Las religiosas de la diócesis celebran la Jornada de la Vida Consagrada
7 febrero de 2013 El día 2 de febrero es la fiesta de la Presentación del Señor en el Templo de Jerusalén (cf. Lc 2, 22-40), conmemoración litúrgica popularmente llamada la “Candelaria”. Desde el año 1997, por iniciativa del beato Juan Pablo II, se celebra ese día la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, y los consagrados, con su modo carismático de vivir el seguimiento de Jesucristo, son puestos en el candelero de la Iglesia para que, brillando en ellos la luz del Evangelio, alumbren a todos los hombres y estos den gloria al Padre que está en los cielos (cf. Mt 5,16).
Los religiosos y religiosas, las vírgenes consagradas, los miembros de los institutos seculares y las sociedades de vida apostólica, los monjes y monjas de vida contemplativa, y todos cuantos han sido llamados a una nueva forma de consagración, hacen del misterio pascual la razón misma de su ser y su quehacer en la Iglesia y para el mundo.
En el presente Año de la fe convocado por el papa Benedicto XVI, la vida consagrada, en sus múltiples formas, aparece ante nuestros ojos como un signo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo, expresión tomada de la carta apostólica Porta fidei (n. 15) y lema de esta Jornada.
“La opción de nuestra vida es una respuesta a la primacía de Dios en nuestras vidas, con un colorido evangélico de vivir un amor gratuito, sin reservas, considerando al otro hijo del mismo Padre Dios, con preferencia a los pobres, marginados… Un amor de ternura, compasivo y misericordioso. Nuestro afán no es tener, sino vivir con austeridad para mejor compartir. Seguir a Jesús en la pobreza y trabajar para que ésta desaparezca cuando destruye la dignidad humana”, asegura Anunciación Esteve, presidenta de CONFER-Jaén.
Con motivo de dicha jornada CONFER- Jaén organizaba, como viene siendo habitual, una serie de actividades. Así, el sábado 2 de febrero, los consagrados y consagradas de la diócesis celebraban un encuentro de formación en la Casa de Espiritualidad de ‘Santa María de los Apóstoles’. El tema central del encuentro fue «Las entrañas, lugar de la fecundidad y la misericordia entrañable» y fue impartido por la teresiana Emma Martínez Ocaña, Teóloga y psicoterapeuta.
A las 18.00 horas tuvo lugar la celebración de la Eucaristía en la Catedral, que estuvo presidida por el Sr. Obispo, D. Ramón del Hoyo López.
Durante la celebración los religiosos y religiosas renovaron las promesas de su consagración.
En su homilía, el Sr. Obispo quiso destacar la importancia de la vida consagrada: “En esta Jornada que la Iglesia dedica cada año a la reflexión sobre la importancia de la vida consagrada y para orar por estas vocaciones, comenzamos por destacar el lema escogido en este Año de la Fe al contemplar a los consagrados y consagradas como «signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo». Son las palabras con las que os define y califica el Santo Padre, Benedicto XVI, a los consagrados en el Carta apostólica Porta fidei en su convocatoria de este Año de la Fe que estamos celebrando. Ciertamente los consagrados hacen del misterio pascual de Cristo, su muerte y resurrección, la razón de su ser, de su vida”.
“Queridos consagrados y consagradas: En cada uno de vosotros ha existido una llamada secreta del Señor a la que habéis respondido desde el entusiasmo de vuestro corazón. No le habéis buscado vosotros, sino que es Cristo mismo quien se adelantó a esta llamada, invitándoos a una profunda amistad con él. Si en el Bautismo brotó en vosotros, como en los demás fieles, la gracia de la fe, por la profesión religiosa en fe bautismal os ha llevado a una adhesión total al misterio del Corazón de Cristo, cuyos tesoros seguís descubriendo. Vuestras renuncias producirán frutos al ciento por uno. Lo que importa es que, en el día a día, confíes plenamente en las gracias que nos llegan del Señor, y las pongáis a disposición de que Él espera”, continuaba Monseñor del Hoyo.
Igualmente, hacía hincapié en la misión evangelizadora, tan necesaria en la sociedad actual. “De esa vida interior, fuertemente arraigada en Cristo, brota el empeño por la misión apostólica. La íntima unión con Cristo, como hemos visto recalca el Concilio Vaticano II, es el resorte que impulsa a la actividad misionera, a la nueva evangelización, tan urgente en nuestra sociedad. Esa unión es la que les envía como profetas, para responder a la misión propia de cada carisma, y para comunicar a otros, a pesar de las dificultades, el amor de Dios”, continuaba D. Ramón del Hoyo.
Asimismo, el domingo, 3 de febrero, continuaba la formación desde las 10 de la mañana. El encuentro finalizó con una comida fraterna.
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