Testimonio vocacional de nuestros cuatro nuevos seminaristas

5 octubre de 2016

ÁLVARO FLORES COLETO

La vocación es el plan que Dios ha dispuesto para ti, para mí y para cada uno de nosotros, con gran amor y dedicado exclusivamente. Ese plan lo tenía ya preparado Dios antes de nuestra propia existencia, antes de que naciéramos y antes de que manifestáramos nuestros gustos y pasiones.

Soy Álvaro Flores Coleto, tengo 24 años, vengo de Andújar y pertenezco a la Parroquia de Cristo Rey. Desde hace unos días formo parte de la comunidad del Seminario Diocesano de Jaén que integramos un grupo de jóvenes, y no tan jóvenes, de espíritu alegre, inconformista e inquieto. Chicos de nuestro tiempo que hemos recibido una llamada concreta y sencilla. ¿Sencilla? Sí. La sencillez de la humildad, del servicio y del Amor con mayúsculas. Esta llamada nace de una búsqueda, de un encuentro a través de la experiencia viva de Cristo en la oración y en la caridad de mano de su esposa, la Iglesia. Pero la vocación es cosa de dos. El Señor propone pero cada uno responde con libertad. Yo he dicho: “sí, aquí estoy Padre. Haz de mi cuanto necesites”.

Ahora estoy en este nuevo camino, no sin dudas, no sin vacilaciones, no sin preocupaciones…pero poniéndolo todo en manos del Señor, ¿quién puede temer? De manos de nuestros patrones, la Inmaculada Concepción de María y San Eufrasio, pido a Dios que nos dé fuerza, ánimo de espíritu, coraje y fe para seguir a Jesús por el camino de la verdad. ¡Alabado sea Jesucristo!

 

ANTONIO JOSÉ BÁRCENAS

La vocación no es una experiencia reservada a unos pocos privilegiados, todos y cada uno de nosotros somos llamados por Dios para llevar a cabo una misión dentro del proyecto que Él tiene para su pueblo. La llamada es personal, Dios nos llama por nuestro nombre, pero eso no significa que el fin de la llamada seamos nosotros, sino que es la misión para la cual somos llamados.

La vocación al sacerdocio es quizás la más difícil de entender, ya que el Señor te llama a vaciarte de ti, renunciando a los egoísmos, al interés y al éxito personal, para llenarte de Él, de Su Palabra, y así dar testimonio del Evangelio con tu vida. El impulso primero es responder a la llamada, pero acto seguido aparecen los miedos y las inseguridades. Como le ocurrió a Moisés, a Gedeón o a Isaías, nos excusamos en nuestras limitaciones, pero tenemos que pensar que somos un instrumento de Dios y que Él pone los medios necesarios cuando los nuestros propios son escasos.

Me gusta imaginar que soy una bombilla, incapaz de dar luz por sí misma, pero que alimentada con la corriente eléctrica adecuada: con la Eucaristía, la lectura y estudio de la Palabra, etc… es capaz de irradiar luz, pero una luz que no procede de ella sino de Cristo. En el camino que empiezo ahora en el Seminario espero ser capaz de reflejar durante el caminar una luz cada vez más brillante, teniendo siempre presente que la fuente de la luz es Cristo.

Sobre mi vocación concreta sólo comentar que el acercamiento a las Sagradas Escrituras fue quizás el detonante; y agradecer la labor de acompañamiento en el discernir de dos sacerdotes a los que tengo un profundo afecto, Andrés, mi párroco y Álvaro, profesor y amigo de Sevilla. Si mi vocación es de Dios, espero desarrollar algún día mi ministerio sacerdotal con la misma alegría y celo pastoral con que ellos lo hacen.

 

JESÚS LLOPIS

Mi nombre es Jesús Llopis Olivera, vivo en Jaén y pertenezco a la parroquia de Santa María Madre de la Iglesia.

Este camino hacia el Seminario comenzó hace ya casi tres años. Era un frío 3 de enero, algo gris y posiblemente hasta lluvioso,el que el Señor eligió para darme la mayor alegría de mi vida y hacerme ver, con claridad, cuáles eran Sus planes para mi futuro, muy distintos a los que yo hasta ese momento había querido marcar. Ese día descubrí que los caminos del Señor son impredecibles y que a uno le va mejor cuando se deja directamente sorprender por Él.

Me puse en camino para no demorar mi respuesta pero, como todo esto para mí era totalmente nuevo y desconocido, preferí madurar esta llamada mientras cursaba por mi cuenta los dos primeros cursos de Filosofía en laUniversidad de Navarra.

Hace unos días entré por fin, con unas ganas e ilusión que sólo Él y los que mejor me conocen saben, al Seminario de mi Diócesis.

Ahora, aún quedan varios años por delante en este camino dediscernimiento entre el Señor, la Iglesia y yo. Varios años que confío que serán de crecimiento en lo humano y en lo espiritual –no simplemente para ser mejor, sino para poder dar más a los demás-,   los que deseo poner todo el corazón en algo tan grande como es el enamorarse cada díamás y más del Señor, el único que todo lo puede y al que nunca nada ha derrotado.

Por ello, a todo el que me encuentro le pido ayuda con su oración y hoy, si me lo permitís desde aquí, os quiero invitar a que siempre que podáis recéis un Padrenuestro por nuestro –que también es vuestro- Seminario. Con la fuerza del Señor y la de nuestra Madre no habrá obstáculo que se nos resista en esta gran aventura que es entregar la vida al servicio de los demás por el Señor. ¡Muchas gracias!

 

SAMUEL VALERO

Me llamo Samuel Valero, tengo 18 años, soy de la parroquia Santa María la Mayor de Torreperogil y este año ingreso en el seminario.

El motivo de mi ingreso es por Amor, sí, estoy enamorado de Cristo. Ver el rostro de Cristo en cada una de las personas que me voy encontrando a lo largo de mi vida me ha hecho entender la misión que Dios ha preparado para mí: una entrega de 100% a Cristo y a la Humanidad. Cuánta alegría da llevar a Jesús a cada persona y hacerle ver que Dios siempre le ama por muy cerca o lejos que esté de Él. Qué bonito es compartir este amor que Cristo vino a entregarnos a cada uno de todos nosotros.

El 12 de septiembre empecé con el seminario mayor los ejercicios espirituales de inicio de curso, precisamente el día del Dulce Nombre de María y en ella pongo mi vida y mi vocación ya que es la que ha ido guiando mis pasos hasta su Hijo y es mi modelo a seguir: poder dar un SÍ generoso como ella al Señor, entregándole toda mi vida y poder seguirlo con fidelidad.

 

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