Carta Pastoral: La Iglesia “quiere a los enfermos”
4 febrero de 20161. El próximo día 11 de febrero, Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, la Iglesia católica dedica esa jornada a las personas enfermas. Este año coincide con las celebraciones del Jubileo extraordinario de la Misericordia, y será una buena ocasión para ofrecer a nuestros hermanos enfermos la posibilidad de recibir la indulgencia jubilar.
Quisiera también dar a conocer la reciente instauración en la Diócesis de la Hospitalidad de Lourdes, que tantos frutos y apoyos viene aportando en los últimos años a las personas enfermas y profesionales de la salud. Su sede está en la Parroquia de Santa Bárbara de Linares, bajo la intercesión del Beato Manuel Lozano Garrido, “Lolo”.
Lourdes nos lleva de la mano para pensar en el amor maternal de nuestra Madre la Virgen María, hacia sus hijos enfermos. A ese Santuario siguen llegando incontables enfermos del alma y del cuerpo. Todos encuentran en esta Madre, consuelo para sus penas y sufrimientos.
2. La Iglesia, desde sus inicios, siguiendo las huellas de Cristo, icono de la misericordia de Dios Padre, asumió con alegría y dedicación especial su atención por los enfermos. De hecho ya en las primeras comunidades cristianas existió la costumbre de que los presbíteros ungieran con óleo santo a los enfermos para aliviarles en su enfermedad. Desde entonces, como buena samaritana, no ha cesado de inclinarse sobre los hombres y mujeres que se encuentran malheridos en su cuerpo o en su espíritu.
En este año de gracia jubilar se nos brinda la ocasión para practicar, de forma especial, la obra de misericordia de VISITAR A LOS ENFERMOS. Sabemos por los evangelios que muchos enfermos acudían a Jesús, para que les curara. Todos querían tocarle. Enfermos de nuestras familias, de nuestras parroquias y comunidades, que esperan también “tocar nuestra mano” compañera y amiga, recibir nuestro consuelo. ¡Qué importante obra de misericordia!
3. Es buena ocasión para pensar que el cristianismo está lleno de paradojas. La mayor de todas, puede ser quizá, hacer del dolor una fuente de alegría y de la cruz un instrumento de redención.
Mirando al dolor y la enfermedad desde esa perspectiva, se comprenden las palabras del Papa emérito Benedicto XVI cuando escribe: “lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que sufrió con amor infinito”[1].
El Papa Francisco escribía a los enfermos, hace tres años, lo siguiente: “Queridos enfermos, la Iglesia reconoce en vosotros una presencia especial de Cristo que sufre… dentro de nuestro sufrimiento está el de Jesús, que lleva a nuestro lado el peso y revela su sentido. Cuando el Hijo de Dios fue crucificado, destruyó la soledad del sufrimiento e iluminó su oscuridad… es el misterio del amor de Dios por nosotros que nos infunde valor y esperanza”[2].
4. A la Delegación diocesana de la Salud, Hospitalidad de Lourdes, visitadores de enfermos, asociaciones y movimientos, Capellanes de Hospitales, profesionales de la medicina, familiares y cuidadores de enfermos, nuestro agradecimiento ante Dios.
Especialmente los sacerdotes, en este año jubilar, haremos nuestras las palabras directas de Jesús: “curad a los enfermos”. Debemos preguntarnos ¿qué tiempo de mi ministerio dedico a los enfermos?
A quienes sufrís en este momento una enfermedad os pedimos que recéis y ofrezcáis vuestros sufrimientos por nuestra querida Madre la Iglesia, para que continúe, con renovada entrega, la misión que Jesús nos encomendó de estar cerca de vosotros, a vuestro lado.
Con mi saludo agradecido en el Señor.
+ Ramón del Hoyo López
Obispo de Jaén
[1] Benedicto XVI, Encíclica Spe salvi, 38.
[2] Papa Francisco, Mensaje de la XXII Jornada Mundial del Enfermo 2014.