Nueva convivencia vocacional del Centro «Manuel Aranda»
26 noviembre de 2014 El pasado fin de semana, entre los días 22 y 23 de noviembre, el Seminario Diocesano abría sus puertas para acoger la segunda convivencia vocacional “Beato Manuel Aranda” de este curso. A lo largo de la mañana del sábado los siete chicos que participaron iban llegando desde sus respectivos pueblos: Martos, Mengíbar, Jimena, Jaén, Úbeda y Sabiote. Durante la acogida y el saludo de los formadores del Seminario los seminaristas menores prepararon actividades deportivas para empezar a conocernos unos a otros.
El eje central de esta convivencia estaba en el relato de la llamada de Dios al pequeño Samuel (1 Sam 3, 1-21), en definitiva, la llamada que Dios nos hace a cada uno de nosotros, nuestra Vocación cristiana. Por eso en el recorrido de todas las actividades de esta convivencia, la tarea principal era cómo aprender poco a poco a responder generosamente a Dios, después de haber escuchado o intuido la llamada a nuestro corazón. En la mañana del sábado escuchamos el relato de Samuel y su vocación, después mediante una reflexión y unos videos intentamos situar en nuestras vidas lo que teníamos en común con el pequeño Samuel. Nos hace falta estar despiertos para escuchar la llamada de Dios, si estamos dormidos o no prestamos atención a los medios que Dios nos pone en nuestro camino nunca seremos capaces de dar el paso para decir Sí al Señor. Samuel fue el llamado “tres veces”, Dios nos sigue llamando a todos en nuestro corazón, dejemos las puertas abiertas y que él vaya modelando nuestra vida, porque Él sabe dónde está nuestra felicidad.
La tarde del sábado comenzó con una excursión a Valdepeñas de Jaén, el párroco D. Idelfonso Rueda nos saludó y nos enseñó muchas cosas del pueblo. Tras un pequeño paseo por un relieve de montaña y agua nos fuimos a ver el Santísimo Cristo de Chircales, Patrón de Valdepeñas y núcleo de peregrinación por parte de muchos devotos. El párroco nos contó la historia del Cristo y nos enseñó la Ermita. Después fuimos a visitar el Molino, donde todos nos quedamos sorprendidos del mecanismo y el esfuerzo que era necesario para sacar el alimento diario, el pan. De vuelta al Seminario, hicimos una oración por las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. Tenemos un gran problema en nuestra Diócesis, nos hacen falta niños, niñas y jóvenes dispuestos a escuchar la llamada de Dios y de responder “Sí”. El futuro de la Iglesia depende de ellos y de todos nosotros. El principal gesto de la oración fue modelar con un trozo de plastilina aquello que nuestro corazón sentía. Al final cada uno realizó su figura y la puso en común intentando explicar por qué eligió hacer eso. El día del sábado finalizaba con el juego “La alegría de la fe”, basado en el catecismo de los niños que se preparan para hacer la Comunión.
El domingo 23 de noviembre, comenzábamos dándole gracias a Dios por el día nuevo que nos regala, por tantas cosas que estábamos aprendiendo en esta convivencia. Tras el desayuno vimos un vídeo donde se reflejaba que no todo el mundo piensa que Dios existe. Nosotros aprendimos que hay personas que no acuden a Dios y que no lo escuchan, por eso encontramos tanto sufrimiento y mal en nuestros hermanos y en el mundo. Dios tiene un plan para cada uno, pero si no lo escuchamos es imposible que entre todos podamos avanzar. Sin embargo, Jesús en el Domingo de Cristo Rey nos enseñaba que el aguijón de la muerte ya estaba vencido, solo cabe la Esperanza en Jesús. A las 12 de la mañana participamos en la Eucaristía de la Parroquia de S. Pedro Poveda de Jaén. Nos trasladamos allí para que su comunidad parroquial nos conociera mejor. El párroco D. Julio Segurado nos acogió maravillosamente y nos enseñó la Parroquia. La convivencia finalizaba con la comida en el Seminario, junto a toda la Comunidad del Seminario.
De nuevo una vez más invito a todos los cristianos a que encuentren un hueco en sus vidas para orar por la vocaciones, es un problema urgente, pero seguro que entre todos y con nuestro ejemplo y testimonio seremos capaces de sacarlo adelante, eso sí siempre confiando en el Único capaz de hacerlo realidad, Jesucristo Nuestro Señor.