Carta Pastoral: Manos Unidas y la pobreza

28 enero de 2015
     Queridos fieles diocesanos:
     1. El próximo día 6 de febrero, viernes, celebraremos el día del ayuno voluntario y, el Domingo día 8, la Jornada anual de Manos Unidas.
     Esta asociación católica lleva trabajando hace ya cincuenta y seis años para erradicar tres hambres que afligen al mundo: el hambre de pan, de cultura y de Dios. Un compromiso generoso y solidario que, año tras año, llama a nuestra puerta con iniciativas concretas, que se actualizan y renuevan sin cesar.
Sus frutos sólo Dios los conoce pero a la vista están la financiación de proyectos a favor del desarrollo agrícola, sanitario, educativo, social y de promoción de la mujer, entre otros. Son respuestas que van dirigidas, sobre todo, a eliminar las causas estructurales del hambre, bajo un denominador común inspirado en el Evangelio de las Bienaventuranzas.

     2. La campaña de este año lleva como lema: “Luchemos contra la pobreza, ¿te apuntas?”.
     Frente a la pobreza de tantas personas, cerca y lejos de nosotros, sentimos una especie de necesidad ineludible de mejorar estructuras y condiciones que permitan a todos llevar una vida digna. Pero no hemos de olvidar que el ser humano no es un simple producto de las condiciones materiales y sociales en que se desenvuelve. Necesita más que el pan material. Anhela a Dios en lo más íntimo de su corazón. Ese amor debe envolver nuestra generosidad.
     En su visión de las Bienaventuranzas el Evangelista san Lucas (cf. Lc 6, 20-26), al proclamar “bienaventurados a los pobres “se refiere, sin duda, a la gente realmente pobre entonces en Israel, donde existía una vergonzosa diferencia entre pobres y ricos. Sin embargo, san Mateo, en su visión asimismo de las Bienaventuranzas (cf. Mt 6, 1-4), añade, que la sola pobreza material, como tal, no garantiza la cercanía de Dios, una vez superada. Un corazón pobre puede estar lleno de afán de riqueza. Lo que la Sagrada Escritura nos enseña, en cualquier caso, es la cercanía especial de Dios al pobre y que, el discípulo de Jesús, debe ver en los bienes materiales un instrumento en sus manos para seguir a su Maestro de modo radical en su generosidad, hasta ver su rostro encarnado en el pobre.
     3. En los materiales que Manos Unidas pone en nuestras manos para la presente campaña, nos invita a profundizar en los siguientes contenidos, siguiendo las orientaciones del Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium: Primerear, esto es, salir al encuentro del necesitado y excluido; involucrarnos, achicando distancias; acompañar en cualquier proceso de pobreza, por duro y prolongado que sea; fructificar o dar frutos de algo nuevo, aunque sea inacabado, y festejar o alegrarnos por cada paso positivo que demos en este campo.
     Aún tenemos muy recientes las imágenes de Jesús Niño, en Belén, que vino a nosotros por el camino de la pobreza. Lo que los pastores vieron y encontraron fue al Niño Dios y Hombre recién nacido en un establo y envuelto en pañales en un pesebre. Así quiso nacer, así vivió y así quiso morir. El amor le hizo pobre y su amor nos hace solidarios con todos los pobres.
     4. Escuchamos este clamor en muchos lugares de la tierra, con Jesús pobre. Él sufre con los pobres y las familias que no viven conforme a su dignidad. Estas pobrezas ofenden a la justicia y a la igualdad, lo que siempre es una amenaza constante para la convivencia pacífica.
     Cuando el apóstol san Pablo afirma que Jesucristo nos ha enriquecido con su pobreza (cf. 2Cor 8,9) nos indica que el servicio de los cristianos a la caridad y solidaridad es nuestra respuesta al Cristo encarnado en la humanidad.
     Desde estas breves líneas invito a todos los fieles diocesanos y a los hombres y mujeres de buena voluntad que conviven con nosotros, a apoyar con nuestro estímulo y generosidad la labor bien coordinada y transparente de Manos Unidas en su lucha contra la pobreza y el hambre en el mundo, en defensa de la dignidad de todos los seres humanos.
     Mi saludo agradecido en el Señor.
+ Ramón del Hoyo López
      Obispo de Jaén
 

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