Cientos de presbíteros renuevan sus promesas en la primera Misa Crismal de Don Amadeo como Obispo de Jaén

11 abril de 2017

Como cada Martes Santo, la Santa Iglesia Catedral de Jaén ha acogido la solemne celebración de la Misa Crismal, la primera como Obispo de Jaén de Don Amadeo Rodríguez Magro.

A ella han asistido y concelebrado, cientos de sacerdotes de toda la Diócesis del Santo Reino. En esta Eucaristía se realiza el rito de la bendición de los santos óleos: 100 litros de aceite de oliva virgen extra de nuestra tierra, que servirán a lo largo de todo el año para ungir a los enfermos, a las personas que se confirman así como a los que reciben los Sacramentos del Bautizo o del Orden Sacerdotal. También durante la celebración de esta Santa Misa, los presbíteros presentes han renovado sus promesas sacerdotales.

Los seminaristas han sido los encargados de hacer las Lecturas y el diácono, Juan Antonio Casas, de proclamar el Evangelio. A finalizar, ha llevado el Evangeliario hasta el Prelado quien con él, ha impartido la bendición.

Homilía
El prelado jiennense ha querido iniciar su homilía expresando que «Junto a la Eucaristía, celebraremos un sacramental de gran valor para el servicio a la fe y a la gracia del Pueblo cristiano. La Iglesia renueva en esta expresiva y simbólica celebración su unción y misión en el Espíritu. En la bendición del óleo de los enfermos y de los catecúmenos, y en la consagración del Santo Crisma, instrumentos de la salvación de Dios en Cristo, utilizados en diversos sacramentos, la Iglesia se muestra como pueblo sacerdotal y profético».

Aunque han sido los presbíteros quienes han centrado gran parte de su alocución: «El sacerdote»– les ha dicho- «en razón de su ordenación presbiteral, vive, por así decirlo, en el cenáculo de la última cena, está en el círculo de aquellos que han comido con Jesús y han introducido en la historia la unidad que el Señor ha fundado mediante el don de sí mismo, y del cual ha dejado el memorial permanente en la Eucaristía». En este sentido, ha apelado al carácter misionero y de servicio de su ministerio sacerdotal: «en el empeño por la unidad hemos de cultivar especialmente nuestra condición de discípulos misioneros de Jesucristo. Hemos de ser discípulos que mantienen una relación de intimidad con el Maestro, para que nuestra vida se vaya conformando con la suya, se revista de sus mismos sentimientos y nos sitúe ante nuestros hermanos con su mismo amor servidor».

Con una referencia preciosa al «primer amor», Don Amadeo Rodríguez Magro ha pedido a los sacerdotes jiennenses, «Ir a la fuente de nuestra identidad sacerdotal, que está en el amor primero, en el de Dios por nosotros y en el nuestro por él (…) Renovar la verdad del amor que nos llamó y nos enamoró la primera vez es siempre un impulso para seguir diciéndole en el futuro al Señor el «sí quiero»»– para proseguir- «A Jesús se le ve siempre entre los que sufren, entre los atribulados, con los rechazados y excluidos de la sociedad, en los perseguidos, en los indigentes, en los que tienen hambre y sed; en los que están desnudos, enfermos, moribundos; y en los que no tiene hogar, y en los encarcelados. Se le ve, queridos hermanos, en los pecadores. Es con todos estos con los que Jesús se identifica”

El Obispo diocesano ha concluidos sus palabras animando a sus presbíteros a ser «sacerdotes en  una Iglesia en salida»: «No nos defendamos nunca de lo que nos haga más parecidos en el corazón y en el ministerio a Jesucristo, que en sus palabras, en sus sentimientos y en sus actos era profundamente itinerante y su destino era siempre periférico. Jesús vive la dinámica del éxodo y del don de salir de sí, del caminar y del sembrar siempre de nuevo, siempre más».

Con su mirada puesta en la Virgen de la Cabeza, patrona de la Diócesis y «Madre de la itinerancia pastoral y misionera de Jaén» ha concluido sus palabras.

Al término de la homilía, el presbiterio diocesano ha renovado sus promesas sacerdotales ante el Obispo de Jaén. Después, los seminaristas han presentado ante el Pastor diocesano las tinajas con el aceite para ser consagrado: el de los enfermos, el de los catecúmenos y el santo crisma. Al finalizar la bendición, las vasijas con el santo oleo se han situado delante del altar.

La Eucaristía, en la que han participado también un numeroso grupo de fieles, así como religiosas y consagradas, ha concluido con la bendición.

Los santos óleos bendecidos en esta Eucaristía serán repartidos, como cada año, por todas las  parroquias de la Diócesis de Jaén.

Al concluir la Santa Misa, los sacerdotes han tenido un encuentro de convivencia fraternal.

Galería fotográfica: «Misa Crismal»

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