Carta del Director del Secretariado de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso
22 enero de 2009 Queridos sacerdotes, religiosas y hermanos de la Iglesia giennense:
Con motivo del envío del material preparado por el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos y por la Comisión “Fe y Constitución” del Consejo Ecuménico de las Iglesias para la próxima celebración del Octavario por la Unión de las Iglesias y Confesiones Cristianas, del 18 al 25 de enero de 2009, me presento y ofrezco a todos Vds. como encargado por el Sr. Obispo, cuya confianza depositada en mi persona agradezco de corazón, para dirigir el Secretariado de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de nuestra Diócesis, sustituyendo al presbítero D. Eduardo Moya, de meritoria trayectoria al frente del mismo durante algunos años.
Todavía impregnados de la alegría por el Nacimiento del Salvador, contemplado, además, desde la óptica de la Encarnación del Logos, como miembro de una pobre familia de Nazaret, cuya única sagrada riqueza ha consistido en hacer la voluntad de Dios Padre; a punto, también, de contemplar a María como la Theotokos, Alumbradora del Príncipe de la Paz, en medio de un mundo siempre necesitado de Él y de Élla; y con el deseo de dejarnos sorprender epifánicamente por algún otro aspecto del poliédrico misterio del Dios Niño, nos disponemos a vivir, un año más, la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, afanosos por remediar los tristes desaguisados humanos que dieron origen a las facciones intraeclesiales que Jesucristo tanto detesta en quienes decimos seguirle (cf. I Co 1,11ss); y, para hacerlo con acierto, vamos a asomarnos a tres escenarios que nos permiten contextualizar mejor, hoy, el objetivo pretendido, que no es otro más que el vehemente anhelo de Cristo para su única Iglesia, a saber: “Que todos sean uno, como Tú, Padre, en mí, y Yo en ti, a fin de que el mundo crea” (Jo 17,21).
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