La red de la vida
4 octubre de 2019Un año más, junto al Santo Padre, hemos celebrado, el pasado día 1 de septiembre, la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación. De nuevo, el Obispo de Roma la enmarcó en el Tiempo de la creación, un período de oración y acción más intensas en beneficio de la casa común, que se extiende desde el 1 de septiembre hasta el 4 de octubre, fiesta de san Francisco de Asís. Se trata de una iniciativa ecuménica en la que participan las diferentes denominaciones cristianas y, especialmente, la Iglesia ortodoxa, que lleva treinta años impulsando esta Jornada. En su Mensaje de este año 2019, el papa Francisco ofrece luminosas indicaciones, de entre las que quiero destacar tres aspectos.
En primer lugar, varias veces aparece la noción de la “red de la vida”, una preciosa expresión que se convierte en don y en tarea para todos nosotros. Podemos reconocer el regalo de vivir entrelazados con toda la creación, en una red de soporte que nos ha traído hasta aquí por voluntad del Creador. Y debemos, por eso mismo, comprometernos con el cuidado de esa casa común, sin romper la red por nuestros egoísmos, individualismos o intereses particulares. Don y tarea.
Así, recogiendo unas recientes palabras suyas que compartió con los jóvenes del movimiento Scout, el Papa recuerda que, desde la perspectiva creyente, “podemos decir que la creación, red de la vida, lugar de encuentro con el Señor y entre nosotros, es «la red social de Dios», que nos lleva a elevar una canción de alabanza cósmica al Creador, como enseña la Escritura: «Cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos» (Dn 3,76)”.
Al mismo tiempo, dice Su Santidad, “sintámonos también en profunda armonía con los hombres y mujeres de buena voluntad, llamados juntos a promover, en el contexto de la crisis ecológica que afecta a todos, la protección de la red de la vida de la que formamos parte”. Por eso mismo, “cada fiel cristiano, cada miembro de la familia humana puede contribuir a tejer, como un hilo sutil, pero único e indispensable, la red de la vida que abraza a todos. Sintámonos involucrados y responsables de cuidar la creación con la oración y el compromiso. Dios, «amigo de la vida» (Sb 11,26), nos dé la valentía para trabajar por el bien sin esperar que sean otros los que comiencen, ni que sea demasiado tarde”.
En segundo lugar, el papa Francisco ofrece algunas pistas o sugerencias para poder vivir este Tiempo de la creación de una manera profunda, creativa y comprometida. Concretamente, el Sucesor de Pedro nos invita a orar, a reflexionar, a emprender acciones proféticas. Mística, sabiduría y profecía son tres dimensiones imprescindibles de la experiencia espiritual creyente y también se aplican a esta cuestión.
“Este es el tiempo para habituarnos de nuevo a rezar inmersos en la naturaleza, donde la gratitud a Dios creador surge de manera espontánea. En el silencio y la oración podemos escuchar la voz sinfónica de la creación, que nos insta a salir de nuestras cerrazones autorreferenciales para redescubrirnos envueltos en la ternura del Padre y regocijarnos al compartir los dones recibidos”. A este respecto, preguntémonos con seriedad: ¿Qué podemos hacer nosotros para crecer en esta dimensión, personal y comunitariamente?
Asimismo, “este es el tiempo para reflexionar sobre nuestro estilo de vida y sobre cómo nuestra elección diaria en términos de alimentos, consumo, desplazamientos, uso del agua, de la energía y de tantos bienes materiales a menudo son imprudentes y perjudiciales. ¡Elijamos cambiar, adoptar estilos de vida más sencillos y respetuosos!”. Pensemos: ¿Cómo acogemos en nuestra vida estas palabras, refrescantes y retadoras?
La tercera invitación del Papa nos sugiere dar espacio en nuestras vidas para emprender acciones proféticas. Esta pauta acoge la interpelación de “muchos jóvenes [que] están alzando la voz en todo el mundo, pidiendo decisiones valientes. Están decepcionados por tantas promesas incumplidas, por compromisos asumidos y descuidados por intereses y conveniencias partidistas. Los jóvenes nos recuerdan que la Tierra no es un bien para estropear, sino un legado que transmitir; esperar el mañana no es un hermoso sentimiento, sino una tarea que requiere acciones concretas hoy. A ellos debemos responder con la verdad, no con palabras vacías; hechos, no ilusiones”. ¿Qué responderemos?
El último aspecto que quiero destacar del Mensaje pontificio para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación se refiere a dos adverbios que se emplean en el inicio del Mensaje. Citando el libro del Génesis, recuerda el Papa que “la mirada de Dios, al comienzo de la Biblia, se fija suavemente en la creación. Desde la tierra para habitar hasta las aguas que alimentan la vida, desde los árboles que dan fruto hasta los animales que pueblan la casa común, todo es hermoso a los ojos de Dios, quien ofrece al hombre la creación como un precioso regalo para custodiar”. Lo triste es que, “trágicamente, la respuesta humana a ese regalo ha sido marcada por el pecado, por la barrera en su propia autonomía, por la codicia de poseer y explotar”. ¿Queremos relacionarnos con la Creación, nuestra casa común, suavemente y con ternura, o de un modo trágicamente depredador? ¿Cómo podemos avanzar en la dirección correcta durante este Tiempo de la Creación? ¿De qué modo debemos cuidar la red de la vida? ¿Cómo será nuestra oración, nuestra reflexión y nuestra acción? No dejemos caer estas consideraciones del Papa en el vacío.
Fernando Chica Arellano
Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA