Carta Pastoral: En el umbral de la Cuaresma
9 febrero de 20161. El próximo día diez de este mes es Miércoles de Ceniza. Con él comienza la Cuaresma.
El nombre de Cuaresma es sinónimo de cuarentena. La liturgia lo toma prestado de la Sagrada Escritura, en la cual se habla, muchas veces, de cuarenta días, como los que pasó Jesucristo en el desierto haciendo oración y ayunando; cuarenta años también anduvo el Pueblo de Dios en el desierto; cuarenta días estuvo Moisés en el Sinaí; cuarenta son los días durante los cuales los cristianos preparamos la Semana Santa.
El Papa Francisco nos dice, en la Bula del Jubileo de la Misericordia, que “la Cuaresma de este Año jubilar ha de ser vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso del Padre!”[1]. Lo que importa es seguir descubriendo en Cristo ese rostro.
2. Su Mensaje para la Cuaresma, en esta ocasión, lleva por título: “Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13) y nos invita a practicar “las obras de misericordia en el Camino Jubilar”.
Se trata de una exhortación breve y muy densa de contenidos en las líneas que él mismo ha trazado a la Iglesia en su Bula de convocatoria para el actual Jubileo que estamos celebrando. Les invito a su lectura reposada. La encontrarán en la página del Obispado.
Únicamente me permito destacar alguno de sus apartados:
– La profunda reflexión que nos ofrece sobre la historia de la misericordia divina, que alcanza su culmen en el Hijo de Dios hecho hombre. Primer anuncio, nos dice el Papa, que siempre hay que volver a escuchar y siempre hay que volver a anunciar (n. 2).
– La misericordia de Dios es siempre un milagro que transforma nuestro corazón y nos hace, a su vez, capaces de ser misericordiosos, a traducir en gestos concretos nuestra ayuda al prójimo, en el cuerpo y en el espíritu (n. 3). Es un precioso canto del Santo Padre a las obras de misericordia.
– Insiste en recordarnos, asimismo, la importancia que puede tener para nosotros, durante el tiempo cuaresmal: escuchar la Palabra de Dios y participar en la iniciativa de las 24 horas para el Señor[2].
3. Finalmente, tanto en la Bula de convocatoria del jubileo, como en su Mensaje cuaresmal, el Papa Francisco se refiere también a los Misioneros de la Misericordia, cuyo signo concreto será mostrar cercanía y el perdón de Dios y al Sacramento de la Reconciliación, que pone en el centro de nuestro encuentro personal con el Señor y nos permite, dice, “experimentar, en carne propia, la grandeza de la misericordia”.
Los confesores deberemos ser, durante este tiempo, “verdaderos signos de la misericordia del Padre… participar de la misma misión de Jesús y ser signos concretos de la continuidad de un amor divino que perdona y salva… (para) acoger a los fieles como el Padre de la parábola del hijo pródigo”[3]. “Ninguno de nosotros –dice el Papa a los sacerdotes- es dueño del sacramento, sino fiel servidor del perdón de Dios”[4]. ¡Santa Cuaresma para todos!
Con mi saludo en el Señor.
+ Ramón del Hoyo López
Obispo de Jaén
[1] Papa Francisco, Bula de convocatoria del Jubileo extraordinario de Misericordia, Misericordiae vultus, 17.
[2] Trató sobre estos aspectos en la Bula citada, especialmente en los números 13 y 17. En concreto, la iniciativa de las 24 horas de oración, serían los días 4 y 5 de marzo.
[3] MV, nº 17
[4] Ibídem.