Con la visita a Belén y a Jerusalén culmina la peregrinación a Tierra Santa
22 julio de 2019Después de dos días en Jordania, la peregrinación diocesana que preside el Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro, regresaba a Israel para completar el recorrido en la tierra de Cristo.
Su primera parada fue a las orillas del Jordán, donde los peregrinos renovaron las promesas del Bautismo. También el Obispo renovó esas promesas bautismales con agua extraída del Jordán, en el mismo lugar en el que San Juan lo hacía. La Parroquia del Buen Pastor de Jericó fue el lugar elegido para celebrar la Eucaristía de ese día. Jericó, situada a la orilla del Río Jordán tiene presencia en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Josué, , logró derribar sus murallas, cumpliendo lo que Dios le indicó. En Jericó también se encuentra el monte de las Tentaciones, y es el lugar del encuentro de Jesús con Zaqueo. En la celebración, el Obispo quiso recordar a este personaje, quien con solo ver a Jesús, lo reconoció como el Mesías y lo acogió en su casa.
Jericó dista de Jerusalén 27 kilómetros. Esa fue la siguiente parada del viaje. En el autobús, los peregrinos entonaban el salmo: «Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor, ya están pisando nuestros pies tus umbrales Jerusalén». La llegada a Jerusalén fue casi al anochecer, por lo que ese día los peregrinos no pudieron admirar el esplendor de la ciudad que vio morir y resucitar al Hijo del Hombre.
A la mañana siguiente, emprendieron viaje hacia Belén, para celebrar la Eucaristía en la Basílica de la Natividad. En concreto, en la gruta donde una estrella marca el lugar donde vino al mundo el Hijo de Dios. Una emotiva celebración, en la que, a pesar de estar en pleno mes de julio, se celebró la Navidad con los cantos de Villancicos. Allí también conocieron otras grutas como la de San José o la de los Santos Inocentes.
De regreso a Jerusalén, el domingo, día del Señor, fue el día más intenso por ese encuentro con el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor. La Eucaristía se celebró en Getsemaní, tras visitar los lugares Santos de la Ascensión y Padrenuestro. También se detuvieron en la Iglesia de Santa Ana y en la dormición, lugar de la Asunción de María. Por la tarde, los peregrinos cargaron con una cruz por la Vía Dolorosa, y rezando un Vía Crucis llegaron hasta el Santo Sepulcro. En la Basílica del Santo Sepulcro se encuentra, no sólo el lugar donde Cristo fue sepultado y donde resucitó, sino que en la misma Basílica también está el Calvario donde Jesús entregó su vida por nuestra redención. Después de estos momentos de oración, de encuentro con el Señor, los peregrinos tuvieron oportunidad de conocer el centro de Jerusalén.
Ya por la noche, en el hotel, el Obispo presidió una Acción de Gracias por el viaje y bendijo los objetos religiosos que los peregrinos han comprado en estos días. Culmina así, una peregrinación a ese quinto Evangelio, como se conoce a Tierra Santa.