Nota de la Comisión Episcopal de Migraciones sobre la acogida a los inmigrantes y refugiados en Europa y en nuestro país
31 marzo de 20171.- En este año en el que por el impulso del papa Francisco la Iglesia está trabajando de manera especial sobre los problemas de los “menores migrantes, vulnerables y sin voz” queremos manifestar nuestra preocupación sobre las consecuencias de las recientes medidas que la Comisión Europea aprobó el 2 de marzo pasado donde se invita a expulsar de la forma más rápida posible a migrantes en situación de irregularidad, entre los que probablemente se encuentren niños.
Esta propuesta puede suponer, de hecho, que prime la condición de inmigrante antes que la de ser menor, con lo cual se podrían conculcar los derechos de los menores. De entre las medidas, la más sorprendente es la de prolongar los períodos de detención. Los niños no deberían ser detenidos porque la detención nunca les beneficia. Y hay que recordar que solicitar asilo no es un acto ilegal.
Debemos ver a los menores migrantes – especialmente a los no acompañados – como una oportunidad, “un reto y una esperanza“, no como un problema. Así lo manifestábamos en nuestro Mensaje del 16 de enero de 2017 con motivo de la Jornada de las Migraciones. También decíamos que “Alguien ha de gritar con ellos y en su nombre” .Por eso pedimos que se les trate como lo que son: personas inocentes y vulnerables por lo que merecen un trato especial.
Insistimos, una vez más, en que los países deben tomar en serio este asunto y tratar el fenómeno de las migraciones con responsabilidad tanto en el origen como en la acogida. Observamos con inmensa tristeza cómo se están construyendo muros y tomando medidas para impedir el flujo migratorio. Las Administraciones públicas tienen la responsabilidad de ordenar las corrientes migratorias; pero teniendo en cuenta siempre la protección de los derechos de los más indefensos y vulnerables. No olvidemos que los menores son muchas veces, junto con las mujeres, víctimas inocentes de la trata de personas con fines de explotación laboral, sexual, de extracción de órganos etc.
La Iglesia desea colaborar con la sociedad y caminar junto a estos niños migrantes para dar solución justa a este problema. Para ello cuenta en España con una generosa red de ayuda a estos sectores de la población dentro de las diócesis y de las congregaciones religiosas e institutos de vida consagrada así como de asociaciones laicales. Desde la Comisión Episcopal de Migraciones estamos alentado y apoyando la coordinación de las instituciones eclesiales y su trabajo relacionado con la Infancia y Juventud en riesgo.
2.- Por otro lado, queremos recordar que hace un año los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones ante el acuerdo alcanzado entre la Unión Europea y Turquía para devolver a este último país a los refugiados que habían llegado a Europa, manifestábamos “el inmenso dolor ante esta y todas las últimas tragedias humanitarias que afectan a emigrantes y refugiados”. Queremos de nuevo recordar – como dice el Santo Padre – que “detrás de estos flujos migratorios, en continuo aumento, está siempre la inhumanidad de un sistema económico injusto en que prevalece el lucro sobre la dignidad de la persona y el bien común; o la violencia y la ruina que genera la guerra, la persecución o el hambre”. Por eso reiteramos de nuevo el deseo de acompañar como pastores de la Iglesia a las organizaciones eclesiales que trabajan con inmigrantes y refugiados las cuales han hecho pública una nueva Nota el 21 de Marzo, titulada “Un año desde el acuerdo UE- Turquía: pasos en la mala dirección”. En ella han hecho oír su voz en defensa de los derechos de estas personas desvalidas que reclaman con justicia nuestra solidaridad.
3.- Por último, deseamos que se cumplan, cuanto antes, las propuestas que nuestro Gobierno asumió en la acogida de los migrantes, invitándole a una más amplia generosidad en las mismas. La Iglesia, en una labor subsidiaria a la del Estado, está dispuesta a colaborar siempre dando respuestas integrales para responder a estos flujos de migrantes y refugiados. A través de sus instituciones apoya diferentes ofertas de acogida, acompañamiento e integración, como las que especialmente propone la red Migrantes con Derechos (Caritas, Confer, Justicia y Paz y la propia Comisión Episcopal de Migraciones) y la Comunidad de San Egidio con los pasillos humanitarios.
A todos los que impulsados por las palabras de Jesús “Fui forastero y me acogisteis” (Mt 25,35) o movidos por la buena voluntad, trabajan por y con los inmigrantes, emigrantes y refugiados, nuestro sincero agradecimiento. Y nuestra bienvenida de todo corazón a los mismos inmigrantes y refugiados. Sabed que la Iglesia también es vuestra familia y vuestra casa.
Los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones
Conferencia Episcopal Española