Queremos ver a Jesús
24 octubre de 2010 Hoy es domingo pero no un domingo cualquiera. Es el DOmingo MUNDial de la propagación de la Fe. Es la Jornada Mundial de las Misiones que este año celebramos con el lema Queremos ver a Jesús (Jn 12,21).
¿Realmente queremos ver a Jesús? Tal vez nosotros hombres y mujeres satisfechos de todo no lo deseamos tanto pues Jesús cambiaría nuestros esquemas si realmente le dejamos entrar en nuestra vida.
A lo largo del mes de octubre van arrancando en nuestras parroquias las actividades del curso pastoral. ¡Qué difícil resulta encajar los horarios de catequesis! Cuántas prioridades hay antes que conocer a Jesús. Es lo que decía anteriormente, estamos satisfechos de todo. Qué triste resulta que vengan padres y madres dando prioridad al baile, kárate, fútbol, tenis, inglés… Lo último conocer a Jesús. Conozco un lugar donde una de las preferencias de sus gentes es conocer a Jesús. No importa la actividad que haya: fútbol, trabajo, tareas del hogar, escuela…. todo se suspende porque después de mucho tiempo llega el sacerdote a traer algo nuevo, algo distinto… viene a traer aquello que desean ver, les muestra a Jesús. Ese día, es día de fiesta y se celebra por todo lo alto. Llegan de todas partes después de horas de caminata por senderos y caminos tortuosos. Llegan todos limpitos, arreglados con lo mejor que tiene porque es un acontecimiento especial, muy especial, llega el misionero o la misionera y con ellos llega Jesús, Aquél a quien quieren ver.
Hoy día hay mucha gente que quiere ver a Jesús. Aquí, allí, en el sur, norte, este y oeste hay personas que desean ver a Jesús. Queremos ver a Jesús (Jn 12,21) es la petición que algunos griegos, llegados a Jerusalén para la peregrinación pascual, presentan al apóstol Felipe. Esa misma petición debería resonar también en nuestro corazón en este día que nos recuerda cómo el compromiso y la tarea del anuncio evangélico compete a la Iglesia entera, “misionera por naturaleza” (Ad gentes, 2)
Por esa misma naturaleza la acción misionera de la Iglesia no puede limitarse únicamente a esta jornada o días de sensibilización. El Domund comienza el día 1 de enero y termina el 31 de diciembre de cada año. Cada día hemos de renovar nuestro compromiso con la Misión Universal de la Iglesia a la que todos estamos llamados desde el día de nuestro bautismo. Cada día deberíamos tener presentes en nuestras oraciones a aquellos que desean ver a Jesús y sobre todo aquellos que prestan sus vidas para que Jesús sea conocido, los misioneros y misioneras. No podemos olvidar tampoco la ayuda fraterna, a pesar de las dificultades económicas, gracias a ella se pueden sustentar a las jóvenes Iglesias para que puedan continuar mostrando el rostro amoroso de Jesús.
"Poneos, pues, en camino, haced discípulos a todos los pueblos y bautizadlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de este mundo" (Mt 28, 19-20)