La Cena del Señor, presidida por el Obispo, centro de los cultos del Jueves Santo
18 abril de 2017Minutos antes de las 7 de la tarde del Jueves Santo, llegaba hasta la S.I. Catedral de Jaén el Obispo de la Diócesis, Don Amadeo Rodríguez Magro. En la puerta, lo esperaban un grupo de seminaristas que le dieron a besar el Lignum Crucis, y le ofrecieron el acetre con el que se hizo la señal de la Cruz.
A continuación, acompañado de un numeroso grupo de canónigos iniciaba, desde la Sacristía, diseñada por Vandelvira, la procesión inicial, hasta el presbiterio para celebrar la Cena del Señor.
Homilía
Durante su homilía, el Prelado del Santo Reino recordó que esta tarde «se estaba celebrando la esencia del acontecimiento que estos días celebra toda la Iglesia. En todos los templos hoy repite, actualiza, renueva aquello que Jesús le encomendó «Haced esto en memoria mía». En este sentido, Don Amadeo quiso recordar que con la Cena del Señor los cristianos «celebramos la nueva alianza de Dios con el Hombre en Cristo Jesús. Celebramos el misterio de la muerte y resurrección del Señor y lo actualizamos. Porque la Eucaristía actualiza y renueva la acción de Dios con nosotros, permanentemente».
En referencia al Evangelio proclamado, el Obispo diocesano afirmó que el Evangelista San Juan sabe trasladar perfectamente la esencia de lo que es la Eucaristía, «nos dice qué significa participar en la Eucaristía, que es participar de la vida de Cristo, de la vida eterna: «el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida en mí y yo en él». En este sentido, Don Amadeo quiso expresar que «la institución de la Eucaristía nace un nuevo modo de vida que está sellado por el amor, porque el misterio de Cristo es un misterio de amor, y que ese amor sea un amor efectivo, y por eso Jesús lo convierte en un gesto de servicio, lavando los pies a sus discípulos, enseñándonos cuál debe ser nuestra actitud de servicio en favor del Reino de Dios, que es un Reino de paz, de justicia, de amor y de verdad».
Al concluir la homilía, el Obispo, se ciñó la toalla para lavar, uno a uno, los pies de las once personas que quisieron participar en este rito del Jueves Santo: seminaristas, niños, miembros de la Cofradía de la Buena Muerte y el Vicario Judicial, D. Andrés Segura, fueron los elegidos para que el Obispo de Jaén les lavara y besara los pies, tal y como hizo Jesucristo con sus Apóstoles en la Última Cena.
Ya en la oración de fieles, se pidió para que todos los cristianos sepan seguir los ejemplos de humildad del Señor; Por el Obispo y sus presbíteros: Para que nuestro Obispo Amadeo y sus presbíteros: que en estos días han recordado el inicio de su ministerio y han renovado las promesas del mismo, vivan plenamente conformados a Jesús y sean siempre fieles a lo que han prometido; Y también se tuvo un recuerdo por las familiares y amigos de las personas que en esta Semana Santa habían sido asesinados o heridos en los atentados de Londres, Estocolmo y Egipto.
Monumento
Al concluir la Eucaristía, se realizó la reserva del Santísimo. Los seminaristas abrían la procesión con la cruz y los ciriales. A continuación, los concelebrantes, con velas que abrían paso al Cordero Eucarístico. El Obispo, con Copón que contenía la reserva eucarística, bajo palio cerraba el cortejo. Desde el Altar Mayor del templo principal de Jaén, se dirigieron, acompañados por un numeroso grupo de fieles, hasta la Cripta del Sagrario, allí estaba instalado el Monumento. Tras proceder a la reserva del Santísimo, el Obispo se arrodilló ante el Monumento, y se hicieron unos minutos de silencio y adoración, que concluyeron con el cántico Tantum Ergo.
De nuevo, en procesión, el Pastor del Santo Reino, junto con el resto de los canónigos, seminaristas y concelebrantes regresaron a la Catedral, concluyendo así la Cena del Señor del Jueves Santo.
La Cripta permaneció abierta durante toda la noche y miembros de la Adoración Nocturna celebraron una vigilia de oración y adoración.