vega, por el sacramento recibido. Tras una foto de familia, con los niños bautizados y sus familias, todos los fieles pudieron compartir un chocolate en la Sacristía.