Misa de Acción de Gracias por la Beatificación de Madre María de la Purísima
2 octubre de 2010 El pasado sábado, 25 de septiembre, tuvo lugar, en la S.I. Catedral de Jaén, la Misa de Acción de Gracias por la Beatificación de la Madre María de la Purísima, de la Congregación de Hermanas de la Compañía de la Cruz.
A las siete de la tarde daba comienzo la Eucaristía que estuvo presidida por el Sr. Obispo de Jaén, D. Ramón del Hoyo López.
Al acto asistieron, además de cientos de fieles, las hermanas de la Cruz de las tres comunidades de la provincia, Torreperogil, Linares y Villacarrillo, siendo ellas mismas quienes interpreten los cánticos durante la Eucaristía.
“Es un orgullo poder disfrutar de otra Santa más en nuestra Congregación, aunque a la vez es una gran responsabilidad: debemos vivir más de cara a Dios y a la santidad. El día de la Beatificación fue de gran alegría, no se puede explicar, es una cosa para vivirla y sentirla. Hoy estamos también contentas de poder estar aquí en esta Catedral de Jaén, en nuestra tierra. Haber conocido a la Madre ha sido lo más grande. Ya se le veía esa fidelidad y esa santidad que se transparentaba en todo su vivir. Era humildísima, sencilla, con una mirada penetrante… Vivía su santidad cara a Dios, a los pobres, a los enfermos…”, explicaba la Hermana Elena, de la casa de Torreperogil.
Durante su homilía el Sr. Obispo quiso dar gracias a Dios por el ejemplo y las virtudes de la nueva beata. “El pasado 18 de septiembre muchos de nosotros pudimos estar presentes en Sevilla, en el solemnísimo y multitudinario acto de Beatificación de Madre María de la Purísima A los siete días nos reunimos en este primer templo diocesano de la Catedral de Jaén para dar gracias a Dios por su ejemplo de vida cristiana, su sencillez, sacrificio, abnegación, desprendimiento y, sobre todo, su amor heroico hacia los pobres y enfermos, que contagiaba a su alrededor. A su lado todos se sentían felices. Se dio a todos e hizo ‘vida’ el carisma e ideales de Santa Ángela de Cruz, Fundadora de la Congregación de Hermanas de la Compañía de la Cruz”.
Asimismo, D. Ramón del Hoyo hizo hincapié en la santidad. En la vida de Madre María de la Purísima, llena de la fuerza de Dios y entregada por completo a ayudar a los demás. “Alguien podría pensar que la santidad está reservada para personas súper gigantes en virtud. No es así. El santo es quien no hace las cosas por sí mismo, con sus solas fuerzas, sino que es el que deja que actúe Dios en él y con él. En realidad la vida de la Beata Madre María de la Purísima, desde su entrega al trabajo de cada día, lo que nos enseña y deja patente, es que fue capaz de hacer lo que hizo y de vivir como vivió, no por sí misma, sino llena de la fuerza de Dios, a través de su Hijo Jesucristo, de la intercesión de la Santísima Virgen y de los Santos, a quien invocaría como lo hacemos hoy nosotros. Cristo vivió su vida en ella. Puso en Él toda su confianza. Dejó en sus manos su vida y vació su corazón de toda cosa creada. Quiso vivir en pobreza y despojo, pureza y castidad, obediencia y plena disponibilidad. Fue sarmiento bien unido a la vid, que es Cristo, con el que vivió, sufrió y se entrego con Él para ayudar y redimir a cuantos se acercaron a su vida”.
Para finalizar las Hermanas de la Cruz obsequiaron al Sr. Obispo con una reliquia de la nueva beata.
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