Noticias de Dios en la literatura
31 enero de 2024En la misma línea de los grandes escritores conversos de la literatura inglesa se sitúa, aunque con registros literarios distintos, el escritor noruego Jon Fosse (Haugesund, Noruega, 1959), reciente Premio Nobel de Literatura 2023. Si escritores como Chesterton, C.S. Lewis, Tolkien o algunos otros destacados escritores conversos del Movimiento de Oxford, liderados por J. H. Newman, lo hicieron desde la Comunión Anglicana, Fosse lo hace desde el protestantismo de corte reformador noruego. Se trata de poner de relieve “qué supone hoy ser, pensar y contar como católico en un país luterano y en una literatura que esconde a Dios”, ha declarado el reciente nobel, convertido al catolicismo hace poco más de una década y residente actualmente en una tranquila localidad de Austria. Fosse no teme a hablar con las grandes palabras, como “Dios”; y en su obra, como dice la academia sueca en el texto argumentario del premio “da voz a lo indecible”, algo que él hace, siguiendo según algunos estudiosos de su obra, la senda mística de la escuela del Maestro Eckhart en los toques religiosos del propio relato. El tema religioso, más presente en sus novelas que en obra de teatro, no es para él un añadido, o una excusa cultural, sino algo esencial para alguien que ha manifestado que “escribe para rezar”. El tema de la luz, dada la influencia que en su conversión tuvo la pintura, es un tema recurrente en él.
Es su última novela, traducida al español como “Blancura” (Random House. Mondadori, 2023, 89 páginas) una intensa parábola sobre el vacío y la trascendencia. El crítico literario de la revista “Cromos” hace de este escueto texto el comentario que sigue y que me parece revelador después de haberme adentrado en su lectura y relectura durante una tarde entera. Dice así el redactor anónimo de la reseña: “Con su lengua mínima, un puñado escaso de elementos vagamente referenciales y sus bucles y preguntas que se pronuncian y quedan en suspenso, Blancura es una apuesta por la intensidad narrativa antes que la extensión. En medio de un bosque al que se llega por puro impulso, o quizás inercia, sin una buena o mala razón a la que asirse, el extravío del protagonista podría leerse como metáfora del tránsito de la vida a la muerte, o como la expresión del absurdo de la existencia, entre el sinsentido y la inagotable búsqueda de una forma de trascendencia. (En un momento cumbre del relato, y la única vez, aparece con fuerza la palabra “Dios”). En los titubeos del narrador, sus contradicciones entre el decir y el actuar, los diálogos breves y absurdos con sus padres y un fluir de conciencia donde las palabras proliferan, se acumulan y repiten, la novela encuentra su ritmo, una cadencia hipnótica que nos arrastra, pero también una lengua donde la repetición no es una afirmación enfática acerca del mundo sino, por el contrario, la expresión de un fracaso, aquello que no se puede nombrar. Frente a la afluencia de palabras que se suceden sin decir casi nada, apenas una vaga conciencia de sí y del presente, lo que subyace es el silencio. Blancura hace de la brevedad, de la austeridad y la aparente sencillez compositiva una forma de evocación de ese silencio que nos habla de la muerte, la trascendencia y, con una rara serenidad que la aleja de sus referentes, de los límites del entendimiento para aprehender una realidad de contornos inciertos”. Fosse se nos presenta como una voz necesaria para entender el páramo religioso de la literatura actual, a veces solo transitado por voces ideológicas y que poco aportan a la verdadera literatura de corte religioso.
Aprovecho la aparición de este nuevo fenómeno literario para presentar y aconsejar la lectura de dos grandes obras relacionadas con el tema religioso en la literatura. La primera “Literatura del siglo XX y Cristianismo”, de Charles Moeller (Editorial Gredos. Cuatro tomos). La segunda “El espíritu de la letra. Acercamiento creyente a la literatura”, de Antonio Blanch (Editorial PPC, 2002). Aquella es un clásico que espera nuevas y actualizadas ediciones y esta segunda va camino de convertirse en otro clásico. Charles Moeller, en su obra analiza la relación entre la literatura y el cristianismo en un variado número de autores del siglo pasado. Antonio Blanch, por su parte, ofrece una nueva visión de la literatura, en general, y de los textos religiosos, en particular. Blanch ofrece la posibilidad de dejar de leer literatura con unos objetivos tradicionales, el del entretenimiento y el del estudio, para centrar más la lectura en el carácter humanizador de la literatura. Su trata de encontrar en la literatura una base para estimular el espíritu. La obra consta de dos grandes bloques, que van acompañados de una sólida y bien argumentada introducción.
Deberían ser estas dos obras imprescindibles en los seminarios y centros de formación sacerdotal, toda vez que en la actual sociología de los presbiterios diocesanos hay importantes lagunas en lo que se refiere al mundo de la literatura. Se trata de un déficit cultural lamentable y al que, por lo que voy sabiendo, poco se está haciendo por superarlo. En este sentido cabe recordar, para ver la importancia de las letras y las artes en la historia el libro “La formación sacerdotal. Historia y vida” de Francisco Martin Hernández y José Carlos Martin de la Hoz (San Pablo, 2014).
Juan Rubio Fernández
Sacerdote, escritor y periodista