El Seminario celebra una oración por las vocaciones en la Parroquia de San Miguel de Jaén
15 abril de 2013 La Parroquia de San Miguel de Jaén fue la comunidad elegida por el Seminario Diocesano para celebrar la oración vocacional de abril, mes en el que se celebra la jornada mundial de oración por las vocaciones. El Seminario Mayor y el Seminario Menor de Jaén con sus respectivos formadores pudieron compartir un buen rato de oración ante el Santísimo Sacramento con la Comunidad Parroquial de S. Miguel, con los jóvenes de catequesis de confirmación y con mucha más gente que llenaba el templo para pedirle al Señor que mande vocaciones sacerdotales y religiosas a nuestra Diócesis de Jaén y al mundo entero.
La oración vocacional se inicio con la acogida y el saludo del párroco de S. Miguel, D. Antonio Garrido, el cual invitó a estar en presencia del Señor y sobre todo a estar atentos en preguntarle al Señor: « ¿qué quieres de mí?». El lema de esta oración fue «Soy yo, no temáis» y nos sirvió para recordar que estamos en el tiempo de Pascua.
La monición de entrada recordaba que el objetivo central de la oración era encontrarse cara a cara con el Señor y sobre todo ponerse en su presencia para descubrir nuestra vocación cristiana. Después el diácono expuso el Santísimo Sacramento acompañado con un canto. Todos juntos escuchamos la Palabra del Señor (Lc 24, 36-41) y reflexionamos mediante unas dinámicas en la oración. Después un joven seminarista mayor, José Navarrete, presentó el testimonio vocacional a todos los presentes para hacer ver a los más jóvenes de que Jesús llama de muchas maneras y en muchos caminos y que uno de esos caminos es el Sacerdocio. El momento central de la oración fue cuando los participantes encendieron pequeñas velas desde el Cirio Pascual recordando así que somos «luz para el mundo», y sobre todo, recordando que la luz verdadera que ilumina es Jesucristo. Acto seguido, se hizo la oración de los fieles para pedir al Señor por las necesidades de la Iglesia. Y por último se rezó el Padrenuestro y el diacono reservó el Santísimo Sacramento expuesto en la custodia.