Carta Pastoral: Colabora con Cáritas. ¡Es Navidad!
19 diciembre de 2014 1. En medio de esta sociedad consumista en que nos corresponde vivir, el cristiano se acerca al Nacimiento del Niño Dios para contemplar el misterio incomprensible de su amor a favor de todos los seres humanos.
En los ojos del Niño se refleja la pobreza de aquella Sagrada Familia y podemos ver en ellos otros muchos ojos que nos miran de cerca y de lejos en sus pobrezas.
Una leyenda eslava refiere que cierto día un monje oyó una voz que le decía: “Cruza el valle y, a la puesta del sol encontrarás a Dios en la montaña”. Hizo presuroso el camino y, con el afán de llegar a tiempo, desoyó los gritos de un enfermo en su largo recorrido. Llegó a la montaña pero no encontró a Dios. Le había gritado en el valle pero no le había escuchado. Regresó de inmediato pero ya no estaba.
No terminamos de convencernos sobre las palabras del Niño Dios nacido en Belén que pronunció, durante su vida pública, en las Bienaventuranzas: “Tuve hambre y me disteis de comer… tuve sed y me disteis de beber.. conmigo lo hicisteis” (Lc 6, 20-26).
2. Cáritas, sus muchos colaboradores y voluntarios, sí conocen y viven este mensaje. Dan, reciben y distribuyen con amor cristiano a cuantos están necesitados ¡de tantas cosas!. Como cristianos aciertan a descubrir las huellas de Dios en sus rostros, sean creyentes o no, católicos o no, porque saben muy bien que a todos les quiere el Señor.
El Dios Altísimo, que se despojó de su rango por nosotros, nos invita, hecho Niño, a vivir pobres con los pobres, para hacernos partícipes de otras riquezas que no perecen.
“Nadie debería decir, escribe el Papa Francisco, que se mantiene lejos de los pobres porque sus opciones de vida implican prestar más atención a otros asuntos… nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social” (Evangelii gaudium, 201).
3. Dios se hace Niño para salvarnos. Nos quiere, nos ama y nos ayuda. Siempre podemos reanudar el camino, si estamos parados o desviados del mismo. ¡Siempre adelante!, nos dice e invita. Esta es la Navidad cristiana que llena de ilusión y alegrías verdaderas a quienes deciden buscarle a Dios, no sólo en el Portal, sino también en los pobres, en el Sagrario, en el hogar.
Si Cristo no nace en nuestro corazón, en definitiva, sería inútil su Nacimiento.
Con mi saludo agradecido. ¡Feliz Navidad!.
+ Ramón del Hoyo López
Obispo de Jaén