La Diócesis recuerda, con una Eucaristía, a los ocho sacerdotes fallecidos en el último año
6 noviembre de 2023Como cada año, en el mes de noviembre, la Diócesis celebra una Eucaristía por el alma de los sacerdotes fallecidos a lo largo del último año. En concreto, este año, tuvo lugar el viernes, 3 de noviembre, en el Sagrario de la Santa Iglesia Catedral de Jaén. La celebración eucarística estuvo presidida por el Obispo, Don Sebastián Chico Martínez, y concelebrada por una veintena de sacerdotes de la Diócesis, además del Vicario General, D. Juan Ignacio Damas, y el Deán de la Catedral, D. Francisco Juan Martínez Rojas.
En ella se recordó y se rezó por el sufragio de las almas de D. Valentín Anguita Cobo; D. Reyes Castaño Muñoz (osst); D. Diego Moreno Palomares; D. Eduardo Navío Sánchez; D. Antonio Ruiz Sánchez; D. Manuel Jiménez Cobo; D. Manuel Ruiz Carrero y D. Pedro Quero Juárez.
Durante su homilía Don Sebastián, haciendo alusión a las lecturas, explicó que “las palabras de San Pablo a los Romanos nos muestran la verdad del bautismo que nos permite vivir, con Cristo, el tránsito de la muerte como desprendimiento del mundo y liberación del pecado y el encuentro con el Dios del amor y de la vida”. En este sentido añadió: “confiando en la misericordia divina, creemos y esperamos, unidos en esta oración de petición, que nuestros sacerdotes hayan encontrado la justificación a través de su entrega a Dios y hayan alcanzado la vida eterna en Cristo resucitado”.
Asimismo, el Pastor diocesano subrayó que “nuestros sacerdotes, por quienes estamos pidiendo, fueron llamados a ser Buenos Pastores, a cuidar y guiar al rebaño encomendado, con amor y dedicación. Al igual que Jesús, se entregaron por completo a servir a la comunidad, a consolar a los afligidos, a sanar a los heridos y a alimentar a las almas hambrientas de fe, y así avivar la esperanza en sus corazones”. Para continuar: “Han sido faros de luz en medio de la oscuridad, brindando con sus vidas y su servicio un horizonte verdadero, siendo consuelo y sacramentos que han acercado a los hombres a Dios y a Dios a los hombres. Su sacrificio y dedicación a la Viña del Señor a menudo han pasado desapercibidos, pero su influencia perdura en las vidas a las que sirvieron”.
El Obispo quiso culminar sus palabras pidiendo oraciones por ellos para que “Dios acoja a estos sacerdotes difuntos en sus brazos, en su reino eterno y les conceda la paz y la alegría que han merecido. Agradezcámosle el regalo que nos hizo con sus vidas y ministerio. Que su legado de fe y de amor entregado perdure en nuestra Iglesia y nos guíe en nuestro propio camino de discipulado, de testigos y servidores de sus misterios”.