Religiosas de vida contemplativa participan en el tercer encuentro de formación

El sábado, 25 de enero, fiesta de la Conversión de San Pablo, ha tenido lugar el 3º Encuentro de formación de la Vida Contemplativa en nuestra Diócesis. Comenzó con la celebración de la Eucaristía, a las 10:30 horas, celebrada en la capilla mayor de la Casa de la Iglesia y concelebrada por el delegado y el subdelegado para la Vida Consagrada, Manuel Alfonso Pérez y Juan Antonio Marín, respectivamente.

Participaron 26 religiosas de los distintos monasterios y familias (carmelitas, clarisas, dominicas y mínimas) de vida contemplativa presentes en el territorio diocesano. La gripe ha impedido que varias hermanas no hayan podido desplazarse para el encuentro.

La primera sesión formativa fue impartida por D. Juan Antonio Marín Linares, párroco de Ibros y de Lupión, director de la casa de espiritualidad San Juan Pablo II y subdelegado para la Vida Consagrada, que versó sobre la encíclica del Papa Francisco Dilexit nos.

En la que el Papa nos recuerda que necesitamos recuperar la importancia del corazón: «En este mundo líquido, es necesario hablar nuevamente del corazón. Pero nos movemos en sociedades de consumidores seriales que viven al día y dominados por los ritmos y ruidos de la tecnología, sin mucha paciencia para hacer los procesos que la interioridad requiere».

El corazón incluye un triple amor. Ante todo, dice, el amor divino infinito que encontramos en Cristo, pero también en la dimensión espiritual de la humanidad del Señor y el amor sensible. «Es enseñanza constante y definitiva de la Iglesia que nuestra adoración a su persona es única, y que comprende inseparablemente tanto su naturaleza divina como su naturaleza humana».

Francisco realiza una síntesis de la difusión de la devoción al Corazón de Cristo a lo largo de la historia hasta llegar a la «nueva declaración de amor» a sato Margarita María Alacoque, cuya experiencia invita a releer a la luz del Evangelio y la tradición de la Iglesia. Aparecen también figuras como san Claudio de la Colombiere, san Carlos de Foucauld santa Teresa del Niño Jesús.

Amor que da de beber. El último capítulo de la carta encíclica Dilexit nos subraya la necesidad de que culto y devoción tienen una importante dimensión comunitaria, social y misionera.

A modo de cierre, Francisco recuerda los vínculos de este documento con Fratelli tutti y Laudato si, pues el encuentro con Jesús posibilita «tejer lazos fraternos, reconocer la dignidad de cada ser humano y cuidar juntos nuestra casa común».

Y denuncia que en un mundo en el que todo se compra y se paga, parece que no hay lugar para amor gratuito. «Él es capaz de darle corazón a esta tierra y reinventar el amor allí donde pensamos que la capacidad de amar ha muerto definitivamente. La Iglesia también lo necesita, para no reemplazar el amor de Cristo con estructuras caducas, obsesiones de otros tiempos, adoración de la propia mentalidad, fanatismos de todo tipo que terminan ocupando el lugar de ese amor gratuito de Dios que libera, vivifica, alegra el corazón y alimenta las comunidades».

Tras un breve receso, D. Manuel Alfonso Pérez Galán, párroco de San Francisco de Asís y rector del Santuario de la Virgen de Linarejos extrajo consecuencias formativas para la Vida Consagrada de: «El don de la fidelidad y la alegría de la perseverancia», documento de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica que fue publicado en el año 2020.

Afirmó que uno de los problemas que preocupa a la vida de las personas consagradas hoy en día es el creciente fenómeno de la mediocridad y de la falta de integridad de algunos de sus miembros. Una investigación sobre por qué muchas personas consagradas terminan viviendo de esta manera revelaría varios factores como la falta de construcción de una identidad personal y religiosa sólida, la falta de interiorización de los valores vocacionales y de ideales significativos en la vida, el debilitamiento de la propia vida de fe, la identificación inadecuada con el proyecto vocacional, la secularización de la sociedad moderna y la relativización de los absolutos y los ideales, la dificultad de vivir en la perspectiva de un futuro lejano, la lucha experimentada en la estructuración del deseo, una conciencia mal formada, una motivación vocacional inadecuada y la psicodinámica del individuo.

Su exposición era un intento de examinar el problema de la mediocridad entre los consagrados, examinando algunas de las razones y lo que se puede hacer para ayudar a que estas personas puedan vivir su vida de consagración con mayor convicción, alegría, pasión, integridad y compromiso. Pues estas virtudes permiten y animan la fidelidad y la perseverancia en la vocación recibida que es don y tarea. Vencer el conformismo, la comodidad, el miedo al futuro y los propios temores, así como la actitud ante las dificultades, el sufrimiento y el dolor…

El esfuerzo por una vida marcada por el amor concreto y la fidelidad nos hace ser fieles. No nos entregamos a la fidelidad sino a una persona, a una causa o a un valor. Nuestro seguir entregándonos constantemente es lo que hace que la fidelidad sea una realidad.

Y terminó diciendo que: «Una persona consagrada comprometida vive su vida intencionalmente. El compromiso definitivo implica una intención, un acto de confianza que se desea y se quiere mantener. La formación en la perseverancia fiel requiere despertar y ejercitar una delicada sensibilidad interior para responder al don de Dios».

El encuentro terminó con una comida fraterna, departiendo y compartiendo unos con otros.

Delegación de Vida Consagrada