Carta Pastoral del Sr. Obispo de Jaén para la Cuaresma 2010

11 febrero de 2010

Sr. Obispo de JaénQueridos fieles diocesanos:

     El próximo día 17 de febrero, Miércoles de Ceniza, comenzamos los católicos la Cuaresma. Es, como sabemos, tiempo de gracia y de salvación, tiempo en que la liturgia de la Iglesia nos prepara para la celebración de la Pascua de Resurrección, que este año celebramos el día 4 de abril.
     La Iglesia, en nombre del Señor, nos invitará durante estos días “a una sincera revisión de nuestra vida a la luz de las enseñanzas evangélicas”, como nos exhorta el Santo Padre Benedicto XVI en su Mensaje para la celebración de la próxima Cuaresma.
     Otros, con sus potentes medios, tratarán de distraernos, de desorientar su verdadero sentido y hasta de ridiculizar el que personas libres crean en lo trascendente, en Dios y en el hombre. Jamás entenderán la invitación de Jesucristo: “Quien quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y me siga.” (Mt 16, 24)

1. “La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo” (cf. Rom 3, 21-22)

     Este es el título del Mensaje de Su Santidad para esta Cuaresma. Con máxima claridad nos invita a las siguientes reflexiones:
     – El hombre, además de pan y más que el pan, necesita de Dios. Los bienes materiales, aunque útiles y necesarios, no proporcionan al ser humano todo “lo suyo” que le corresponde, necesita además de Dios. El hombre vive del amor que sólo Dios, que lo ha creado a su imagen y semejanza, puede comunicarle. Ese es el verdadero alcance de la justicia que necesita el hombre.
     – Necesitamos la liberación del corazón y ésta se produce únicamente por el gesto del amor de Dios, que se abre hasta el extremo de aceptar, en sí mismo, la “maldición” que corresponde al hombre, a fin de transmitirle, en cambio, la “bendición” que corresponde a Dios (cf. Gál 3. 13-14).
     – Nos recuerda, también, las palabras de la liturgia del Miércoles de Ceniza: “Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15) y comenta lo siguiente: “Salir de la ilusión de la autosuficiencia para descubrir y aceptar la propia indigencia, indigencia de los demás y de Dios, exigencia de su perdón y de su amistad.”
     – Advierte, finalmente, que “hace falta humildad para aceptar tener necesidad de otro que me libre de lo mío para darme gratuitamente lo suyo. Esto sucede especialmente en los Sacramentos de la penitencia y Eucaristía”.

2. En el Año Sacerdotal

     Les decía, si recuerdan, en la Carta Pastoral al inicio del presente curso, que el Santo Padre nos había invitado, el pasado 19 de junio, a ofrecer oraciones “con los sacerdotes y por los sacerdotes” y brindarles el debido homenaje, durante todo este año, hasta su clausura en junio. La ocasión era el 150 aniversario de la muerte del Santo Cura de Ars, sacerdote francés, modelo de pastor.
     La Congregación para el Clero proponía, en concreto, que durante todo este tiempo se procurara por los fieles “la adoración eucarística por la santificación de los sacerdotes”.
     La Cuaresma es tiempo muy adecuado para hacer realidad estas propuestas: celebrar alguna Hora Santa por los sacerdotes, hablar a la comunidad sobre el sacerdocio ministerial y los servicios que Jesucristo le encomienda; sobre el alcance y riqueza de su vocación; destacar la necesidad de vocaciones sacerdotales y pedirlas insistentemente ante Dueño de la Mies para toda la Iglesia.
     Recordemos las palabras del Prefacio de la Misa Crismal: “Tus sacerdotes, Señor, al entregar su vida por Ti y por la salvación de los hermanos, van configurándose a Cristo, y así dan testimonio constante de fidelidad y de amor.”
     Hemos encomendado a las religiosas y consagradas, como ellas bien conocen, que ejerzan durante este año su maternidad espiritual, por cada uno de los sacerdotes y seminaristas de la Diócesis.
     Solicito de todos los fieles diocesanos que, con ocasión de la solemnidad del día de San José, y la celebración del “Día del Seminario”, el domingo 24 de marzo, intensifiquen su oración y ayuda por los futuros candidatos al ministerio sacerdotal. Que acertemos presentar a los jóvenes esta llamada, tan especial del Señor, como “regalo y don” que colma toda esperanza a quienes lo aceptan con generosidad.

3. ¡Perdona a tu pueblo, Señor!

     Necesitamos la liberación del corazón. Necesitamos de la justicia de Dios llenarnos de amor y que se quede él con nuestros pecados. Necesitamos acercarnos al Sacramento de la Penitencia, invitación especial de Su Santidad Benedicto XVI para la Cuaresma, que hacemos muy nuestra.
     Nos proponía a los sacerdotes, en su carta de 16 de junio de 2009, al Santo Cura de Ars, como modelo de entrega al servicio de la reconciliación, con estas palabras: “Quien se acercaba a su confesionario con una necesidad profunda y humilde de perdón de Dios, encontraba en él palabras de ánimo para sumergirse en el torrente de la divina misericordia que arrastra todo con su fuerza.”
     Este sacerdote, patrono y modelo de párrocos, decía a sus penitentes, con palabras de una belleza conmovedora: “El buen Dios lo sabe todo. Antes incluso de que se lo confeséis, sabe que pecaréis nuevamente y sin embargo os perdona. ¡Qué grande es el amor de nuestro Dios que llega incluso a olvidar voluntariamente el futuro, con tal de perdonarnos!”
     Enseña el Catecismo de la Iglesia Católica que “la confesión individual e íntegra de los pecados es el único medio ordinario para la reconciliación con Dios y con la Iglesia.”(n. 1497)
     Lo peor que puede suceder al cristiano es perder su fe y confianza en Dios. Este camino se inicia por la pérdida de la conciencia del pecado. Reconocernos pecadores, por el contrario, es camino seguro para recuperar la amistad perdida con Dios y los hermanos, fuente de alegría y esperanza.

4. El Papa bendice a los fieles diocesanos

     Continúan las celebraciones del Año jubilar en honor de la Santísima Virgen de la Cabeza, nuestra Madre y Patrona. ¡Cuántas gracias derramadas en incontables corazones!
     Recordarán que señalábamos, como objetivo fundamental para este jubileo, “Encontrarnos con su Hijo Jesucristo, que camina con nosotros y entre nosotros, en los hermanos necesitados de nuestra ayuda; abrirnos al amor cristiano con gestos y hechos concretos.” Buena ocasión la Cuaresma para intensificar estos encuentros.
     Presenté personalmente ante el Santo Padre Benedicto XVI el día 20 de enero pasado, el agradecimiento de los diocesanos por la concesión de este Año Jubilar de la Rosa de Oro a la imagen de la Virgen de la Cabeza. Le entregué un pequeño obsequio y los 26.352 Rosarios, ofrecidos por sus intenciones, que agradeció con una sonrisa abierta y, juntando nuestras manos, me encomendó que transmitiera a todos los fieles este agradecimiento y su bendición. Así lo hago, por esta carta, uniendo a sus manos también las de todos los diocesanos.
     Que este tiempo continúe siendo propicio para acercarnos al Santuario de nuestra Patrona, como lo harán los jóvenes en el encuentro de los días 13 y 14 del mes de marzo, con sentido de marcha penitencial y para reforzar nuestras limosnas en favor de nuestros hermanos de Haití, a través de las Cáritas parroquiales y diocesana.
     También se peregrina con el corazón, y a sus pies, solicitamos de su maternal intercesión que derrame las gracias de su Hijo con abundancia sobre todos los fieles diocesanos, mientras preparamos el camino para las celebraciones pascuales.
     Con mi saludo agradecido y bendición.

     + RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ, OBISPO DE JAÉN

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