Más de 180 sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales en la Misa Crismal
20 abril de 2011 El pasado Martes Santo, 19 de abril, se celebrará en la Catedral de Jaén la Santa Misa Crismal. A las 11 de la mañana comenzaba la ceremonia presidida por el Sr. Obispo, Don Ramón del Hoyo López. Ciento ochenta y cinco presbíteros concelebraron la eucaristía en la que, un año más, renovaron sus promesas sacerdotales.
Durante la celebración, se bendijeron los santos óleos que serán repartidos por todas las Parroquias de la Diócesis para la celebración de los sacramentos: bautismo, confirmación, unción de enfermos y orden sacerdotal.
Durante su homilía el Sr. Obispo quiso resaltar la importancia de ese día tan especial, en el que renuevan las promesas los que fueron elegidos por Jesucristo: “Es un día muy especial para que admiremos la grandeza del amor de Dios y su predilección especial con nosotros sacerdotes, que nos ha elegido, nos ha consagrado y nos envía cada día para proclamar la buena noticia de la salvación, para sanar, reconciliar y entregar nuestra vida en el servicio pleno a favor del Pueblo de Dios”.
Asimismo, D. Ramón del Hoyo hizo hincapié en las dificultades en el camino del sacerdocio. “Los sacerdotes de más experiencia sabemos bien que nuestro ministerio no se desarrolla en un mar tranquilo y placentero sino, las más de las veces, entre las olas de la incomprensión, la falta de respuesta pastoral y hasta entre fracasos personales. Los más jóvenes pasaréis también pronto por estas mismas experiencias, que nos hacen más fuertes. Unos y otros sufrimos el zarpazo de la secularización, de la deserción de no pocos bautizados y el dolor de la semilla caída en el camino del endurecimiento, en el pedregal de la inconstancia y entre las zarzas de la sociedad del bienestar. Todo esto repercute en la respuesta de nuevas vocaciones y por eso hemos de responder con altura y dedicación alegre a nuestro ministerio. Sería muy contraproducente caer en la tentación del desánimo o desaliento”.
Finalmente, Monseñor del Hoyo, animó a los presbíteros a renovar sus promesas y a seguir su camino junto a Jesucristo para aprender a ser verdaderos sacerdotes. “Renovemos juntos, presididos por el Señor, nuestra voluntad firme de vivir entregados en cuerpo y alma a nuestro ministerio, no a otros sucedáneos. La energía para hacer realidad estos compromisos no la pongamos en nosotros, porque sólo nos llega del trato continuado e íntimo con Jesucristo, sobre todo desde la Santa Misa diaria y a los pies del Sagrario. Sin este trato constante es una quimera todo lo demás: ni programas, ni planes pastorales, ni reuniones, ni nada. Además, por otros caminos, llegará el desánimo, la crítica, el profesionalismo de lo religioso. Sólo junto a Jesucristo sacerdote, podemos ser y aprender a ser verdaderos sacerdotes”.
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