Carta Pastoral: Encuentro Eucarístico Diocesano
3 noviembre de 20151. Un año más nos disponemos a celebrar este encuentro, en el Seminario de Jaén, bajo el lema: “celebrar, adorar, contemplar y vivir”.
Será el Domingo, día 8 de noviembre, como ya ha comunicado el Promotor diocesano para el culto eucarístico, D. Mariano Cabeza, a parroquias, movimientos eucarísticos y a otros agentes de la pastoral diocesana relacionados con el Santísimo Sacramento de la Eucaristía.
Durante la jornada se les presentará el Plan Pastoral diocesano para el presente curso, marcado por el Año santo extraordinario sobre la misericordia y se les hablará sobre la necesidad de ser contemplativos en toda acción pastoral, como obra en el programa. Les esperamos.
2. Sabemos, que la Iglesia “ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, escribió san Juan Pablo II, no sólo como un don entre otros muchos, aunque sean muy valiosos, sino como el don por excelencia, porque es don de sí mismo, de su persona en su santa humanidad y, además, de su obra de salvación” (Enc. Ecclesia de Eucharistia, 11).
Es lógico, por ello, que la Eucaristía sea el centro de la vida de la Iglesia y de la vida del cristiano, tanto mediante la celebración de la Santa Misa, la Cena del Señor hasta que Él vuelva, como mediante la adoración silenciosa privada o pública del Santísimo Sacramento.
Deberíamos tener siempre muy presente que la Cena del Jueves Santo fue el lugar donde nació la Iglesia, el seno donde se encuentra la Iglesia de todos los tiempos. En la Santa Misa se renueva continuamente el sacrificio de Cristo, del que se alimenta nuestra fe y le adoramos con profunda devoción.
3. Jesús en la Eucaristía comparte nuestros caminos y se hace alimento que sostiene nuestras vidas, también o sobre todo, cuando el camino es más duro. En la Eucaristía el Señor nos hace recorrer también sus caminos, que son servicio, amor y misericordia de lo poco que somos y tenemos. El poder de Dios desciende sobre nuestras pobrezas y nos transforma. Recordemos el suceso de los discípulos de Emaús.
Importa, por ello, arrodillarnos en su presencia, abriéndole nuestro interior de par en par. Dejémosle entrar en nuestro ser, dejémonos transformar por Él. Cuando la vida de Dios penetra en nosotros, en nuestro pequeño recinto, nos transforma llenándonos de su Vida, de su Amor y nos impulsa a “salir”, sin miedo a compartir con otros, a amarlo en los demás.
Nuestra existencia se hace así fecunda y renovada al calor de la Eucaristía. Alabamos por ello este encuentro anual eucarístico porque da ocasión de celebrar, adorar, contemplar y vivir una vez más este misterio de fe juntos y como Iglesia diocesana. Hasta ese día, si Dios quiere.
Con mi afecto en el Señor.
+ Ramón del Hoyo López
Obispo de Jaén