El Obispo recuerda que todos los bautizados somos parte de la Iglesia diocesana
13 noviembre de 2023“Orgullosos de nuestra fe”, bajo ese lema se celebró, este domingo, el Día de la Iglesia diocesana. Una jornada que recuerda el sentimiento de pertenencia a la comunidad de cristianos más próxima, la parroquia, así como a la Iglesia de la que forma parte, la de cada diócesis.
El Obispo de Jaén, Monseñor Chico Martínez, presidía en la Catedral la celebración eucarística de las 12 del mediodía. Lo hacía arropado por los fieles congregados. El servicio del altar estuvo acolitado por los tres seminaristas que procedentes de Tanzania se forman en nuestro Seminario, así como por los acólitos del primer Templo de la Diócesis. Una Eucaristía que estuvo concelebrada por dos canónigos D. Emilio Samaniego y D. Antonio Lara, a la sazón, Delegado de Liturgia.
En la monición de entrada, se recordó que esta jornada de la Iglesia diocesana pone de manifiesto que “En su seno hemos sido incorporados a Cristo y en ella le hemos conocido y aprendemos a seguirle como discípulos. Se nos pide hoy hacernos conscientes de la responsabilidad que todos tenemos de contribuir con nuestra colaboración, económica, de tiempo, de dones y de oración”.
En la homilía, el Obispo comenzó reflexionando sobre el Evangelio proclamado, que recoge la parábola de las doncellas necias y las prudentes. En este sentido, Don Sebastián explicó que Jesús con esta parábola quiere incidir en “la actitud propia del cristiano en el tiempo intermedio entre la resurrección de Jesús y su vuelta al final de los tiempos, que es la fe vigilante”. De la misma manera, Don Sebastián quiso resaltar el simbolismo de la parábola, en la que “el banquete de bodas hace referencia al Reino de Dios. El esposo es Cristo; el retraso del novio es la demora de la venida del Señor; las diez doncellas es la comunidad eclesial que aguarda la llegada del novio; y la admisión o rechazo de las vírgenes es la sentencia favorable o desfavorable en el juicio final”. Para finalizar explicando que el símbolo que sobresale es “el aceite que hace posible que la lámpara dé luz. El aceite es la fe de cada persona”.
En su predicación, el Prelado doméstico expresó que la Parábola es “una llamada o invitación a la sensatez, a la vigilancia. A avivar nuestra fe, a preocuparnos por ella y acrecentarla, a (como hemos escuchado en la primera lectura) salir a su encuentro, buscarla, desearla… a poner en práctica el Evangelio de Jesús… A tener una fe viva, de la cual nacerá luz, alegría y esperanza. Una fe que nos identifica como Hijos de Dios, y por tanto por lo que seremos reconocidos por el Esposo. ¡Qué triste que Jesús, el Esposo, por nuestra dejadez, por nuestra necedad, por nuestra insensatez… un día nos pueda decir “Os lo aseguro: no os conozco!”.
Del mismo modo, señaló la jornada que la Iglesia celebraba, en su condición de comunidad: “Celebrar el día de la Iglesia Diocesana es ser conscientes de que pertenecemos a una comunidad más amplia en la que se unifican y se funden todas las parroquias, todas las comunidades, asociaciones y grupos, en una sola comunidad real y concreta, que es nuestra Iglesia Diocesana de Jaén”, para continuar, “precisamente la Iglesia está formada por todos aquellos que, en medio de este mundo, creemos y sabemos que venimos de Dios y caminamos hacia el encuentro con Él en la vida eterna. Hoy nuestra mirada va más allá de nuestra pertenencia a una parroquia, o comunidad o grupo inmediato de referencia de vivencia de fe”.
Las ofrendas fueron llevadas hasta el presbiterio por una familia de la Diócesis. Antes de concluir, y después de impartir la bendición, el Obispo recordó que es siendo parte de la familia como se crea una familia, una comunidad diocesana y plena.