Carta del Papa a los católicos de Irlanda por la crisis de los abusos sexuales a menores
20 marzo de 2010 La carta del Papa a los católicos de Irlanda por la crisis de los abusos sexuales por parte de algunos representantes de la Iglesia es un documento impresionante. El Santo Padre expresa su dolor y trata de contribuir personalmente a reparar, resanar y renovar.
Sus palabras se dirigen sobre todo a las víctimas, y demuestran una participación muy profunda en su sufrimiento, en la desilusión porque la confianza que tenían en representantes de la Iglesia se ha visto traicionada. El Papa, que ya en el pasado ha encontrado y ha escuchado a víctimas de abusos -en América, en Australia y también en Roma- dice que está dispuesto a seguir haciéndolo en el futuro.
Las palabras dirigidas a los culpables son muy duras. El Papa dice que deben responder de sus pecados y de sus crímenes ante Dios y ante los tribunales debidamente constituidos. Pero mientras exige que se sometan a las exigencias de la justicia, les pide que no pierdan la esperanza en la misericordia de Dios y que hagan penitencia.
El Papa también dirige palabras de aliento e invita a la responsabilidad a los padres, a los jóvenes, a los sacerdotes, a todos los fieles. Hace un llamamiento severo a los obispos por los errores cometidos en la guía de las personas que tienen confiadas, e insiste para que pongan en práctica con rigor las normas penales de la Iglesia en los casos de abuso, y colaboren con las autoridades civiles para la justicia y la tutela de la juventud.
El Papa propone también iniciativas concretas, espirituales y pastorales, de penitencia y de renovación espiritual
Del mismo modo que su visita a Estados Unidos ayudó a la Iglesia local a salir de una crisis parecida y a reemprender con confianza el camino, la carta a los fieles de Irlanda debe marcar un nuevo punto de partida.