Encuentro de sacerdotes de mediana edad
25 junio de 2011 Los días 20 y 21 de junio ha tenido lugar un encuentro-convivencia de sacerdotes de media edad (entre 6 y 16 años). La idea ha surgido a petición de un grupo de éstos que en el marco del año sacerdotal plantearon la necesidad de mantener algún tipo de encuentro, que ayudará a compartir, reflexionar y crecer a un grupo de presbíteros con una especial idiosincrasia. El Sr. Obispo, después de valorar positivamente esta iniciativa, realizó la convocatoria a través de una carta y encomendó la organización de este primer encuentro al equipo de la Delegación para el Clero, recientemente renovado y ampliado.
La reunión tuvo lugar en La Yedra y participaron 20 sacerdotes, además del Sr. Obispo. Se desarrolló en un clima de fraternidad y sinceridad. Tuvimos tiempo para la oración personal y compartida siguiendo el esquema de la Lectio Divina. Reflexionamos sobre las características propias de nuestra edad y años vividos de ministerio sacerdotal, ayudados de una interesante exposición tomada de textos de Monseñor Uriarte, que dio pie al diálogo.
Coincidimos en la necesidad de continuar y consolidar este encuentro, concretándolo en dos citas cada año: día y medio en noviembre en la diócesis; y tres días a primeros de julio fuera de la diócesis. Serían días para la expansión, la oración, reflexión, diálogo y, sobre todo, la convivencia. Finalmente, se eligió entre los asistentes una comisión que los prepararía y llevaría a cabo las convocatorias.
El Papa Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica PASTORES DABO VOBIS en el número 77, se refiere a este tema: “La formación permanente constituye también un deber para los presbíteros de media edad. En realidad, son muchos los riesgos que pueden correr, precisamente en razón de la edad, como por ejemplo un activismo exagerado y una cierta rutina en el ejercicio del ministerio. Así, el sacerdote puede verse tentado de presumir de sí mismo como si la propia experiencia personal, ya demostrada, no tuviese que ser contrastada con nada ni con nadie. Frecuentemente el sacerdote sufre una especie de cansancio interior peligroso, fruto de dificultades y fracasos…”
Para ayudar a seguir caminando y creciendo en el ministerio confiado por el Señor y dar respuesta a la situación que vivimos en estos años de sacerdocio ha surgido este cauce que sirva para “una continua y equilibrada revisión de sí mismo y de la propia actividad, una búsqueda constante de motivaciones y medios para la propia misión; de esta manera, el sacerdote mantendrá el espíritu vigilante y dispuesto a las constantes y siempre nuevas peticiones de salvación que recibe como «hombre de Dios». (PDV 77).