La cruz de Lampedusa: Una cruz que pesó poco y que gozó mucho el municipio de Villatorres
18 diciembre de 2019El 15 de diciembre, Tercer Domingo de Aviento conocido como el ‘domingo de la alegría’, esperábamos gozosamente la Cruz de Lampedusa en nuestras parroquias de Torrequebradilla y de Villargordo. Era como esperar la venida de Jesús cargado con esa Cruz, poniendo nombre y apellidos a tantos niños, mujeres y hombres que han muerto en la mar y en el desierto.
Era tener la posibilidad de orar e interiorizar sobre nuestras actitudes y prácticas que tenemos hacia estos nuestros hermanos los inmigrantes que se juegan la vida por conseguir un futuro mejor. ¡Cuánta dicha la nuestra por tener la Cruz de Lampedusa con y junto a nosotros!
Previamente habíamos preparado este acontecimiento con ilusión y esperanza, divulgando y difundiendo nuestras calles con carteles alusivos al tema. Fuimos a nuestro colegio e instituto a presentarles la programación de actividades a los niños y el por qué y para qué de este regalo que Dios nos hacía y ofrecía, con la llegada de este gran tesoro hecho de madera de pateras naufragadas y que fueron bendecidas por el Papa Francisco en el 2014.
Y llegó el momento y «llora nuestro corazón» al ver la Cruz de Lampedusa en la puerta de la Iglesia. Una Iglesia abarrotada de niños y mayores, a pesar de que estamos en plena de recolección de la aceituna.
Desde el inicio, la Eucaristía se vivió con mucho silencio y emoción. Era como si en cada momento se esperara algo nuevo, porque aquella cruz en el altar nos atraía y nos desmoronaba por dentro al escuchar las palabras en boca de nuestro párroco, D. Germán García. Aquellas palabras que pronunció el Papa Francisco en la homilía el 8 de Julio del 2013 en Lampedusa: «¿Quién de nosotros ha llorado por las jóvenes madres que llevaban a sus hijos sobre las barcas? Estamos anestesiados ante el dolor de los demás».
Esas palabras nos trasladaban a aquel lugar santo. Un lugar de mucho llanto, donde tantas personas dejaron sus vidas en el mar.
En esta celebración eucarística nos acompañó una familia que venía de «Hogar de Nazaret» de (Puente Genil). De nuevo «lloró nuestro corazón» cuando en labios de una madre de Nigeria (Cristina) ,con tres de sus cuatro hijos, nos relata con una voz potente y profunda su testimonio de sufrimiento, y a la misma vez cargado de mucha fe y esperanza, en su larga travesía por montaña y por mar. Venía con su marido y un hijo y embarazada de 9 meses. Tuvo que ver a una amiga y a otros morir en la patera de la que partieron y pensando que la muerte les acechaba con ese fuerte oleaje. Pero la fe en Dios seguía intacta en Cristina. Pisaron tierra y llevan 12 años aquí en España, dando las gracias al Padre por tanto amor, por sostenerlos y por tantas personas buena que hay en el mundo, dispuestas a echar una mano y cargar con las cruces de otros. En concreto su Hogar de Nazaret.
Al finalizar la Eucaristía fuimos en procesión hasta el Paseo con la Cruz de Lampedusa llevada por los niños. Hicimos un circulo con un minuto de silencio en memoria de todas las personas migrantes fallecidas y terminamos escuchando unas palabras de D. Santiago Agrelo, Arzobispo de Tanger, que nos dicía: » No te cierres a tu propia carne. Sienta a los pobres a la mesa de tu vida y tú serás para ellos la luz con que Dios los ilumina».
Palabras que también nos reclamaban denunciar proféticamente, porque es inaceptable: «que a los fallecidos en las fronteras se les haga culpables, primero de su miseria y luego de su muerte». «Es inaceptable que haya fronteras y que decisiones políticas llenen de sepulturas un camino que los pobres recorren con esperanza». “Desde la esperanza demos voz para que se escuche su grito y podemos recordar a cada persona que es su propia carne, también la de Cristo”.
Terminamos haciéndonos una llamada a nuestras conciencias, quedando muy agradecidos por este rato que ha estado la Cruz de Lampedusa en nuestros pueblos.
Y al finalizar compartimos la comida, donde reflejamos nuestro agradecimiento a Cristina y a su familia, por compartir su testimonio de vida. Cristina quedó gratamente sorprendida y exclamó: «Jamás hemos tenido en nuestra casa tanta comida. Gracias Padre».
«El Niño que yace en el pesebre tiene el rostro de nuestros hermanos y hermanas inmigrantes».
Consejo Pastoral Parroquial de Villargordo