Reflexión sobre el papel de la Iglesia ante la realidad de las migrantes refugiados

15 noviembre de 2018

El responsable del Secretariado de Migraciones de la Diócesis de Jaén, D. Jesús Castro, insta a materializar la propuesta del Papa Francisco para “acoger, proteger, promover e integrar”

 La Casa de la Iglesia de Úbeda acogió, el pasado martes por la tarde, el acto central de la segunda jornada de la Semana de la Pobreza. Con el título “El reto ante los migrantes: Acoger, Proteger, Promover e Integrar”, la cita sirvió de reflexión sobre cuál es y cuál debe ser la repuesta de la Iglesia a la situación que atraviesan las personas migrantes y refugiadas. El delegado episcopal de Cáritas, Juan Raya, fue el encargado de introducir el acto. Recordó el lema de la II Jornada Mundial de los Pobres, que se celebra el próximo domingo: “Este pobre gritó y el Señor lo escuchó”. Manifestó que son muchos los gritos de la pobreza en el mundo actual. “No solo vale escuchar esos gritos, sino que hay que responder”, asevero Raya.

El responsable del Secretariado de Migraciones, el sacerdote D. Jesús Castro, aseguró al comienzo de su intervención que la realidad de las personas migrantes y refugiadas “es un signo de los tiempos para la Iglesia y para la humanidad en general”. Aportó dos datos sobre la gravedad de la situación que se vive: los 10.000 muertos en el Mediterráneo en los últimos tres años y las 1.800 personas que han perdido la vida intentando alcanzar las costas españolas en lo que va de año. “Es una urgencia que nos toca e interpela”, señaló Castro. Como causas apuntó principalmente a las desigualdades económicas y sociales, a la cultura del descarte, el consumo desmedido y el derroche de una parte de la humanidad.

También destacó la situación de los migrantes climáticos. “La causas no son mala suerte, sino razones éticas y morales, lo que implica que pueden ser cambiadas”, apostilló. Hizo hincapié también en los obstáculos que se ponen a los migrantes, como las leyes o la ola de rechazo al diferente y al migrante en todo el mundo, con reflejo en algunos dirigentes políticos. Por ello, añadió: “Las personas de Iglesia tenemos que dar una respuesta diferente”.

Subrayó la propuesta del Papa Francisco reflejada en 4 verbos: acoger, proteger, promover e integrar. Castro se detuvo en el sentido de cada uno de ellos. “Cuando en la Iglesia decimos acoger es que se busquen vías alternativas de entrada de migrantes en territorio europeo. Debe haber vías legales y seguras”, manifestó. “Una acogida fraterna tiene que ver con que no se sientan extraños, que en el rostro del migrante veamos el rostro de Cristo”. Con respecto a proteger, puso como ejemplo la campaña de la aceituna en Jaén. “Debemos poner freno y estar vigilantes ante situaciones de explotación laboral, no acceso a una vivienda digna, el racismo y el rechazo… Ante eso debemos estar los cristianos.”, apostilló. En cuanto al verbo promover, concretó que hace referencia a poner el foco en que las personas migrantes puedan desarrollar sus capacidades. Finalmente, explicó el verbo integrar: “La migración no es un problema; es una oportunidad para enriquecernos mutuamente. Así han evolucionado todas las culturas”, sentenció.

Por su parte, Ibrahim Youwadjou, camerunés, y Nadia Massou, marroquí, compartieron sus experiencias como migrantes, que ilustraron las numerosas dificultades que han tenido que atravesar en sus respectivas trayectorias en la búsqueda del sueño de tener un futuro mejor, testimonios que fueron seguidos con interés por el centenar de asistentes.

El último de los testimonios compartidos fue el de Carlos Escobedo, voluntario de Cáritas y miembro del dispositivo de atención al inmigrante de Jaén. Explicó su experiencia y puso el acento en la denuncia que le permite esta vivencia, que posibilita acabar con los prejuicios de quienes lo rodean, así como el enriquecimiento personal que supone el trato humano y de tú a tú con quienes comparte un café en las frías noches de Jaén durante la campaña de la aceituna.

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