Vigilia de las Espigas: «Torredelcampo será un altar para «el amor de los amores»
3 junio de 2024Queridos sacerdotes, adoradores y fieles torrecampeños:
Como cada año, celebramos la tradicional Vigilia de Espigas dedicada a la solemne adoración al Santísimo Sacramento. En esta ocasión tendrá lugar el próximo 15 de junio y nos congregaremos en Torredelcampo, donde sus calles y plazas se harán altar para recibir y adorar al Amor de los amores.
Se trata de una Vigilia muy antigua y tradicional, y la llamamos «de espigas» porque tuvo su origen en una celebración de las témporas para dar gracias a Dios por los frutos del campo, simbolizados en las espigas de trigo. En nuestro tiempo, este acción de gracias se amplía y pretende aunar todos los logros del trabajo humano, poniéndolo todo en las manos de Dios para que Él lo transforme en frutos de Redención.
Reconocemos, así, la ayuda de Dios en nuestros proyectos y logros, también por nuestra entrega. Ponemos, por ello, en manos de Dios los frutos que hayamos obtenido, sobre todo a favor de los demás, al tiempo que le pedimos nos ayude, siempre, en el desempeño de la misión que cada uno tiene encomendada.
Sabemos que, ya desde los días que siguieron a la venida del Espíritu Santo, los primeros cristianos «acudían asiduamente a la fracción del pan y a la oración» (Hch 2, 42). Así reconocían que el Señor resucitado, ya ascendido al cielo, se hacía presente en medio de ellos. De hecho, todas, las comunidades cristianas se iban afianzando desde el principio en torno a la presencia de Jesucristo, desde su palabra y celebración eucarística, y así ha sido siempre en todas las generaciones de cristianos a lo largo de los siglos.
La Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia y de todo cristiano; es la fuente de la que se nutren y la cima hacia la que caminan. Sin la celebración eucarística no habría Iglesia; y sin la participación plena en ella, la vida de todo cristiano se debilita, se apaga y muere.
Desde aquel primer Jueves Santo, este amor de Cristo entregado a la muerte por nosotros es el cimiento del mundo, la fuerza invisible que ilumina las mentes de los hombres y purifica nuestros corazones del pecado y de la corrupción; es el gran amor que nos abre el camino hasta Dios y nos hace capaces de amar sinceramente a los demás, amigos y enemigos, como verdaderos hermanos.
Queridos torrecampeños, este es un momento de gracia muy especial, para abrir de par en par nuestro corazón ante Jesús sacramentado y, con ojos de fe, ponernos en sus manos para que Él nos vivifique y fortalezca. Para ser testigos de su amor en la Iglesia y en un mundo, tan necesitado de ese amor divino, del que nosotros podemos ser cauces para que otros conozcan el amor infinito de Dios.
Os animo a ser partícipes de esta Vigilia de Espigas, en una efeméride especial, ya que en este año 2024 se conmemora el 60 aniversario de la refundación de la Sección de Torredelcampo. Adornad vuestros balcones y calles para esta fiesta tan especial, en torno a Cristo Eucaristía. Toda la Iglesia de Jaén se dará ese día cita en Torredelcampo y acogedores, como sois, y cristianos de gran fe, os invito a colaborar con vuestra presencia y vuestra oración en esta jornada que con tanto empeño y dedicación se está organizando.
El Papa Benedicto XVI decía: «El amor que celebramos en el sacramento no es algo que podamos guardarnos para nosotros mismos. Por su propia naturaleza, exige ser compartido con todos. Lo que el mundo necesita es el amor de Dios; necesita encontrar a Cristo y creer en Él. La Eucaristía es, pues, fuente y culmen no sólo de la vida de la Iglesia, sino también de su misión»(SC, n. 84). No nos guardemos o enterremos este tesoro solo para nosotros. No podemos estar de brazos cruzados. Vivir la Eucaristía es entrar activamente en el plan de Dios. La Eucaristía es acción de gracias, alabanza, bendición y fuerza que nos empuja a un modo de vivir, activo, dinámico y transformador.
Que María Santísima, la hija de nuestra querida abuela Santa Ana, nos ayude y enseñe a descubrir siempre a su Hijo en el misterio eucarístico y en el rostro de todos nuestros hermanos.
Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.
+ Sebastián Chico Martínez
Obispo de Jaén