Felicitación de Navidad del Sr. Obispo de Jaén
8 diciembre de 2010UNA LUZ NUEVA
¿Qué es la Navidad? Son muchas las respuestas que se dan a esa pregunta. También entre nosotros.
Para un no pequeño número de personas no es más que una excusa para el ajetreo, viajes, negocios, compras… adornada con tradiciones sentimentales en las que se ha dejado de creer. No aceptan que Dios y el hombre sean reconciliables. No necesitan de Él.
Otros muchos, a la inversa, creen que la Navidad son unos días en los que una luz nueva penetra con su brillo especial en muchos corazones y hogares. Unos días en los que llega hasta nosotros un Mensaje siempre nuevo: el Amor de Dios por ti, por todos, hecho Niño. Unos días en los que la luz de aquel Portal de Belén continúa extendiendo sus destellos a favor de toda la humanidad con un mensaje siempre nuevo e incombustible: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor” (Lc 2, 14)
Por eso puede decirse que la Navidad es un tiempo en que se incrementa la bondad y la disposición para pensar en los demás, para darles una señal de amor que siempre encierra nuestro interior lo más noble de nuestro ser.
En la Navidad cristiana cobran también vida costumbres heredadas de nuestras familias, vividas desde la infancia, que nos resistimos a perder: felicitaciones, reuniones entrañables, recuerdos, el canto de villancicos, la misa del “Gallo” en la media noche y la de Pascua de Navidad, despedida y entrada del Año Nuevo en manos de Dios, regalos y adoración, como los Magos de Oriente, ante el Niño que nació en Belén.
¡Cuánto empeño en algunos por romper esta cultura cristiana por llevarnos a tiempos de paganismo!
El Apóstol San Pablo les decía a los primeros cristianos de la Ciudad de Roma: “Ya es hora que despertéis del sueño… la noche está muy avanzada, el día se acerca. Despojémonos, pues, de la obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Caminemos como en pleno día: con decencia, no en orgías ni en borracheras; no en fornicaciones ni lujurias; no en discordias ni envidias. Al contrario, revestíos del Señor Jesucristo y no pongáis vuestro afán en la satisfacción de los deseos de la carne” (Rom 13, 11- 14)
Quería San Pablo sacar de la noche, del sueño constante del ser humano, a aquellos cristianos. La “orgía” es la imagen del mundo pagano que se hunde en lo material y permanece en la tiniebla de la ausencia de verdades. En medio del bullicio y la agitación son muchas las personas están solas, perdidas y sin esperanza.
La Navidad cristiana es precisamente para levantarnos del sueño, del conformismo fácil y abrazarnos con el coraje de la fe, a nuestra rica vocación humana, que se enaltece a la luz y la verdad que, nos ofrece este Niño Dios. Es la luz nueva también de esta Navidad.
Nada se le había perdido a Dios en nuestro mundo, pero hizo esta opción de amor por cada persona y se encarnó sin dejar su divinidad. Por eso nada hay más trágico para el hombre que sentir a este Niño Dios como rival, aceptar que Dios y el hombre son irreconciliables. Gran mentira, por mucho que se repita y algunos traten de imponernos.
Somos muchos los que vivimos la verdad de la Nochebuena: Dios se hace Niño por nosotros y es nuestro mejor Amigo y Salvador. Por eso mismo, sin exclusivismos y para todos,
¡Feliz Navidad!
OBISPO DE JAÉN