Carta Pastoral: Día de la Iglesia Diocesana
6 noviembre de 20151. El día 15 de noviembre, celebramos el Día de la Iglesia Diocesana. Esta jornada nos ayuda, sobre todo, a tomar conciencia de nuestra pertenencia a la gran familia de la Iglesia.
Cada uno de los bautizados respondemos personalmente a la vocación de hijos de Dios, por eso profesamos nuestra fe respondiendo individualmente: “Creo”. Pero además, el Señor ha querido que caminemos unidos, en un ambiente comunitario, haciendo Iglesia, familia.
Con qué belleza expresó esta verdad el Papa emérito Benedicto: “En el bautismo cada niño es insertado en una compañía de amigos que no lo abandonará nunca… esta familia de Dios, en la que ahora el niño es insertado, lo acompañará siempre, incluso en los días de sufrimiento, en las noches oscuras de la vida; le brindará consuelo, fortaleza y luz” (Homilía en la Fiesta del Bautismo del Señor, 8-1-2006)[1].
Este vivir cada uno la fe en Comunidad, nos enriquece y, al tiempo que confronta nuestra actuación con la de los hermanos, nos ayuda a descubrir nuestras limitaciones y falta de compromiso, para ir corrigiéndonos.
2. El lema de esta Jornada es: “Una Iglesia y miles de historias gracias a ti”. ¿Te has parado a reflexionar, querido hermano sacerdote, consagrado, hermano o hermana laico, lo que tú aportas a la comunidad, parroquia, a la Iglesia diocesana? ¿Has pensado que tus talentos, tu tiempo, tu oración, tus sacrificios y generosidad enriquecen a todos? Y, una última cuestión, ¿sabes que eres portador de la alegría del Evangelio, que tú también eres Buena Noticia y que puedes reflejar el rostro misericordioso de Dios?
¡Adelante! Caminemos unidos, aceptando con humildad nuestras limitaciones, pero poniendo junto a otros, lo mucho o poco que tenemos en nuestras manos, para el bien de todos. Grabemos bien esto en nuestra mente y corazón: sin ti… tu comunidad, tu Iglesia diocesana, sería diferente.
3. Gracias porque no te guardas esas capacidades. Gracias a vosotros, niños y jóvenes, portadores de inquietudes y esperanza. Gracias a vosotros, sacerdotes y consagrados, que con vuestra entrega sois testimonio palpable de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Gracias a vosotros, personas mayores y enfermas, porque sois nuestra memoria y sostenéis nuestra Iglesia desde la cruz y oración. Gracias a tantos fieles laicos, en los más diversos ámbitos de nuestra sociedad, que sois levadura y luz del evangelio en los ambientes en que se desenvuelve vuestra vida, sobre todo en la familia y el trabajo.
Como pastor de la Iglesia de Jaén, después de recorrer todas las comunidades, contemplo con gozo y sincera gratitud el gran regalo de nuestra Iglesia diocesana. Una gran familia que nos ayuda y acompaña, de la que todos necesitamos y a la que todos debemos aportar algo nuestro. Con palabras del Papa Francisco, “Jesús lo dijo a los discípulos de ayer y nos lo dice a nosotros: ¡vayan!, ¡anuncien! La alegría del evangelio se experimenta, se conoce y se vive solamente dándola, dándose” (Homilía en la canonización de Fray Junípero, Washington, 23-9-2015).
4. Además, a esta Jornada, acompaña una colecta a realizar en todos los templos abiertos al culto en la Diócesis. Importa y se necesita nuestra colaboración económica. Sin ella, nuestra Diócesis y Parroquias, no podrían desarrollar gran parte de la labor que ofrecen a todos: caritativa y social, catequesis y formación, celebración de los sacramentos, acompañamiento de los sacerdotes…
La ayuda proveniente de esta colecta llega a numerosas comunidades necesitadas y con escasos recursos. Animo a los sacerdotes, consagrados y laicado más comprometido, para que motiven en sus Comunidades la doble finalidad de esta jornada. Les recuerdo la importancia y obligatoriedad de que en toda parroquia esté en funcionamiento el Consejo de Asuntos Económicos, a través del cual un buen número de laicos colaboran con los Rectores de Iglesias en este cometido, al tiempo que posibilitan transparencia, fidelidad y diligencia en la administración de los bienes de cada Comunidad.
Amemos a nuestra Iglesia. Para Santa Teresa de Jesús fue motivo de inmenso gozo y paz: “morir hija de la Iglesia”. Fueron sus últimas palabras y así vivió.
¡Feliz Día de la Iglesia Diocesana!
Con mi saludo agradecido en el Señor
Jaén, 2 de octubre de 2015
+Ramón del Hoyo López
Obispo de Jaén
[1] H. de Lubac, se alegra de esta misma verdad con estas palabras: “¡Felices los que han aprendido desde su niñez a ver en la Iglesia a su madre! ¡Más felices aún aquellos a los que la experiencia, en cualquiera que sea el sendero de la vida, ha confirmado esta verdad! ¡Felices los que un día entendieron la novedad, la riqueza y la profundidad de la vida que se les comunicó por esta madre” (La Iglesia: Misterio y Paradoja, Sígueme, Salamanca, pág.23)