Carta Pastoral «Día de los abuelos»
12 julio de 2011 El próximo día 26 de este mes, fiesta de San Joaquín y Santa Ana se va haciendo ya familiar la celebración del DÍA DE LOS ABUELOS. Fue el Beato Juan Pablo II quien nos recomendó dedicar esta fecha para honrar a estas personas tan importantes y queridas en el seno familiar. Ellos se merecen todo y qué menos que proporcionarles un día de especial cercanía al año, contemplar de cerca la viveza de sus ojos cansados por los años y agradecerles tantos esfuerzos e ilusiones puestos en sus hijos, nietos y bisnietos.
La entrañable figura de los abuelos forma parte de nuestros primeros recuerdos en la vida. La imagen del abuelo y en el abuelo, la de sus nietos es una estampa imborrable de nuestra historia personal. Actualmente son cada vez más abuelos y abuelas que colaboran con el cuidado de sus nietos y, hasta en ocasiones, hacen las veces de padres. Les cuidan con el amor que se merecen, les ayudan a descubrir la vida durante el crecimiento de los primeros años y, con frecuencia, son sus primeros y mejores catequistas.
Todos los abuelos, como personas mayores, necesitan de mucho cariño y comprensión. Son muchos los que sufren soledad. Apenas si les visitan sus hijos y esta actitud, cuando la escuchas, rompe el alma. ¡Cómo agradecen que se les visite desde la parroquia y se les lleve la Sagrada Comunión a su casa o Residencia cuando ya no pueden acudir al Templo parroquial! ¡Qué gran obra de caridad la que, de forma organizada, les proporciona la Comunidad parroquial para escucharles, animarles, ayudarles si es preciso y acercarles el Pan de Vida! “Es el mejor de los regalos”, me dicen muchos cuando me acerco a ellos en las Visitas Pastorales. Cuentan los días de una a otra visita.
Transcribimos las palabras que pronunció el Papa Juan Pablo II en su Carta a la O.N.U. el año 2002, en que escribía: “Hace falta que se considere al anciano en su dignidad de persona, dignidad que no merma con el pasar de los años y con el deterioro de la salud física y psíquica. Los ancianos no deben ser considerados como un peso para la sociedad, sino como un recurso que puede contribuir a su bienestar”.
Mis queridos abuelos: Muchas felicidades de todos los diocesanos de Jaén. Gracias por vuestras vidas, cuidados, sacrificios y tanto derroche de amor. Lo decimos con el salmista: “aunque uno viva setenta años, y el más robusto hasta ochenta, la mayor parte son fatiga inútil, porque pasan aprisa y vuelan” (Sal 90,10), pero las buenas obras permanecen para siempre.
Con mi recuerdo ante el Señor y bendiciones.
RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ
OBISPO DE JAÉN
Jaén 11 de julio de 2011